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Miércoles, siete y media de la mañana. Donostia amanece con el cielo despejado y diez grados de temperatura. Hace fresco, pero el sol empieza a ... asomarse y unos pocos atrevidos se dan el primer baño en La Concha. Mientras, por el paseo transitan las personas que acuden al trabajo o los turistas que, simplemente, disfrutan de la maravillosa estampa que les regala la Bahía. Muchos de ellos se detienen a la altura del carrusel y observan por un momento la playa. Ahí está Germán Cedano, artista callejero que cada jornada –salvo las de lluvia– regala su arte a la naturaleza escribiendo palabras y dibujando mandalas en la arena, a la que define como «el lienzo más preciado de la ciudad».
Hace diez minutos que, con un bastón de andar, ha empezado a trazar las primeras líneas de la palabra escogida para ese día: Plenitud. «Me parece una palabra importante por algo que estoy viviendo emocionalmente», cuenta este peruano de 44 años afincado desde hace casi siete en San Sebastián. Se enamoró de esta tierra en uno de sus viajes mientras vivía en Madrid, adonde llegó desde su país natal hace más de una década para estudiar otra de sus pasiones: el cine.
Porque ese hombre que es capaz de dejar alucinados a los viandantes con sus trabajos realizados con ese simple bastón y diferentes rastrillos, también ha dirigido varios cortometrajes, es fotógrafo y hace tanto mimo como estatuas humanas. «Y estoy montando un 'show' con una marioneta para cuando vaya a lugares que no tienen playa», añade Germán, quien vive en un aprendizaje constante. «Cada vez que viajo, lo primero que busco es el arte callejero para coger ideas y aprender», continúa. En él encuentra una manera muy libre de expresión además de una forma de vida. «Puedo hacer lo que me da la gana y encima me permite vivir de ello», asegura.
'¿En qué se basa para elegir una palabra u otra o un mandala u otro?', le pregunta una mujer desde la barandilla a las 8:15 de la mañana, cuando el boceto empieza a coger forma y la palabra, a ser legible. «Normalmente son cosas que me han sucedido durante la semana, el día anterior o incluso la misma mañana mientras vengo en bicicleta», responde Cedano. «No llego con nada preparado porque cuando lo hacía había días que, por cómo estaba la arena, no podía plasmar lo que tenía en mente y eso me generaba estrés».
Por eso, su rutina es llegar a la playa, analizar el estado de la arena y dejar que la imaginación fluya. «Las palabras me las regalo a mí, pero como también sé que después crean un impacto en las personas que las ven, trato de ser muy respetuoso con lo que escribo», subraya este artista nacido en Lima. Son las 8:35 horas. La base está hecha y es turno de colocar la manta para las donaciones. Como buen conocedor de la zona, Germán la pone en un punto estratégico para que los que quieran aportar su granito de arena –nunca mejor dicho– tengan facilidad para ello. La frase 'Eskerrik asko' y su cuenta de Instagram (@calat33) le acompañan. Es momento de empezar a rellenar las letras, por lo que toca cambiar el bastón por los rastrillos, su perdición. Son herramientas que ha ido descubriendo con el paso del tiempo. «Al principio venía con uno de tres puntas barato, luego entraba en tiendas y me compraba nuevos hasta convertirse en un vicio. Ahora los busco por internet y cualquiera que salga nuevo, me lo compro», admite Cedano, que reconoce tener su casa llena de rastrillos. Pueden llegar a costar hasta 100 euros.
Cada jornada lleva siete aproximadamente para hacer diferentes texturas, aunque no siempre tiene por qué utilizarlos todos. El día del reportaje, por ejemplo, trabajó con cuatro. Cada uno tiene su función específica y dan la impresión de representar colores, aunque realmente es la sombra que genera la arena que se ha rascado. «Ya sé qué rastrillo me genera determinado tipos de sombra», confirma. Son las nueve. Con la palabra 'Plenitud' ya terminada, se dispone a dibujar el mandala. Cada día uno distinto inspirado en la palabra elegida. Es una tradición desde los templos de los monjes tibetanos, «que lo hacían para practicar el desapego», cuenta Germán. «Dibujaban con arenas y tierras de colores mandalas preciosos y, cuando los terminaban, antes de que nadie lo viera, los destruían. Y algo parecido ocurre con mis obras».
Porque cuando sube la marea, ese día sobre las 14.45 horas, el agua lo va a borrar «y yo me desprendo de ella. Es una metáfora de la vida».
Aunque no ocupan el grueso de su oficio, Germán también realiza diseños personalizados. «Me han pedido pedidas de mano, cumpleaños... y alguna que otra empresa me ha contratado en casos puntuales», asegura. Un ejemplo fue cuando, en octubre de 2022, seleccionaron el flysch de Zumaia entre los 100 lugares de máximo interés geológico del mundo. «Contaron conmigo para hacer el logotipo y el resultado fue muy chulo». Cedano no confiesa cuáles son sus tarifas en estos casos, pero sí distingue entre los regalos personales y los comerciales. «A un chico o chica que le regala algo a su pareja, algo único y tan personal, no pienso pedirle lo mismo que a una empresa que lo utiliza con otro tipo de fines». De hecho, no acepta cualquier propuesta.
Los trabajos de Germán nunca pasan desapercibidos para quienes pasean por La Concha mientras él plasma su arte en la arena. «Esta es la magia de la naturaleza», cuenta Beni, un turista de Eindhoven (Países Bajos) que ha venido a pasar unos días a Donostia junto a un amigo. «Acabamos de llegar de Francia y nos hemos dado cuenta de que allí las paredes de muchos edificios están llenas de graffitis que, en la mayoría de ocasiones, estropean la belleza de las infraestructuras, pero en este caso es todo lo contrario», añade. Por su parte, Patxi, un vecino de Hernani que durante esa mañana estaba realizando algunas gestiones en el centro de Donostia, alucinaba con la perfección de cada trazado que realizaba el artista peruano. «Es increíble, y lo mejor de todo es que es un arte efímero, porque en cuanto sube la marea, se borra», relata mientras observa asombrado el dibujo. «Pasaba bat da», decían Miren y Alaia mientras Emilie, 'tiktoker' de origen francés con más de 13 mil seguidores en su cuenta grababa un vídeo en directo. «Guau, es una pasada lo que hace este señor», relataba en un castellano casi perfecto. «Quiero que lo vean mis seguidores».
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