Me pregunto por qué no hemos dado más cancha al acuerdo de divorcio Urdangarín-Cristina. Y me temo que he llegado a una terrible conclusión: en el fondo nos fastidian los acuerdos y el buenrollismo de los demás. Sumidos en el tormentoso devenir de la existencia, las miserias ajenas nos redimen de las propias. Las adversidades de los VIPS, celebrities y otras gentes de mal vivir nos reconcilian con el universo, diría Coelho (o cualquier otro coach de medio pelo) También es verdad que no me quita el sueño saber si el «quién-se-queda-con-qué» ha sido a cara de perro. De hecho, ni siquiera he terminado de leer la noticia. Como somos poliédricos y versátiles, enseguida encontraremos nuevas víctimas a quienes clavar el aguijón de nuestra ruindad. Que se prepare el noviete de la cadete Leonor. No era ninguno de los compañeros de la Academia militar. Los llevaron al besamanos para despistar. El último que le han adjudicado se llama Gabriel Giacomelli, un brasileño de muy buena family que vive en Londres. A Letizia le gusta y está contenta. Aunque ya sabes que ella es muy de parecer contenta y la procesión va por dentro.

Publicidad

Pero al final, las madres somos todo corazón. Me enternecieron sus ojos llorosos viendo desfilar a su primogénita con ese intrépido rigor castrense. Tal y como está el patio, menudo marrón le ha caído a Leonor. Nunca una mayoría de edad causó tanta expectación. Yo no sé si será reina, pero oye, que le quiten lo bailao y lo desfilao.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad