La conversación más importante de nuestro tiempo
El árbol de la ciencia ·
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El árbol de la ciencia ·
Nuestra inteligencia ha generado los instrumentos necesarios para crear un nuevo ser humano. Ha nacido el transhumanismo, una corriente de pensamiento (una ideología para sus más acérrimos defensores) que busca progresar mediante la aplicación de la ciencia y la tecnología para aumentar las capacidades físicas ... y mentales del ser humano que será mejor y vivirá joven, sano y feliz eternamente.
Los instrumentos en cuestión son la edición génica y la manipulación cerebral con la inserción de nanochips. La primera puede modificar la dotación genética en fetos y adultos para eliminar mutaciones y erradicar enfermedades hereditarias. La segunda podría derrotar las enfermedades mentales y degenerativas. Esto es fantástico. Sin embargo, todo avance tecnológico revolucionario (y este lo es) tiene una cara oculta que va más allá de su aplicación terapéutica. Así, la edición génica puede utilizarse para seleccionar fetos y crear niños a la carta: más inteligentes, más bondadosos, más fuertes, más sanos. Y si estos cambios se introducen en la línea germinal pueden transmitirse a las siguientes generaciones de modo irreversible. Incluso podría evitar el envejecimiento y la muerte. Controlaríamos nuestra evolución natural. Por su parte, un chip cerebral podría crear híbridos hombre-máquina con mayor inteligencia, memoria y otras virtudes, pero también podría exacerbar aspectos negativos, como la maldad o la violencia. Este rostro oscuro genera enorme preocupación ética por sus riesgos científicos y sus repercusiones personales, familiares, sociales y políticas. Las preguntas son infinitas. ¿Tengo derecho a decidir por mis hijos y modificar su dotación genética para siempre? ¿Y si no lo hago y le privo de ser 'mejor'? ¿Esta tecnología será accesible a todos por igual? ¿El ser humano será más humano o se deshumanizará? ¿Podrá manipularse el genoma y el cerebro sin efectos indeseados? ¿Tiene sentido una vida infinita? ¿La queremos? ¿Habrá alimentos para todos? ¿Aguantará el planeta? El punto final del transhumanismo es el posthumanismo que ya no trata de mejorar al humano sino de superarlo (y, tal vez, prescindir de él, pues «los humanos serán tan irrelevantes como las cucarachas» en palabras de Marshall Brain) a través de la robótica, la inteligencia artificial y la generación de una superinteligencia.
No se trata de ser catastrofista porque es probable que estos objetivos sean inalcanzables, al menos en este siglo. Además, todo lo que se investigue con sus millonarios presupuestos redundará en avances tecnológicos y médicos beneficiosos y el futuro será mejor… siempre y cuando nos anticipemos, reflexionemos sobre sus implicaciones y regulemos los aspectos conflictivos. Los cambios se producen a velocidad de vértigo y toda la sociedad tiene que participar y actuar. Toda. Existe un movimiento por la inteligencia artificial segura y benéfica, con objetivos alineados con los humanos. Para el físico Max Tergmak «es la conversación más importante de nuestro tiempo». Y debo estar sordo pues aquí es solo un susurro en un mar de estridencias políticas inútiles, aunque Europa parece ponerse las pilas y anuncia inversiones millonarias.
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