Reloj de época en la antigua estación de Azpeitia Usoz

Cuando Donostia y Bilbao tenían distinta hora

La aparición del ferrocarril obligó a los gobiernos a regular el huso horario en todo el mundo. La Reina María Cristina firmó en el palacio de Miramar el 20 de julio de 1900 el decreto por el que se unificó según el meridiano de Greenwich

Jueves, 25 de octubre 2018

¿Se imagina hoy la vida sin reloj? ¿Que no fuese la misma la hora en Bilbao y en Donostia? ¿Que entre Madrid y Barcelona existiera media hora de diferencia? Hasta principios del siglo XX esto era una realidad, pero la llegada del tren lo cambió todo. Además de implicar una revolución en el transporte, provocó que la sociedad europea y estadounidense comenzara a ser esclava del reloj. Hasta mitad del siglo XIX, todavía no era una herramienta popular y cada pueblo o ciudad tenía su propia hora local según la posición del sol. Hoy en día la UE marca dos cambios de hora al año, como el de este domingo, pero no siempre las cosas fueron así.

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Las necesidad de ordenar el tráfico del ferrocarril que circulaba por vía única propició la regulación del huso horario en todo el mundo de forma paulatina. «La percepción de la hora era muy imprecisa, lo que resultaba incompatible con el medio de transporte que revolucionó el mundo», señala Juanjo Olaizola, director del Museo Vasco del Ferrocarril.

Ni siquiera existían los relojes de pulsera, que no se popularizaron hasta principios del siglo XX. Los de bolsillo eran artículos de lujo, fabricados de forma manual, y su compra resultaba inalcanzable para la mayoría de la población. El precio de los más baratos podía suponer la suma del salario de más de cuatro meses para un trabajador medio. «La gestión del servicio ferroviario requería que funcionara con total exactitud y precisión y en 1878 el gobierno español aprobó una ley que obligaba a las compañías de tren a instalar un reloj en cada estación», apunta el historiador. Olaizola hace hincapié en que esta fue la primera de muchas decisiones que se tomaron en España hasta que en 1900 se aprobó el decreto que regulaba el huso horario en el territorio nacional.

Juanjo Olaizola, director del Museo Vasco del Ferrocarril, posa en la sala de exposiciones. Usoz

A mediados del siglo XIX las empresas ferroviarias de todo el mundo comenzaron a presionar a sus respectivos gobiernos para conseguir la unificación horaria. «Cuando se construyeron los primeros ferrocarriles de larga distancia, este hecho se convirtió en un gran problema, sobre todo en las conexiones de ciudades que presentaban un claro trazado de este a oeste. La primera línea de ferrocarril que se enfrentó a este problema fue la que enlazaba Londres con Bristol y la compañía adoptó en 1840 como hora oficial la del meridiano de Greenwich», afirma Olaizola.

Desde que se tomó esta medida, la puntualidad de los trenes aumentó, algo fundamental en líneas de vía única en las que el retraso de un convoy podría suponer el cruce con otro vehículo. La hora de Greenwich comenzó a ser conocida como la 'Railway Time' y finalmente en 1848 se instauró como la oficial para todo Reino Unido.

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Comparación horaria respecto a Madrid en 1865

  • Madrid: 12 horas

  • Barcelona: 12h 23:23

  • San Sebastián 12h06:46

  • Bilbao 12h03:03

  • Cádiz 11h49:32

  • A Coruña 11h41:10

Unificación horaria en España

Las empresas ferroviarias de todo el mundo siguieron el ejemplo de las británicas y pusieron como hora oficial la de la principal localidad de sus líneas. «A medida que se fueron conectando las diversas líneas estatales, surgieron los primeros problemas. En el Estado, desde Barcelona hasta A Coruña existe un desfase horario de 42 minutos y 13 segundos según sus respectivos meridianos», apunta Olaizola. En 1859 se dio un primer paso al regularizar que todos los relojes de una línea se ajustaran a la estación más importante. Pero con la progresiva conexión de las diferentes líneas con Madrid lo lógico es que se impusiera la hora de la capital española para regularizar el tráfico ferroviario de todo el país, tal y como sucedió finalmente en septiembre de 1878. Pero aún existían dos husos horarios en el Estado: el ferroviario y el que regía todos los actos de la vida público y privada.

«Las empresas ferroviarias españolas veían con preocupación que no existiera un único huso horario y fue precisamente la presión de estas la que impuso el proceso definitivo de unificación horaria», relata el historiador Juanjo Olaizola. Paralelo a este debate nacional, se estandarizó la hora a nivel mundial según el meridiano de Greenwich. El criterio quedó fijado en la conferencia de Washington de 1884, donde se acordó dividir el planeta en 24 husos horarios cada 15 grados de longitud respecto al citado meridiano, con lo que el cambio de hora entre puntos cercanos finalizó.

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Firma en San Sebastián

La Reina María Cristina firmó en el palacio de Miramar de San Sebastián el 26 de julio de 1900 el decreto que daría paso a la definitiva unificación horaria a nivel estatal. En dicha ley, se especificaba que a partir del 1 de enero de 1901, todos los ferrocarriles, al igual que los principales organismos nacionales, se regirían por el huso horario según el meridiano de Greenwich.

La Reina María Cristina en la estación de tren de San Sebastián.

España se adelantó a los países vecinos, ya que Portugal y Francia no adoptaron el sistema internacional hasta el año 1911. Las paredes del palacio de Miramar fueron testigos de la rúbrica de uno de los decretos cuya vigencia, 120 años después, permanece intacta y que modificó la forma de regular el huso horario.

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El cambio horario del fin de semana podría ser el último

¿Está España en el huso horario que le corresponde? Este es un debate recurrente en la sociedad cada vez que llega el último fin de semana de octubre y tenemos que retrasar una hora los relojes para tener el horario de invierno. Nos tenemos que remontar a la II Guerra Mundial, momento en el que España comenzó a utilizar de forma provisional el huso horario de Berlín, al igual que lo hicieron el resto de países europeos a excepción de Portugal y Suiza. Fue una medida que iba a ser temporal, pero el estado nunca volvió a la hora fijada por el meridiano de Greenwich. Tampoco lo hicieron naciones como Francia, Países Bajos o Bélgica. La Comisión Europea anunciaba este verano que iba a proponer la eliminación del cambio de hora en la UE tras analizar los datos de una encuesta realizada a través de internet que estaba a favor de eliminar el cambio horario. Un 84% de los 4,6 millones de europeos que participaron se mostraron partidarios de contar con un horario fijo.

La donostiarra Beatriz Muñoz González es una de las expertas a las que el Gobierno ha encargado estudiar qué horario nos conviene más, una vez que la UE ha abierto la posibilidad de dejarlo igual para todo el año, sin los habituales cambios de otoño y primavera. Este sanedrín está formado por nueve mujeres y cuatro hombres, que expondrán los pros y los contras de adoptar el horario de invierno o de verano todo el año, o de mantener a España entre los países que se mantengan, como en las últimas décadas, moviendo las manecillas del reloj el último domingo de marzo y el último de octubre. La Comisión Europea ha puesto límite: seis meses. El del próximo día 28 de octubre podría ser el último cambio de hora. En principio, el horario de invierno parte con ventaja.

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