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La caza, una actividad apasionante para quienes la practican, entraña sus riesgos, sobre todo por el hecho de que se manejan armas, suele estar ... salpicada de accidentes, y en algunos casos mortales como el ocurrido ayer. Un siniestro fatal que se suma a otros recientes, como los registrados este otoño y que se cobraron la vida de dos cazadores guipuzcoanos tras precipitarse de sendas palomeras. Aunque la lista es más extensa si nos remontamos a los últimos siete años con víctimas por disparos fortuitos.
Hasta ahora el más reciente era el de Félix Badiola, una vecino de Irun residente en Hondarribia, que se precipitó de una altura de ocho metros cuando se encontraba en su puesto de caza en la zona de Lotzabien, en la localidad navarra de Beintza-Labaien. El cazador falleció prácticamente en el acto.
Un hecho que volvía teñir de luto al mundo de la caza en poco tiempo, ya que se trataba del segundo siniestro mortal en menos de un mes. Y es que aún coleaba el fallecimiento de otro cazador el 18 de octubre en circunstancias similares, el de un varón de 68 años que cayó desde una palomera en Olazagutía, en la zona de Urkieta, y que era vecino de esta misma localidad. El puesto se encontraba a quince metros de altura.
Pero además de las caídas son numerosos los accidentes que se han registrado en Euskadi en los últimos años con armas durante las cacerías. De hecho, desde 2016 a 2021 se produjeron diecisiete incidentes, que arrojaron dos personas muertas y cinco heridas, en muchos casos por disparos fortuitos de otros compañeros de caza, según datos del Departamento vasco de Seguridad.
Gipuzkoa es el territorio vasco que más accidentes registró en ese periodo, con un total de ocho. El más grave se produjo en 2017 cuando un cazador resultó muerto al dispararse su escopeta al cruzar una alambrada. La otra víctima mortal se produjo en Araba también por una herida de bala después de que otro compañero de caza le dispara accidentalmente.
Además, un cazador navarro de 26 años que formaba parte de un grupo de 30 personas procedentes de Andoain, Leitza y Areso, murió en enero de 2015 durante una batida de caza de jabalíes en Javierrelatre (Caldearenas) al recibir un disparo fortuito de rifle de su propio hermano, que se hallaba en un puesto de espera anexo al del fallecido.
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