Begoña Sánchez (Bar Mendi): «Nos podían haber dejado el fin de semana. Tengo la despensa llena. ¿Qué hago con esa comida? Hay cosas que se ponen malas».

La hostelería baja la persiana: «Va a costar recuperarse de este golpe»

Hostelería. Bares y restaurantes bajan la persiana «molestos» con la nueva medida, que consideran «totalmente injustificada». «¿Quién aguanta otro mes sin ingresos? Es inviable», se quejan los afectados

Sábado, 7 de noviembre 2020, 08:13

El de ayer fue un día duro para la hostelería. «Un golpe del que costará recuperarse». Los restaurantes sirvieron sus últimas comidas y cenas en el cola, mientras que los bares ponían cervezas y las cafeterías cortados a todos aquellos que se resistían ... al cierre que, por ahora, durará un mes. Treinta días en el que miles de familias se quedarán sin cobrar, «algunos tirando de ahorros y otros sin apenas para sacar a sus hijos adelante», se lamentan los profesionales del sector, que sienten «impotencia» ante las últimas medidas tomadas por el Gobierno Vasco y que, según ellos, están «totalmente injustificadas».

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En Casa Galicia, en plena calle Zabaleta, Pili Roldán exprimía las últimas horas de servicio con solo un par de mesas ocupadas y varios clientes habituales bebiendo su copita de vino. «Que nos traigan la bebida a domicilio», bromeaba uno. No va a ser el caso. Al menos en este establecimiento. «No compensa».

Desde que reabrieron después de la primera ola, a finales de primavera o comienzos de verano, han trabajado al 30%. «No había que haber criminalizado de esta manera al sector hostelero. Tras la pandemia ha costado mucho salir a flote y ahora nos van a hundir aún más», se lamenta Pili, que insiste en que «es mejor no hacer números».

Prefiere no saber todavía cuánto van a perder. Tampoco se plantea cómo va a ser la reapertura. «Imagínate que vuelven a poner fases, o que la gente solo puede estar en la terraza», dice señalando al exterior de su local, donde solo hay una mesa disponible. Para ellos, sería «la ruina». Ya se han visto afectados por el Covid desde el comienzo de la crisis sanitaria: el primer cierre, el confinamiento... «Y el miedo de la gente a estar en el interior». Estas últimas semanas estaban dando una media de 20 comidas al día, cuando lo habitual para ellos es 70. «¿De qué sirve que nos cierren si luego la gente se amontona en otros sitios?», se pregunta Pili.

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No es la única. El tradicional bar Mendi, en San Francisco, cambió de dueños a comienzos de año. Lo cogió Begoña Sánchez. Desde entonces, «ha sido todo una odisea». Abrió el 3 de junio. «Hemos peleado el verano como hemos podido, sin ninguna ayuda porque no llevaba el suficiente tiempo en funcionamiento». En octubre cogió el Covid-19, estuvo dos semanas en casa encerrada y ahora lleva 9 días abierta. «¿Quién aguanta otro mes cerrados? Es inviable», se queja.

Se muestra tajante ante la medida que entra en vigor hoy: «No es la solución. Ha habido un acoso y derribo impresionante contra la hostelería. Ojalá me equivoque, pero creo que la situación va a seguir igual aunque cerremos. Estamos cumpliendo todas las medidas y apenas ha habido contagios en los restaurantes». Por eso, Begoña prefiere «que nos encierren a todos quince días a que hagan esta especie de parón solo para algunos. La pandemia es para todos, no solo para uno». Sus trabajadores irán al Erte y ella tendrá que luchar por sobrevivir.

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Para ello, a diferencia de Casa Galicia, va a impulsar el 'take away', pero «sobre reserva», un sistema que se popularizó durante el confinamiento de marzo. En cualquier caso, comparte con Pili que «tiene que pedirnos mucha gente para que el servicio a domicilio nos salga rentable. Aquí tiene que haber gente trabajando para sacar los envíos», reflexiona mientras sirve un pintxo de tortilla.

Entre otras cosas, Begoña está disgustada porque «no han avisado con la suficiente antelación. Tengo la despensa llena. ¿Qué hago con esa comida? La bebida aguanta, pero los mejillones, por ejemplo, no. El género que se ponga malo tendremos que tirarlo a la basura. Podrían habernos dejado el fin de semana para gastar existencias al menos», dice. Además, «va a hacer bueno». Nada más enterarse de la nueva medida se puso en contacto con diferentes proveedores. Solo ha podido retirar un pedido.

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«Nos ha cogido indefensos»

Basta con asomarse al bar Ezkurra, conocido por su exquisita ensaladilla rusa, para entender el sentir de los hosteleros. La cara de su propietario, Joseba Balda, lo dice todo. En esta ocasión, «a diferencia de en la primera», ha sentido «mucha rabia e impotencia». Antes «no sabíamos lo que había, pero ahora hemos visto cosas. Han pasado meses y las autoridades han tenido la posibilidad de hacer algo, pero se ha esperado hasta cerrarnos. Lo están haciendo fatal», argumenta el último día abierto hasta nuevo aviso. Ellos volverán a los pedidos con encargo para recoger en el establecimiento, como ya hicieron durante el confinamiento y acostumbran hacer con su plato estrella, pero no entiende el cierre, que les ha cogido «totalmente indefensos».

Joseba Balda (Ezkurra): «Cuando se habla de Euskadi y de Donostia se presume de gastronomía, pero después los hosteleros no somos esenciales»

La decisión, insiste, «se ha tomado de la pero manera posible, nos ha cogido indefensos». Motivados por «la insistencia del gobierno en culpabilizar a la hostelería», los hosteleros vascos se manifestarán esta tarde. En Donostia, la protesta tendrá lugar a las 17.30 en el Boulevard.

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Si hay algo que le saca de sus casillas a Joseba es que «cuando se habla de Euskadi y de San Sebastián se presume de gastronomía, aquí tenemos la primera universidad gastronómica, pero después dicen que los hosteleros no somos esenciales. Para mí, que vivo de ello, mi trabajo es esencial». En el bar Ezkurra ocho familias se van a ver afectadas por el cierre de este mes. El 'take away' le sirve para «cubrir gastos», pero no más. Esta última semana, por el toque de queda, la facturación ha bajado al 50% y en verano ha estado en torno al 60-70%.

«Ayudas mal distribuidas»

Desde el bar Jesy, también en Gros, están «molestos». Su propietario, Gorka Pérez, que trabaja junto a su padre, se siente «apoyado» por la gente pero «la vuelta va a ser complicada». Ellos, por ahora, confían en seguir adelante cuando reabran, pero saben que la realidad de otros no se asemeja «para nada» a la suya. «El que aguante seguirá y el que no, tendrá que cerrar», se sincera. Porque no confía mucho en las ayudas, que están «muy mal distribuidas».

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Gorka Pérez (Desy): «Estamos muy molestos. Nos es justo que se nos ataque así sin razón. La vuelta va a ser muy complicada»

No dice que en los bares y restaurantes no se haya juntado gente, «pero siempre con las medidas de seguridad pertinentes. Además, que nosotros somos un punto de encuentro es evidente pero también lo son otros lugares y no se cierran. No es justo que se pague con nosotros. Nos están atacando sin razón». Esta tarde, como la mayoría de sus compañeros de profesión, estará en el Boulevard peleando por «los derechos y las familias» de hosteleros.

En el bar Iturrioz del Centro de San Sebastián los ánimos también estaban decaídos. A Ander Bretón le preocupa no tener un sueldo. «Es con lo que vivimos mi familia y yo. ¿No se considera trabajo esencial?», se pregunta.

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