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Investigadores de la Unidad de Demencias del Hospital Universitario Donostia y el Instituto de Investigación Sanitaria Biodonostia, incluidos dentro de un grupo multicentro en el ... que participan 40 equipos de trabajo de toda Europa, han descubierto una variante genética que protege contra diversas formas de demencia y promueve la longevidad, hasta el punto de que los portadores de este factor genético tienen el doble de posibilidades de llegar a los 100 años sin demencia.
Fermín Moreno, Begoña Indakoetxea, Miren Zulaica y Adolfo López de Munain son los doctores e investigadores que han puesto el acento guipuzcoano en este proyecto internacional que se diseñó en primera instancia para conocer los factores de riesgo para sufrir estas enfermedades neurodegenerativas y que finalmente ha resultado determinante para encontrar un factor protector contra varias formas de demencia. La variante genética hallada gracias a este estudio, que ha sido supervisado por la Dra. Henne Holstege de la UMC de Amsterdam, protege frente a la enfermedad de Alhzéimer, demencia frontotemporal y demencia con cuerpos de Lewy. Sorprendentemente, los investigadores no ven que este descubrimiento afecte a dolencias como la esclerosis lateral amiotrófica, el parkinson y la esclerosis múltiple.
La validez del estudio está asentada sobre las muestras genéticas de 53.000 pacientes con enfermedades neurodegenerativas de Europa. Además, también han participado 3.500 pacientes con edades avanzadas que estaban cognitivamente en buen estado. En total se han realizado 150.000 controles para llegar al descubrimiento. «Estamos hablando de una muestra con números muy importantes. Algo que solo se puede lograr participando en una investigación internacional», explica el doctor López de Munain, jefe del servicio de Neurología del Hospital Universitario Donostia y director del área de Neurociencias de Biodonostia.
El objetivo con el que se puso en marcha esta investigación era comprobar, a partir de todas las muestras antes citadas, «si había determinantes genéticos comunes a diferentes enfermedades neurodegenerativas», dice el doctor. Se refiere al alzhéimer, parkinson, demencia frontotemporal o ELA, por ejemplo. La idea con la que comenzó el trabajo les indicaba que «quizá, aunque unos enfermos manifiesten una dolencia y otros otras bien diferentes, hubiese condicionantes que fuesen comunes entre todas».
Lo que estos grupos de investigadores de toda Europa encontraron es que sí había un «determinante común» que «en principio» protege solo contra varias demencias. «Es un determinante», explica López de Munain, «que está sobrerrepresentado en personas añosas que están bien y sin embargo, está infrarrepresentado en otro tipo de pacientes». Es decir, protege sobre algunas dolencias neurodegenerativas pero no sobre todas. Este hallazgo entusiasma a la Dra. Holstege: «Esto es exactamente para lo que hemos puesto en marcha el Estudio 100-plus: descubrir los factores de protección que mantienen el cerebro sano hasta una edad avanzada. Ahora tenemos que averiguar cómo esta variante mantiene nuestro cerebro sano hasta una edad muy avanzada».
La importancia de este descubrimiento está directamente relacionada con las futuras aplicaciones que se podrán incluir en los tratamientos para este tipo de enfermedades neurodegenerativas. Afirma el jefe del servicio de Neurología del Hospital Universitario Donostia que «podemos pensar que cada uno de nosotros hemos heredado un factor genético u otro y que no podemos cambiar nuestra constitución genética».
Sin embargo, cuando se hace referencia a factores genéticos que son protectores «significa que de alguna manera algún gen está actuando de una forma que contrarresta los efectos de otros genes u otros estilos de vida que pueden ser negativos para el desarrollo de estas enfermedades». Conocer esos factores protectores puede significar que «conozcamos genes que si les hiciésemos trabajar más o pudiésemos modificarlos genéticamente para que trabajasen de otra manera, podríamos utilizarlos como una vía de tratamiento. Ese es el gran valor de este estudio».
Explica asimismo que dentro de las enfermedades neurodegenerativas, cerca del 80% se imputan a factores genéticos. El 20% restante se achaca al estilo de vida. «Si logramos cambiar los estilos de vida hacia formas saludables y además podemos modular farmacológicamente genes que son protectores para elevar ese mismo nivel de protección, podríamos tener un impacto sobre las dolencias neurodegenerativas», comenta.
Una vez descubierto que existe esa asociación de protección, se abren varios frentes para los investigadores. «Ahora debemos establecer qué tipo de conexión establece esa asociación genética sobre las causas que determinan las enfermedades neurodegenerativas», anuncia Adolfo López de Munain. Por ejemplo, explica que cuando se diagnostica alzhéimer «lo que tenemos es un depósito de una proteína que llamamos amiloide. Lo que queremos saber es cómo este determinante protector disminuye la proteína amiloide. Puede que lo haga de forma directa o indirecta a través de otras moléculas», señala.
Los investigadores guipuzcoanos reconocen que con este Estudio 100-plus se ha llegado a conocer la asociación de la mutación genética contra varias formas de demencia y envejecimiento saludable. Es ese factor protector el que deben estudiar a corto plazo para saber si elimina o disminuye las variables que favorecen la aparición de este tipo de enfermedades. «Establecer cómo es ese mecanismo es lo que realmente te abre la puerta a modularlo farmacológicamente, donde sabes que este determinante contrarresta y se puede modificar», añade.
Esta investigación que ha dado como resultado la mutación genética que protege contra varias formas de demencia, lleva al jefe del servicio de Neurología del Hospital Universitario Donostia ha reflexionar sobre los pasos que se deberían dar en el futuro para tratar de encontrar una cura para los pacientes que sufren de demencia, algo para lo que hoy en día no hay opción. «Existe el convencimiento de que el tratamiento para combatir estas enfermedades se realiza demasiado tarde», comienza explicando. «Empezamos a tratar al paciente cuando este acude a la consulta, por eso es muy interesante y hay mucho interés en desarrollar marcadores que nos permitan predecir de manera precoz, en edades intermedias de la vida, qué pacientes tienen riesgo alto de desarrollar un cuadro de este tipo cuando sean mayores, porque posiblemente los tratamientos que estamos utilizando ahora y que no están dando los resultados apetecidos, no funcionen porque los aplicamos demasiado tarde».
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