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En estos tiempos de crisis vocacional, los casos que les cuento serían interpretados por la Iglesia como milagros cuando en realidad son problemas de tráfico. Verán. MC quedó ciega tras una hemorragia cerebral que destruyó sus lóbulos occipitales, lugar donde se aloja la maquinaria precisa ... para la visión. No puede ver una chimenea o una bici, pero sorprendentemente puede ver el humo de la chimenea o la bici cruzando la calle. Es decir, MC ve el movimiento pero no el objeto que se mueve. Se le diagnosticó un síndrome de Riddoch, una extraña enfermedad descrita en soldados de la Primera Guerra Mundial. En estos casos se conserva la capacidad de detectar y percibir el movimiento, pero no otros estímulos visuales. Atrapan un balón lanzado hacia ellos o sortean obstáculos móviles con naturalidad. Son personas ciegas que ven lo que se mueve. La explicación de esta situación tan chocante es que la hemorragia respeta la región cerebral responsable de procesar el movimiento. Otros pacientes que sufren ceguera por lesiones similares a las de MC detectan de forma inconsciente objetos situados en el campo visual ciego. GY perdió la visión de un campo visual y, sin embargo, adivinaba la presencia de la luz de una linterna y evitaba obstáculos en un 90% de las ocasiones. Es la paradójica visión ciega y obedece a que en estos casos la información visual no es procesada por la vía principal ahora destruida, sino por otras estructuras indemnes, como el colículo y el pretecto. Ambas son un vestigio evolutivo (de hecho, en los reptiles son esenciales para ver) y el ser humano no las utiliza salvo cuando debe compensar un daño en las áreas principales.
Estos casos bizarros revelan que no hay una única ruta de conexión entre el ojo y las porciones visuales del cerebro, un hecho común a todos los sentidos. La información que llega al cerebro desde los sentidos se procesa de un modo rápido y eficaz por un entramado de autopistas que conectan diversas zonas del cerebro. Pero además hay carreteras secundarias. En el caso de la visión, si se destruye y se colapsa la vía óptica que es la autopista principal, se habilita una de las 10 carreteras secundarias y se mantienen algunos aspectos de la visión. En el caso de MC la carretera secundaria permitía fluir los estímulos visuales hasta una región preservada y así distinguía el movimiento. Y en GY la activación de núcleos dormidos permitía adivinar la presencia de objetos. La complejidad de la organización cerebral explica estos pequeños milagros médicos.
Estas rutas alternativas son atajos de menor capacidad que las autopistas y asumen funciones menos críticas que compensan las deficiencias de funcionamiento de las grandes vías. Su función en la supervivencia del ser humano es muy importante. Una de ellas nos hace mover los ojos muy rápido hacia un lugar concreto cuando creemos que puede haber algún peligro. Este es un acto reflejo, automático, inconsciente. Otra se usa para estimular la secreción de melatonina cuando oscurece y envía la señal de que es hora de acostarse. Por último, su activación sirve para diseñar pautas de rehabilitación útiles para defenderse en el mundo.
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