Tengo serias dificultades para abrir cualquier tipo de mecanismo. No solo engranajes complejos, sino recipientes domésticos y cotidianos. Lejías, blanqueadores, anti grasas y todo tipo de productos con garantía 'triple acción'. Me resulta misión imposible. Dirás que los cierres herméticos se justifican por la toxicidad ... de su contenido. Vale. Pero lo que no te esperas es que los inocentes artilugios de cosmética estén protegidos por invisibles profilácticos antiviolación. Tarros de crema, frascos de serum, barras de labios, rímel y lápices de ojos, cubiertos por auténticas escafandras imposibles de rasgar, rajar o desvirgar. Abrir latas es lo único que se me da bien. Y eso, siempre que lleven la espoleta del abre fácil. Como sea necesario utilizar abrelatas y otras armas de destrucción masiva las abandono a su suerte y el que venga detrás que arree.
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Soy poco habilidosa y reconozco mis limitaciones. Es lo que deberíamos hacer todos. Todos y todas, excepto Yolanda Díaz, que tal y como la ves, con su fluidez verbal y sus rebeldes tirabuzones dorados, quiere ser la primera presidenta del Gobierno de España. Eso es autoestima, tío. Y no la de Pedro Sánchez, que en la entrevista con Alsina ha puntuado su propia gestión con un modesto 'Notable'. Un hombre todoterreno como él, que lo mismo podría ser Secretario General de la OTAN que sustituir a Jorge Javier Vázquez en Telecinco. Y luego dicen que es altivo y vanidoso. Qué mala es la gente, tío.
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