Ciencia: falibilidad y humildad
El árbol de la ciencia ·
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Está terminando la Semana de la Ciencia, una actividad intelectual que emplea el método empírico como instrumento. La falibilidad es una de sus propiedades más relevantes. Oliver Scott, director de Proyectos Morales de Oxford, define la falibilidad como «la idea de que nunca podemos estar ... seguros al cien por cien de que estamos en lo cierto y, por lo tanto, debemos estar siempre abiertos a la posibilidad de estar equivocados». La duda manda. Esta aparente debilidad es una fortaleza y un concepto básico para la Ciencia y para las sociedades libres, seculares, liberales y abiertas. Asegura Scott que «la falibilidad está en el corazón de la empresa científica. Las leyes de la naturaleza no son más que hipótesis que han aguantado el escrutinio. ¿Newton, Darwin o Einstein estaban equivocados? Presente una nueva hipótesis comprobable empíricamente y adelante. Este es el material para el progreso científico. La Ciencia premia las ideas ganadoras que han superado el exigente método científico y agradece y disculpa las que no han superado el filtro».
La falibilidad no es una licencia para destrozar todo y comenzar de nuevo. En Ciencia, las ideas viejas son sustituidas por nuevas con total normalidad. Es un síntoma de avance. Decía Max Planck que la ciencia avanza de funeral a funeral. En esto se parece a la teoría económica de la destrucción creativa de Schumpeter: Caen empresas inviables para que nazcan nuevos proyectos que impulsen el progreso económico. También tiene su aplicación en el terreno moral. Para Scott, «la moral, religiosa o no, no refleja una verdad absoluta. Es un intento cultural para solucionar conflictos inherentes a la vida social humana. Es tentativa, provisional y mejorable. Ser consciente de esta realidad ha traccionado el enorme progreso social, moral, legal y político de los últimos siglos». No obstante, la falibilidad no es sinónimo de relativismo: Hay ideas buenas e ideas malas que se distinguen utilizando el método empírico, científico.
La falibilidad, fruto de la duda, espolea la generación de ideas alternativas y su evaluación sistemática está en el centro del pensamiento científico desde el siglo XVII. Gracias a ella hay realidades inapelables, protegidas del discurso político, religioso o social. Por ejemplo que el hombre es fruto de la evolución por selección natural y que la tierra es redonda y gira alrededor del sol. Es el mejor camino de búsqueda de la verdad por el que las personas cuestionan y recalibran las creencias. En palabras de Scott «la verdad está ahí fuera en espera de preguntas agudas y buenas».
Concluye Scott diciendo que «la falibilidad encierra otra característica esencial de la ciencia: La humildad que inspira y clarifica, hace que te sorprendas, que reconozcas tus errores y que nunca te sientas confiado». No es casual que la humildad sea una cualidad destacada en los Premios Nobel de disciplinas científicas. De hecho, tal vez ganen el Nobel por su humildad que azuza la tenacidad y evita el desánimo. Es un magnífico mensaje para muchos científicos de base y personas que estén asistiendo a las múltiples actividades que estos días inundan calles y aulas. Cuando alguien expone una idea de un modo tan clarividente como Scott, solo hay que cuidarse de no deformar el mensaje.
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