A la caza del cartucho

«Normalmente, cuando veo que me quedan ocho cajones –son cajas que contienen alrededor de 250 cartuchos–, hago pedido, pero ahora estoy bajo mínimos y no sé cuándo voy a recibir. Falta plomo, acero, plástico... No pueden fabricar y ahora encima, viene huelga de transportes», lamenta Francisco José López, que regenta junto a su mujer Arantxa Palacios y su hijo Unai, la armería del Polígono 27 de Martutene.

Unai se pasó la mañana del lunes advirtiendo a la hilera de clientes, que si acudían a por cartuchos para malviz, andaban apurados. «¿Aquí tampoco?», comentaban entre los cazadores que formaban una cola que llegaba hasta la puerta. «Pues dame lo que tengas», terminaba respondiendo la mayoría, cuando lograban llegar al mostrador.

Rufino Eizmendi, de la armería de Villabona que lleva su apellido, comenta que en su caso «el problema ha durado 24 horas», mientras que el área de caza de establecimientos de mayor tamaño, como el Decathlon de Urbil, no paró de recibir llamadas en toda la mañana: «El sábado arrasaron con todo, y hay gente llevándose cartuchos de tiro al plato. Está siendo una locura», comentaba una empleada.

Al margen de la falta de stock a la que deben enfrentarse las tiendas de venta de armas, los cazadores lo que aprecian es que desde que empezó la temporada hace dos semanas «están pasando bandos y bandos de malviz». «Hace 20 años que no veía una cosa igual», explicaba un hombre en el exterior de Armería Palacios. «Un día medio malo puedes cazar una paloma y seis malvices. Ayer cacé 83 malvices en dos horas», ejemplifica.

La falta de existencias viene dándose casi desde el inicio de la temporada, pero el fin de semana se ha visto agravada. «Así le tengo a mi marido, rebuscando hasta en el coche a ver si encuentra algún cartucho perdido». Esta mujer cuenta que ha llegado a llamar a otros territorios y bromea con que «ya me veo yendo hasta Burgos a por cartuchos».