
Samara Valdés creció rodeada de burlas e imitaciones por parte de sus compañeros en el colegio por ser gitana. Por las palabras que «pronunciaba mal» ... o los gestos que hacía mientras hablaba. Pero sobre todo, por el estigma que sigue rodeando a esta comunidad. Unos prejuicios que «no son representativos» de quiénes son: 'sin estudios', 'no trabajan', 'la mujer se queda en casa esperando al marido' o 'las niñas se casan y tienen hijos a los quince años', son solo algunos de los ejemplos que le vienen a la cabeza a la joven de Hernani.
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Estas ideas «no reflejan» al colectivo, insiste Samara en el Día Internacional del Pueblo Gitano. Según el informe Neurtu 2023, realizado por el Observatorio vasco de Inmigración Ikuspegi anualmente para conocer la percepción y actitud de la sociedad vasca hacia diferentes colectivos, la discriminación que se considera más extendida en Euskadi es la que sufren las personas gitanas, con un 71,4% que así lo percibe.
La encuesta, que actúa como barómetro sobre la diversidad de Euskadi, se centra en los posicionamientos y la apertura de la población vasca hacia la realidad social diversa, así como su compromiso respecto a la igualdad y la no discriminación a través de un cuestionario que incluye preguntas relacionadas con la percepción general hacia distintos colectivos, u otras más específicas que se basan en la opinión personal de cada encuestado.
Por lo general, el informe revela que la sociedad vasca se sentiría «incómoda» si sus hijos o hijas mantuvieran una relación con una persona gitana. Siendo un 1 la puntuación mínima -nada cómodo- y un 10 la máxima o totalmente cómodo, la media se queda en un 5,91 para las personas gitanas, solo por delante de las personas con enfermedades mentales (5,90). De esta misma forma, el motivo de discriminación que la población vasca considera que está más extendida es por ser una persona gitana, con un 71,4%. A cierta distancia le siguen la discriminación por tener un origen étnico diferente al mayoritario (53,2%), ser una persona racializada (51,3%), ser una persona trans (50,4%) y tener algún tipo de enfermedad mental (49,3%).
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Por otro lado, en el ámbito laboral, solo el 68,8% de la población vasca estaría dispuesta a contratar a una persona gitana, mientras que dos de cada diez personas (27%) admite que evitarían contratar o no contratarían, directamente, a una persona gitana. En cuento a la vivienda, solo el 48,6% de la población declara que alquilaría una vivienda a una persona gitana. Con todo esto, solo el 35,3% dice conocer a alguna persona gitana personalmente.
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