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Koldo Galarraga llega al lugar donde queda abatido el jabalí junto a los perros que le han perseguido.

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Koldo Galarraga llega al lugar donde queda abatido el jabalí junto a los perros que le han perseguido. REPORTAJE FOTOGRÁFICO LOBO ALTUNA
Batidas

A la espera de los jabalíes y de la suerte

Los cazadores de Gipuzkoa han retomado la caza mayor tras la huelga que se ha prolongado varios meses. DV acompaña a una cuadrilla de Berastegi en su batida del fin de semana

Miércoles, 12 de febrero 2025, 01:00

Los cazadores ya han comenzado a organizar las primeras batidas de esta temporada de caza mayor, tras la huelga que se ha prolongado los últimos meses en Gipuzkoa. Antes de dar inicio a una de las batidas de jabalí del fin de semana, una veintena de cazadores se reúnen en el pórtico de la iglesia de San Martín de Tours de Berastegi. Es el punto de encuentro a las 07.30 de la mañana de un domingo frío y húmedo para organizar los pormenores de la cita cinegética por Leitzaran, en concreto en Deskarga. Una zona de difícil acceso y alejada de los parajes transitados por senderistas. Un lugar perfecto para los jabalíes, que los últimos meses han gozado de una tranquilidad inusual por estas fechas y que han hecho que se proliferen por todo el valle así como por todo el territorio.

Pedro Lasarte Saizar es el responsable del grupo de cazadores berastegiarras que no pierde tiempo a la hora de explicar cada detalle de la batida con el resto de los participantes allí congregados. Lasarte cuenta en todo momento con el apoyo de su hijo Oinatz, encargado de confirmar la asistencia de los miembros del grupo berastegiarra a los que se suman cazadores invitados de Bidania-Goiatz, Areso, Lekunberri y Betelu. La participación de cada uno de ellos debe estar registrada.

Una vez localizados los puestos de caza en la línea de la batida y haber consensuado la asignación de cada uno de ellos a los cazadores, se ponen en marcha los todoterrenos. En el exterior del pórtico comienza a amanecer, aunque una densa nube gris oscurece la mañana mientras un ligero sirimiri amenaza en convertirse en algo más. Eso no asusta a los berastegiarras acostumbrados a cazar con lluvia, frío y viento. «Es invierno. Es lo que toca», reconocen mientras van subiendo a los vehículos que en fila de uno se dirigen hacia la zona de Leitzaran.

La víspera, cuenta 'Elutxe' que «dimos una vuelta por la zona y había rastro de varios animales de un tamaño considerable». Una buena noticia para los cazadores que ahora esperan «tener suerte». A su lado Luis Azpiroz asegura que es un factor que siempre condiciona una buena jornada cinegética, porque según el berastegiarra «los jabalíes son animales muy listos. Además, conocen perfectamente el terreno y después de unos meses muy tranquilos están bien alimentados. Están fuertes y no será fácil darles caza».

Imagen principal - A la espera de los jabalíes y de la suerte
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A eso hay que sumar que «el monte de Leitzaran está sucio». Las grandes zonas de zarzal se extienden por las laderas boscosas, facilitando la permanencia en ellas de los cochinos salvajes que gozan de gran seguridad en las mismas. Ese zarzal dificulta el avance de los 'perreros' que con sus canes van avanzando campo a través siguiendo el rastro que localizan sus perros. Los talkis y teléfonos móviles no dejan de sonar. La faena ha comenzado.

Pedro, 'Elutxe' y Aingeru Etxaide son tres de los encargados de asustar a los jabalíes que permanecen casi invisibles para el ojo humano, pero no para el olfato de los perros. Sabuesos y grifones son los mejores en el quehacer de localizarlos y los berastegiarras cuentan con un buen número de canes que en cuestión de un par de horas ya han puesto en movimiento a un pequeño grupo de jabalíes. «Erne mutilak! Hor dituzue goiko alanbrean laster», se escucha por los dispositivos que los cazadores tienen encendidos mientras el aullido insistente de los perros anuncia su llegada.

Dicho y hecho, en cuestión de minutos, un ejemplar de unos 60 kilos aparece junto al puesto de Koldo Galarraga. El cazador de Bidania, con su rifle cargado ve al animal y tras dos disparos sentencia al animal tras el que llegan los perros de Etxaide. «Ha sido todo muy rápido. No me ha dado tiempo para nada, pero ha caído». Enseguida comunica al resto de los participantes de la batida que el animal ha sido abatido. La noticia es celebrada por el resto de los compañeros y entre ellos, el dueño de los perros se interesa por el estado de sus canes. «Todos están bien», confirma Galarraga lo que alegra a Etxaide.

Mientras el cazador aparta al animal abatido a un lado, las noticias de otros ejemplares en la línea de puestos vuelve a resonar por los talkis. En esta ocasión, Pedro advierte a Luis Azpiroz de que otro jabalí se dirige hacía su posición. El conocimiento casi perfecto del terreno del berastegiarra hace que su intuición no le falle y en cuestión de minutos, Azpiroz realiza dos disparos con su rifle aunque en esta ocasión el animal huye pendiente abajo. Todo se ha producido en cuestión de segundos y el veterano cazador berastegiarra reconoce que «he disparado demasiado alto y ha conseguido escapar».

El grupo de cazadores no desiste en su propósito, sabedores de los daños que están generando los jabalíes, a pesar de acabar empapados y agotados. Ellos también tienen ganado o huertas. «La caza de jabalí es muy dura, pero no hay otra manera de dar con ellos», aseguran.

«No queremos que vuelva a haber un accidente de caza»

Extremar la seguridad es la máxima preocupación de Pedro Lasarte en cada batida y ahora, según dice, «más que nunca». Antes de salir a Leitzaran no deja de insistir en que no hay que bajar la guardia ni descuidar ningún detalle antes, durante y después de la batida. La mayoría de hombres están curtidos en realizar batidas, pero todo cuenta a la hora de organizarlas y sobre todo evitar ningún accidente entre los cazadores. Repite por activa y por pasiva que cada cazador debe mantener la máxima atención ante la posible presencia de otras personas ajenas a la batida que pueden aparecer en la zona acotada, senderistas o ganaderos.

Lasarte es claro y conciso y sus palabras se mezclan con los comentarios de preocupación de los asistentes a la batida por lo que puede ocurrir. «A pesar de llevar muchos años cazando, el accidente ocurrido en Deba nos ha puesto a todos en guardia. No queremos que vuelva a pasar nada así», comenta uno de los cazadores mientras Anartz Olano y Oinatz se encargan de colocar las cintas que limitan el paso en los cruces y aseguran las placas advirtiendo de la presencia de cazadores y la actividad de una batida en la zona.

Pedro recuerda una vez más que «por seguridad deben llevar la ropa adecuada, de color naranja y permanecer en los puestos establecidos», mientras insiste en que «no se puede sacar el rifle de la funda, ni cargarlo hasta llegar al puesto».

Un silencio absoluto se apodera del pórtico de la iglesia berastegiarra en la que más de uno se habrá encomendado a su patrón antes de encender los motores de sus todoterrenos.

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