
«La búsqueda de piso está siendo terrible, es estresante»
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La donostiarra Aiora acumula horas de sueño desde que se puso a buscar piso. La carestía de los precios, tanto de compra como de alquiler, ... la escasa oferta y las altas exigencias de los propietarios complican la misión. Una 'tormenta perfecta' que está provocando que cada vez menos hogares guipuzcoanos puedan hacer frente a las exigencias del mercado libre y tengan que refugiarse en la vivienda protegida. Con el fuerte incremento de los precios, el problema de acceso a la vivienda se extiende ya a la clase media y la lista de solicitantes sigue engordando –el número de solicitudes de Etxebide en Gipuzkoa alcanzaba los 28.953 a cierre de 2024, un 72% más que hace diez años, reflejo del tensionamiento que presenta el mercado residencial actual–.
El panorama se agrava para las parejas que se acaban rompiendo, como es el caso de esta mujer de 37 años, que choca de frente con el problema de dónde marcharse a vivir. «A día de hoy no hay absolutamente nada de alquiler, no salen ofertas por más que mire. Y de compra, el asunto también está muy mal porque están pidiendo una barbaridad por pisos que hay que reformar enteros. Así que con los precios por las nubes, tampoco puedo acceder a compra», cuenta impotente esta donostiarra, madre de dos hijos pequeños, que vive su futuro con inquietud. «La búsqueda está siendo terrible. Esta situación me resulta muy estresante, estoy con ansiedad... pasándolo mal», cuenta.
28.953 personas están apuntadas en las listas de Etxebide para optar a una vivienda protegida
20.430 es el número de solicitudes en Gipuzkoa para optar a una vivienda de alquiler
7.523 es el número de solicitudes en Gipuzkoa para optar a una vivienda de compra
De momento, reside con su expareja pero en junio se marcha del piso. «¿A dónde me iré después? Pues a casa de mi madre, no queda otra a menos que salga algo. He buscado en idealista y en inmobiliarias también y no hay nada por Andoain, Urnieta o Villabona, que son las zonas que estoy mirando», comenta.
Aiora
Donostia
Y mientras no ceja en su búsqueda, cruza los dedos. Es una de las miles de personas apuntadas en las listas de Etxegintza (Ayuntamiento de Donostia) y Etxebide (Gobierno Vasco) que esperan la adjudicación de una vivienda protegida. ¿Alguna preferencia? A la vista del gesto que nos devuelve, sobra la pregunta. «Lo que salga. Por cercanía con el colegio de los niños y su entorno preferiría Andoain o Urnieta, pero donde toque. Me he apuntado a alquiler porque creo que lo voy a tener más fácil», afirma, consciente de la cantidad de solicitantes que aspira a una vivienda protegida. A pesar de todo, confía en tener suerte, «ya me tocó un piso de alquiler para cinco años en el barrio de Intxaurrondo. Tengo mucha fe, es lo último que se tiene que perder. Hay que tirar para adelante», dice Aiora, cuyo relato refleja la dificultad que atraviesan muchas parejas que finalizan su relación para establecerse por separado, al margen de volver a vivir con sus respectivas familias. «Yo sola no puedo meterme en una hipoteca semejante. La compra es un imposible. Estamos hablando de pisos de 60 o 70 metros cuadrados que en Andoain están por 220.000 o 240.000 euros y encima a reformar. Por no hablar de los sueldos, que para que un banco te dé una hipoteca tienes que estar cobrando 2.000 euros mínimo y eso para una única persona también es complicado, a no ser que tengas un puestazo y ganes muchísimo... Los sueldos ya no valen», afirma, al tiempo que critica la falta de ayudas para la compra. «No te facilitan nada».
La escala de precios no ha venido acompañada de un incremento salarial similar, por lo que muchos hogares han sido incapaces de ahorrar lo suficiente para afrontar una compra.
Aiora
Donostia
El mercado del alquiler tampoco da tregua y mantiene el mismo escenario en el que se halla inmerso desde hace años: se reduce paulatinamente la cantidad de pisos disponibles, que salen a cuenta gotas, y la escasa oferta existente es cada vez más cara –los alquileres alcanzaron el año pasado los 840 euros de media en Gipuzkoa y hasta los 1.097 euros en Donostia–. «Esto tiene que cambiar, los precios tienen que bajar, porque la gente por pedir, cada vez está pidiendo más». Y no habla solo del precio. Las condiciones de garantía de pago para cualquier candidato sin distinción hacen de filtro. «Te piden como seguro tres o cuatro meses de fianza, algo que no es legal y hacen unos castings... Se supone que la vivienda es un derecho ¿no?», cuestiona.
Mientras generaciones anteriores pudieron comprar propiedades con mayor facilidad, la fotografía de hoy muestra un escenario poco alentador. El de jóvenes que se emancipan cada vez más tarde (la media está en los 29,8 años) y familias de clase media que tienen que recurrir a la vivienda protegida. A la espera de que suene el teléfono, las opciones se reducen a tener que compartir piso, cambiar de municipio o habitar en inmuebles que uno no elegiría como la mejor opción.
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