Nadie, ni siquiera Felipe de Borbón, imaginaba que aquella periodista intrépida y desenfadada, llamada Letizia, se convirtiera en una mujer tan vigoréxica, estilosa y sofisticada. Hasta el punto de ser considerada por encuestas solventes (no como las del CIS) la reina más elegante del mundo. ... Ni de Europa ni de Occidente, del mundo, tío. No sabemos cuál de las dos era o es la mujer ideal de Felipe. Solo conocemos la evolución de la Letizia inicial, de un refinamiento poco elaborado y su espontáneo «Déjame terminar» a la que es hoy. La evolución es un misterio. Y la de Letizia un enigma insondable.

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Una canción de Vanesa Martin dice «De todas las mujeres que habitan en mí, juro que hay algunas que yo ni conozco». Todos somos Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Y no solo podemos nacer en un cuerpo equivocado (no es mi caso) sino en un lugar y hasta en una familia equivocada (no comment) En esa situación, nuestro deber sería encontrar el camino. Y es lo que ha hecho la reina consorte. Bien, pero vamos a lo mollar. El look de la Leti en la coronación de Carlos III ha sido un hito histórico. Traje-chaqueta 'peplum', Carolina Herrera, rosa chicle, fantástico. Y tocado de recolectora de arroz en Singapur, espectacular. Como si dijera «cágate lorito, pa'rosa, el mío». También es verdad que pa'mí lo quisiera. De momento no acudo a ese tipo de eventos, pero ya sabes que, en estas cosas, como en comer y rascar, todo es empezar.

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