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Con todos los melones que tienen abiertos los iluminados de la Unión Europea pensé que se olvidarían del cambio de hora. Pero ni de coña. Será la edad, pero esta vez siento más el desajuste horario: empanamiento general, modorra, sopor y mala leche al levantarme. O sea, hecha unos zorros, tío. Un 'jet lag' a lo bestia. Al Borrell y a la Von der Leyen les da igual estar más o menos lúcidos, total para lo que hacen, no se va a notar. Ellos están a lo suyo, sus promociones internas, sus conspiraciones de salón y sus peditos de monja. El chiste ese de que la lógica y la ética son islas griegas, en ellos se ha hecho carne mortal.
Las instituciones europeas son organismos elefantiásicos totalmente prescindibles. Jean Claude Juncker, expresidente de la Comisión Europea, confesó antes de retirarse: «Los políticos saben lo que tienen que hacer, pero también saben que no saldrían elegidos si lo hicieran». Mejor vivir en la ignorancia. No te preguntes para qué nos sirven y en qué gastan los miles de millones que manejan. No es por meter cizaña, pero dicen que quién reparte se queda con la mejor parte. Cualquier día aparece algún probo funcionario de la UE en la lista Forbes.
Por cierto, Amancio Ortega sigue siendo el más rico de España. Cincuenta y tres mil millones de euros. Está bien, pero tampoco creas que para tirar cohetes. Para la Calviño y la Txus Montero, eso es calderilla, tío.
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