El marroquí Hamza Kaddori y el tunecino Ayoub Bejaoui, trabajando en el exterior de la huerta de Cáritas de Altza. Aura Erro.

«Si no fuera por Cáritas, seguiría en la calle»

El huerto de la asociación en el barrio donostiarra de Altza colabora con personas en situación precaria y les ofrece «convivencia diaria». Hamza Kaddori y Ayoub Bejaoui cuentan su historia a DV

Martin Ruiz Egaña

Lunes, 16 de diciembre 2024, 10:15

Hamza Kaddori (Marruecos, 31 años) y Ayoub Bejaoui (Túnez, 34 años) tienen historias distintas pero la vida los ha juntado en el huerto de Cáritas en el barrio donostiarra de Altza. Ayoub huyó de Túnez con una situación familiar complicada y, tras pasar por cuatro ... países, terminó viviendo en las calles de Donostia. La vida de Hamza era bastante diferente. Tiene un perfil formado, con el título de bachillerato y un diploma en informática. Trabajó como técnico en la policía marroquí durante diez años. Tiene esposa y dos hijas. Decidió salir de Marruecos para «dar una vida mejor» a ellas. Aquí, las cosas no le han ido como esperaba y teme «terminar en la calle cualquier día de estos».

Publicidad

Cruzamos las puertas de Altza Baratza y nos encontramos una escena que dista bastante de los huertos típicos euskaldunes. Aquí no hay baserritarras. En su lugar, encontramos un grupo de personas de origen extranjero totalmente implicadas con su labor. Estas tierras, pertenecientes a Donostiako Sustapena con la colaboración de Kutxa Fundazioa, son labradas por manos marroquíes, tunecinas, colombianas o mongolas. Cada uno de ellos carga a sus espaldas con una historia dura, experiencias extremas que comparten igual que comparten azadas y palas en las huertas de Altza. Hamza y Ayoub no llevan mucho tiempo conviviendo, pero ya son «como hermanos».

Los interrumpimos mientras Ayoub prepara el 'hamaiketako', unas tortitas al estilo árabe. El tunecino aún no domina el castellano y Hamza tiene que hacer de traductor improvisado. «Me fui de Túnez porque la situación de mi familia era muy complicada. Mi padre murió hace unos años y mi madre enfermó de un cáncer de pulmón. Tengo un hermano pequeño, por lo que me convertí en cabeza de familia muy joven, teniendo que mantener a mi madre y a mi hermano», relata Ayoub. «Primero estuve en Estambul trabajando durante dos años y luego en Serbia. Más tarde me trasladé a Italia y tuve que vivir en la calle un mes».

Su periplo lo llevó a Donostia, donde también se vio obligado a vivir sin techo. «Vine aquí sin saber el idioma, sin conocer a nadie y sin tener noticias de mi familia. Viví en las calles de Donostia durante seis meses». Ayoub admite que desde que se fue, no tiene mucho contacto con su familia en Túnez. «Les llamo de vez en cuando, pero no sé mucho de ellos. Ahora mismo no tengo en mente volver, quiero pasarme una temporada aquí para asentarme y luego, ya veré».

Publicidad

«La calle es un agujero negro»

Ayoub ha vivido en sus propias carnes la crudeza de la calle. «Es un agujero negro. Son 24 horas todos los días sin saber lo que va a ser de ti. Sin comer bien, sin saber dónde dormir, sin ropa. Un día tras otro. Todo igual». La rutina del huerto ha servido como faro para esta espiral de incertidumbre. «La planificación le da sentido a mis días. Levantarme todas las mañanas y venir aquí a trabajar me ayuda a distraerme. De alguna manera me organiza la vida».

«Quiero trabajar mucho para salir de esto. Sería muy duro para mí ver a mi esposa y a mis hijas dormir en la calle»

Hamza Kaddori

Marruecos, 31 años

La experiencia de Hamza es diferente. Tenía trabajo en Marruecos y vivía junto a su esposa y sus dos hijas, pero él quería una vida mejor para su familia. «Por eso vine aquí. Yo trabajaba de sol a sol allí, no quería eso para mis hijas». Se trasladó a Donostia hace nueve meses, pero el nivel de vida terminó con sus ahorros. «En dos meses nos quedamos sin el dinero que trajimos de Marruecos. Los precios aquí son muy altos». Además de eso, Hamza sufrió un percance en sus primeros meses aquí. «Estaba intentando conseguir los papeles y una persona me engañó. Me robó muchísimo dinero, se aprovechó de mí por mi situación», explica Hamza, visiblemente dolido. «Tuve la suerte de que otra persona decidiera ayudarme a mí y a mi familia. Ahora vivimos en su casa, nos ha dejado una habitación para mi esposa y mis hijas. Yo duermo en la cocina». Hamza tiene claro que la familia es lo más importante para él. «Quiero trabajar mucho para salir de esto. Sería muy duro ver a mi esposa y a mis hijas dormir en la calle».

Publicidad

Empadronarse, una odisea

Conseguir el empadronamiento y demás documentos puede convertirse en una odisea para las personas que llegan. «Aquí, sin el empadronamiento no eres nadie. No puedes recibir ayudas ni te tienen en cuenta para nada». En estas situaciones, asociaciones como Cáritas son la única opción para estas personas. «Si no fuera por Cáritas, seguiría en la calle», expresa Ayoub. «Me han ayudado a conseguir una tarjeta de seguridad social para mí y para mis hijas», añade Hamza. Ambos están muy agradecidos de la «pequeña familia» que han formado. «Nos preocupamos todos por todos. Por las mañanas, cuando veo a Ayoub, le pregunto cómo ha dormido o cómo ha comido. Quiero que las personas que estén aquí vivan bien», concluye Hamza Kaddori.

«Mi padre murió hace unos años y mi madre enfermó de un cáncer de pulmón; yo era el cabeza de familia en Túnez»

Ayoub Bejaoui

Túnez, 31

Por su parte, Xabier Jorrín, de Cáritas Gipuzkoa, se muestra muy orgulloso de lo que han logrado. «Este proyecto ofrece mucho más tiempo de convivencia en grupo. El tema de la regularización administrativa requiere de tiempo, quizá dos años hasta conseguir documentación, y nosotros aquí les damos ese tiempo que necesitan».

Publicidad

Todos ellos tienen una historia detrás. «Nos juntamos un grupo muy diverso –añade Jorrín–, cada uno con sus orígenes y su historia. Los voluntarios que vienen a ayudar son muy importantes también. Ayoub siempre me dice que está rodeado de personas que se preocupan por las personas».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad