Las 'cenas Adivina' llegan a San Sebastián

Son los salones literarios del siglo XXI. Reina la conversación y la máxima de Horacio de 'agradar y educar' también se puede aplicar. No hay lecturas ni debates filosóficos como había entonces en esas tertulias del siglo XVII y XVIII donde la anfitriona proponía un tema y se disertaba con brillantez, pero sí que se recupera esa pasión por conversar y escuchar. Las 'Cenas Adivina' buscan recrear ese espacio distendido de diálogo y desde el pasado viernes lo hacen en un salón de San Sebastián, con veinte personas desconocidas y un invitado especial dispuesto a compartir su historia.

La primera velada llegó a la capital guipuzcoana de la mano de la anfitriona Ana Araujo y contó con el apoyo de la fundadora del proyecto Silvia Moreno. «No hay vía de escape. La palabra tiene todo el peso y los móviles se guardan en el bolsillo. Son cenas como las de antes, donde prima el tú a tú. La diferencia es que en este caso es de grandes dimensiones», explica Araujo que abrió el salón de su casa a veinte personas desconocidas y se preocupó por cuidar cada detalle. Organizó la contratación del cáterin y se preocupó por conocer quiénes eran los invitados que se sentarían en su sofá. «De cierta manera hay que personalizar la cena y para ello hay que saber cuáles son las historias de cada persona para facilitar las conexiones y que la conversación sea lo más dinámica posible», añade Moreno que ya ha preparado más de 400 veladas.

No son cenas al uso y ahí está la magia y la gracia. El procedimiento es siempre el mismo: desde la cuenta de Instagram de 'Cenas Adivina San Sebastián' se comunica que va a haber una cena el día X con el invitado Y y se abre el plazo de inscripción. Cualquier usuario, interesado en conocer gente, compartir conversación o bien escuchar lo que tenga que contar el invitado Y, puede apuntarse a la cena previo pago de 45 euros. Lo demás es todo un misterio que se irá desvelando a media que se acerque la fecha. La dirección en la que tendrá lugar la velada no se conocerá hasta 24 horas antes y saber quiénes serán el resto de comensales no se sabrá hasta que se cruce la puerta de entrada de la casa de la anfitriona.

En realidad solo se conoce al invitado ilustre que suele ser un a persona destacada en algún ámbito. Da igual quién sea mientras tenga algo que contar. El invitado solo es un gancho para atraer a, como máximo, veinte personas a la cena porque si no, se pierde la esencia del proyecto. «De manera espontánea van surgiendo temas de conversación. Todos los participantes comparten dudas e inquietudes y todo el mundo puede aportar cosas interesantes que pueden servir a otras personas. Es una manera de conocer a gente que admiras en un círculo íntimo y muchas veces te das cuenta que con tu testimonio, aún sin quererlo, están ayudando a otras personas», cuenta Araujo.

El objetivo no es otro que disfrutar de compañía amena y ampliar conocimientos. «Empezamos hace seis años en Madrid y el proyecto se ha ido consolidando. Desde septiembre ofrecemos veladas en Valencia y ahora en San Sebastián. En realidad, nuestra idea incial era recuperar las tertulias de antes en todo su esplendor. Para ellos se nos ocurrió abrir el salón de nuestra casa y crear un ambiente acogedor, donde poner en valor a las personas y que pudieran expresar sus inquietudes, compartir experiencias y generar un espacio de diálogo y escucha», detalla orgullosa Moreno. Dicho y hecho.

En San Sebastián las 'Cenas Adivina' acaban de aterrizar pero todo parece indicar que han llegado para quedarse. Desde luego la fotógrafa Cecilia, de Días de Vino y Rosa, conquistó el viernes a los asistentes con su diálogo. «Fue todo un éxito», se alegra la anfitriona. Hubo tiempo para todo. Preguntas y risas incluídas. Ahora toca esperar y estar atentos a las redes sociales para saber quién será el próximo invitado. Y si no es el que más te atrae, «apúntante, porque es el que más te puede sorprender».