La familia Duran Sagastuma se saluda desde dos ventanas de su casa. Los tres hijos son positivo y los padres negativo.

La tercera ola complica la vida familiar tras cuadruplicarse la cifra de niños aislados

El aumento de positivos en el último mes, hasta los 6.000 alumnos confinados en la actualidad, pone en jaque la conciliación

Martes, 9 de febrero 2021, 06:30

Los temores de inicio de curso están cogiendo forma cinco meses después. Los índices de aulas cerradas por el coronavirus van en aumento, ayer los datos volvían a arrojar cifras preocupantes, 253 clases confinadas en toda Euskadi. Si la media por aula es de ... 25 alumnos, la proyección eleva a 6.325 menores los que están en sus casas porque han cerrado sus clases. A esta cifra se debe sumar la de los estudiantes de 18 años confinados por positivo o por contacto estrecho, un número que no ofrecen desde Salud pero que tras el nuevo y restrictivo protocolo puesto en marcha en enero ha provocado que esas cifras aumenten.

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La tasa de incidencia acumulada en 14 días por 100.000 habitantes en esta franja de edad alcanzó ayer los 831,18 casos, un 1,07% de la población. Donde más positivos se encuentran es entre los menores de 6 a 12 años con un 1,12%, seguidos de los de 13 a 16 con un 1,11%. La evolución en los gráficos es clara, el 18 de enero apenas había un 0,31% de aulas confinadas, un mes después esos números se han cuadruplicado.

El último protocolo para los centros escolares obliga a los niños que están en un radio menor de 2 metros de un caso positivo en el aula a ser considerados contactos estrechos, eso significa diez días en casa aislados. Diez días de quebraderos de cabeza para las familias que no tienen cómo compaginar el cuidado del menor con sus trabajos, porque si un niño da positivo los padres que se confinan con él causan baja laboral. Pero si el menor es contacto estrecho pero no da positivo, los padres no se pueden acoger a nada, tienen que tirar de cuidadores o de vacaciones y es donde se complica la conciliación.

«Existe una laguna absoluta en el caso de los contactos estrechos de menores», afirma Natalia Díez-Caballero, directora de Hirukide, la federación de familias numerosas de Euskadi. Desde Hirukide tienen claro que en esta pandemia se está dejando a las familias a su suerte. Hay gestos, como la última línea de ayudas excepcional para la contratación de personas trabajadoras para el cuidado que se amplía a la franja de los 3 a 14 años que ayer anunció el Gobierno Vasco. «Cualquier medida que sume nos viene bien, esta nueva línea va a tener vigencia hasta el 30 de junio, pero estoy convencida de que tal y como estamos tendrán que alargarla», afirma. Pero poca ayuda más. «Es competencia del Gobierno central aplicar ayudas para la conciliación en los casos de confinamiento por contacto estrecho. No podemos dejar a los niños a su suerte, no entra en la cabeza de nadie que un menor de 14 años pueda estar solo en casa confinado más de ocho horas, pero la norma te dicta que deben aislarse», aclara Díez-Caballero. Desde Hirukide plantearon que se traten estos casos fuera del ámbito médico, «que se habilite una figura que no sea baja laboral, porque esto carga el trabajo en los médicos. Se podría crear una baja administrativa, por ejemplo, y así aligerar la tarea de los sanitarios», explica.

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Profesores confinados

Quienes tienen hijos menores viven con inquietud las comunicaciones de posibles contactos estrechos. Si el empleo no permite teletrabajar y no se dispone de una red de cuidadores hay que echar mano de vacaciones, pero estas tienen un límite, y solo estamos en febrero. «Aunque no lo parezca las familias ya estamos pensando cómo vamos a organizar todas las vacaciones de verano y antes de eso está Semana Santa», asegura la directora de Hirukide. A ello se le añade otro problema: quién se hace cargo de cuidar a un menor que puede ser un posible futuro positivo. «Echar mano de familiares está complicado porque normalmente son los abuelos los que cubren los huecos en los cuidados cuando los padres trabajan y no deberían acercarse por precaución. Encontrar a una persona para solo diez días y meterla en casa también es difícil», explica Díez-Caballero.

Al comienzo de la pandemia sí se pusieron en marcha medidas excepcionales como excedencias o reducciones de jornada, pero se acabaron. Desde las instituciones tenían claro desde principio de curso que la prioridad eran las clases presenciales para atender las necesidades académicas y también para la conciliación. Pero los casos aumentan.

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Los rastreadores valoran si un docente es contacto estrecho o no del menor que ha dado positivo. Cuanto menor es la edad del alumno más posibilidades tiene el profesor de que lo aíslen, porque les resulta imposible dar clase sin tener contacto cercano con ellos. Si el docente se va a casa, el centro escolar debe encontrar a otro para dar clase o vigilar el aula. Este último mes, según algunos directores de colegios, encontrar profesores no está siendo tarea fácil.

Isabel Cuesta (su hija está confinada como contacto estrecho)

«Puedo cuidar de ella porque estoy en ERTE»

Edurne repasa sus lecciones en casa.

La llamada del rastreador llegó el domingo a las nueve de la noche. Edurne, la hija de Isabel Cuesta, era contacto estrecho de alguien de su clase, no sabe de quién. La pequeña con solo 9 años enseguida fue consciente de la situación. «Ella misma nos dijo que se aislaba, que se ponía la mascarilla en casa, la verdad es que se asustó», dice Isabel. Ayer lunes le hicieron la prueba de antígenos, y aunque a última hora le comunicaron que era negativo, debe seguir confinada. El sábado le hacen la PCR. Por precaución la hermana pequeña de Edurne ayer tampoco fue al colegio. Comparten cuarto y a sus padres no les parecía prudente llevarla pese a que el protocolo no dice nada. «Solo falta que dé positivo y la pequeña lleve el virus a su clase», comentaba su madre antes de recibir el mensaje de Osakidetza.

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Es la segunda ocasión desde el inicio de curso que esta familia de Irun vive un confinamiento de una de sus hijas. En noviembre les tocó con la pequeña Laia. «A día de hoy podemos asumirlo porque yo estoy ahora en ERTE, trabajo en hostelería y estamos cerrados, si no con quién dejo a mi hija diez días», se pregunta. La misma situación vivieron hace tres meses, cuando también estaban en ERTE pudieron cuidar de la pequeña de 8 años.

En la mente de su madre ronda constantemente quién se hubiera hecho cargo de Edurne si estuviera trabajando porque «afortunadamente el aita, que también es del sector hostelero ha empezado ya». Les preocupa que no pierda el ritmo de clase. «Este jueves tenía un examen, le agobia no poder hacerlo», cuenta. «Nuestra mayor dificultad está en ayudarles en esas tareas escolares, yo no sé euskera y se complica», revela Isabel.

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Aunque el test de antígeno de Edurne ha dado negativo le quedan diez días por delante en su cuarto. «Nos arreglaremos, tenemos un sofá cama en el salón e iremos viendo. Nuestra casa es pequeña», explica su madre. «Tiraremos de mascarillas, guantes de latex y mucha desinfección además de mucha paciencia».

Nerea Sagastume (sus tres hijos son positivo)

«Es imposible no entrar en su cuarto, son pequeños»

El matrimonio Duran Sagastume. Lusa

El pasado martes al pequeño Lucas Duran le dolía la garganta, su ama estaba tranquila pero lo dejó en casa por precaución. El miércoles tenía unas décimas y le hicieron una PCR. Resultado: positivo. Rápidamente toda la familia a casa y pruebas para los dos hermanos mayores y los padres. Resultado: los tres hermanos están contagiados y los padres son negativo. Empezaba así su confinamiento familiar. Los dos pequeños, de 10 y 15 años comparten cuarto, el mayor de 19 tiene su propia habitación. Cumplen el aislamiento de los chavales pero «a veces tengo que entrar donde los más pequeños, pasan demasiadas horas juntos y solos, al final, acaban teniendo alguna que otra pelea y me toca intervenir», cuenta Nerea.

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«El primer día se te caía el alma a los pies, cerrarles la puerta, dejarles la bandeja con la comida en el suelo, solo pueden salir para ir al baño», relata. «Me paso el día desinfectando, tengo las manos destrozadas de estar constantemente con la lejía», dice. Para evitar los gritos a puerta cerrada tiran de llamadas telefónicas, «es lo más cómodo». «A veces abusan un poco con los caprichitos que van pidiendo a lo largo del día», se sonríe al mencionarlo.

En cuanto supieron que estaban contagiados se pusieron en contacto con el colegio donde estudian, y los rastreadores les llamaron rápidamente para poder concretar quiénes eran contacto estrecho. «Nos hemos roto la cabeza por encontrar dónde se han contagiado. No puedes evitar sentirte culpable aunque sabemos que no es culpa nuestra, pero han confinado a amigos y a profesores. Un positivo y las consecuencias para el entorno son muy grandes», explica.

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La organización de la casa la llevan bien, la familia se ha volcado en ayudarles. «La compra nos la dejan en el ascensor y nuestra perrita se la ha llevado mi cuñado», relata. «El seguimiento escolar lo están haciendo a su ritmo porque hasta ahora no se han encontrado del todo bien», aclara. Cuando les hagan la segunda prueba a los padres si dan negativo podrán salir de casa, si están contagiados deberán sumar diez días más. «Es lo que más miedo me da, eso y que se complique. Solo quiero que se acabe, y que termine bien», explica Nerea.

Se amplían las ayudas para el cuidado de menores de entre 3 y 14 años

Es una nueva ayuda para las familias que necesiten de un cuidador para sus hijos, hasta ahora existía si esos menores tenían menos de 3 años. Ahora la medida se podrá aplicar a las personas trabajadoras que cuiden de menores de entre 3 y 14 años. La difícil situación de las familias para poder cuadrar sus agendas por la pandemia ha obligado al Gobierno Vasco a lanzar de manera excepcional una nueva partida destinada a este fin. En total el Ejecutivo vasco destinará tres millones de euros para la contratación de personas dadas de alta en el sistema especial de empleados de hogar integrado en el régimen de la Seguridad Social. Si la renta de la familia que lo solicita es igual o inferior a los 20.000 euros se subvencionará al 100% mientras que cuando los ingresos familiares sean superiores a esa cantidad se abonará el 75%. Estas ayudas se podrán solicitar desde el 1 de marzo hasta el 30 de junio pero tiene carácter retroactivo a todo este curso escolar. Para poder acceder a ella, los demandantes deberán tener una jornada laboral completa salvo en el caso de familias numerosas en las que uno de los progenitores podrá tener reducción de jornada.

«Estamos contentos con esta nueva ayuda, la habíamos solicitado en la primavera del año pasado y nos consuela que tenga carácter retroactivo», sostiene Natalia Díez-Caballero, directora de Hirukide. Esta ayuda para contratar cuidadores es una salida para quienes no tiene cómo conciliar. «Al menos se debe tener contratado 59 días de manera discontinua, toda ayuda es bienvenida. No solo es confinamiento de menores, este año muchos se han quedado sin comedores escolares o sin servicios de custodia previa a las clases, que paliaban las necesidades de las familias y han necesitado echar mano del presupuesto familiar para cubrir huecos. Nos tememos otro verano sin colonias por lo que habrá que contratar más cuidadores», asegura.

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