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Recogida de basuras en la Parte Vieja de San Sebastián. Sara Santos
Los ayuntamientos de Gipuzkoa suben la tasa de basura hasta un 50% por la nueva ley de residuos

Los ayuntamientos de Gipuzkoa suben la tasa de basura hasta un 50% por la nueva ley de residuos

La nueva normativa, que asume una directiva europea, prohíbe que el servicio sea deficitario

Miguel Ángel Mata

San Sebastián

Miércoles, 2 de octubre 2024, 06:19

Una subida del 50% en Lezo. Del 45% en Oiartzun. Del 40% en Lasarte-Oria. Del 38% en Arrasate. Del 26,5% en San Sebastián... Los ayuntamientos de Gipuzkoa están actualizando estas semanas sus respectivas tasas municipales para el año que viene y, entre ellas, la que va a resultar más dolorosa en la mayoría de casos: la de basuras.

Tal y como anticipó este periódico en julio, la amplia mayoría de ciudadanos y empresas verán aumentada en 2025 la tasa de basuras muy por encima de lo habitual. La cuantía exacta depende de cada municipio. En concreto, de lo que le cueste su servicio de recogida y del déficit que este le haya supuesto hasta ahora.

El motivo es que antes del 10 de abril de 2025 debe aplicarse el principio de que la recogida de residuos municipales debe tener un 'coste cero' para las arcas de los ayuntamientos, y en casi todos ellos esta actividad es deficitaria, pues los gobiernos locales han evitado en la mayoría de casos repercutir a sus vecinos el coste total de esta gestión. Al contrario, la costumbre es que familias y empresas asuman mediante el tributo una parte relevante del gasto que conlleva, pero reservando una porción a cargo de los presupuestos locales. Como media, la carga a los ciudadanos cubre el 70% del coste del servicio, mientras que el 30% restante lo asume el propio ayuntamiento.

El llamado 'pago por generación' o 'que pague más quien más basura genera' emana de una directiva europea que fue aterrizada en España en 2022 mediante la Ley de Residuos y Suelos Contaminados para una Economía Circular, que concedía un plazo de tres años para hacer realidad este fundamento. Ese margen vence en abril del próximo año. La orden afecta por tanto a todos los municipios de Gipuzkoa, de Euskadi, y del conjunto del Estado.

El impacto efectivo que este cambio va a tener en el bolsillo de los ciudadanos es tan variado como municipios existen, pero se puede estimar una subida media de en torno al 30%, aunque con casos tan dispares como el de Lezo, donde el impuesto subirá un 50%, y Elgoibar, donde lo hará 'únicamente' un 8,5%.

El abanico es inmenso y abarca desde localidades en las que el impuesto ya cubre los costes y, por lo tanto, el año que viene será uno más en el que se aplique el incremento habitual por las actualizaciones referenciadas al IPC, hasta otros en los que se van a producir subidas exorbitantes.

Basta ver lo que sucede en las capitales vascas. Mientras Bilbao ha anunciado una subida en esta tasa del 10% para el próximo año, en Vitoria será del 85%, al pasar de 56 a 104 euros. Fuera de Euskadi hay casos llamativos como el del pequeño municipio madrileño de Collado Mediano, donde la tasa de basuras ha estado congelada durante 25 años, así que ahora la 'puesta al día' del tributo ha supuesto subidas ya en 2024 de entre el 153% para viviendas hasta del 566% (multiplicar casi por siete) para determinados establecimientos.

Estructura piramidal

No se trata de una decisión exclusiva de las corporaciones locales. En primer lugar porque, como ya se ha explicado, obedece a una normativa de origen europeo que establece que en la recogida de residuos debe imperar la política de 'coste cero' para las arcas públicas. Por otro lado, porque la estructura de la recogida de residuos urbanos en Gipuzkoa es piramidal y engloba a tres niveles administrativos.

Empieza en el Consorcio de Residuos (GHK), la entidad dependiente de la Diputación que gestiona las plantas de tratamiento final de las basuras en Gipuzkoa, como la incineradora de Zubieta, la planta de compostaje de Epele, o las de separación de envases de Legazpi y Urnieta.

GHK cobra por estos servicios a cada una de las ocho mancomunidades (una por cada comarca), que son las encargadas de la recogida a pie de calle. Y por último, estas facturan por su trabajo a los ayuntamientos, que son los que en útima instancia repercuten estos costes al ciudadano.

A diferencia de los niveles inferiores, la actividad del consorcio de residuos no es deficitaria y con lo que este cobra a las mancomunidades cubre sus costes. Este año su factura ha subido un 8%. En Bizkaia el incremento ha sido del 19%.

Nuevas mejoras, más tasas

El gran cambio que llega es que hasta este año, una vez que GHK establecía la cuota para cada mancomunidad, esta era libre de repercutir los incrementos a sus ayuntamientos. Y del mismo modo, estos podían trasladar o no las subidas a la tasa de basuras que giran a sus convecinos.

Esa libertad de maniobra deja de ser así a partir del año que viene. Cualquier modificación de tarifas en la cúspide de la pirámide (GHK), acabará repercutiendo al final de la escalera en el recibo de la basura que pagan hogares, comercios y empresas. Como lo hará también cualquier novedad o mejora en el sistema de recogida que puedan implantar las mancomunidades o los ayuntamientos.

Un caso práctico: 55 euros más de media por hogar en Donostia

Entre los municipios donde el año que viene la tasa de basuras subirá de forma sustancial está San Sebastián, donde el décifit del servicio para este año se estima en 5,4 millones, el 21% de los 25,4 millones que cuesta. Por ello el Ayuntamiento ha decidido elevar la tarifa un 26,54% de cara a 2025 «para cubrir los costes directos e indirectos del servicio». De este modo, si se toma como referencia el recibo anual promedio de una vivienda tipo de cuatro ocupantes –que en la actualidad asciende a 210,24 euros–, la subida será de 55,8 euros, es decir, 13,95 euros por persona. En el caso de la capital, la tasa de basuras está vinculada al consumo de agua, ya que se entiende que es un indicador fiable de habitabilidad y uso efectivo de la vivienda. Se cumple también así la consigna de que pague más quien más basura genera, frente a tasas que gravan en función de otros criterios, como la ubicación de la vivienda. La teoría es que es asumible pensar que quien más agua consume también generará más basura, bien porque en ese hogar habitan más personas y/o pasan más tiempo en casa.

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