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Bora

Plaza de Gipuzkoa ·

Jueves, 7 de octubre 2021, 06:52

Yo no sabía nada del elemento más peculiar de la ciudad de Trieste, nunca había oído hablar de él y además es invisible, pero los ciclistas tenemos sensibilidad para estos fenómenos. Salimos del tren, pedaleamos un kilómetro y comentamos: «¡Cómo sopla! ¿Has visto que hasta ... las estatuas de bronce se inclinan contra el viento y se agarran el sombrero?». En un portal encontramos el discreto anuncio de un Museo de la Bora, el viento que baja fortísimo de la meseta del Carso al golfo de Trieste, que convierte el Adriático en un mar de abanicos blancos con luz polar, que vuelca autobuses, arranca árboles, enloquece a los triestinos y en 2012 rompió las amarras de la Ursus, una colosal grúa flotante de 1913, que zarpó mar adentro como un monstruo austrohúngaro en busca de venganza, una mezcla entre Godzilla y la momia del emperador Francisco José.

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