
Los amantes de lo ajeno no descansan ni dejan de sorprender a propios y extraños. Si no, que se lo pregunten a Santi Etxezarreta, que hace unos días comprobó que habían desaparecido alrededor de doscientas plantas de roble del país de un terreno que tiene en Antzuola.
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Ayer, todavía no acababa de comprender o creer lo que había sucedido con todas las plantas de los árboles y su desconcierto se mezclaba con una gran dosis de impotencia y bastante rabia. «No es por el valor económico de las plantas, que ronda los doscientos euros, sino por el esfuerzo que realizas para plantarlos y que desaparezcan así, sin más, te genera mucha rabia. Pero bueno, ya está hecho y ya no hay vuelta atrás», se resignaba.
Tras el disgusto inicial, Santi no ha desistido en su propósito de plantar sus árboles y la mañana de ayer la invirtió en ese cometido. Mientras reponía los árboles sustraídos por otros tantos ejemplares de la misma especie, el antzuolarra explicaba que «los planté a finales del mes de enero. El tiempo no ha acompañado estas semanas y no había subido al terreno. Hace unos días vine para ver cómo estaban y vi que faltaban todos los árboles que había plantado. No podía creérmelo».
Aún no acaba de dar crédito a la desaparición. «Llegar hasta aquí no es fácil, y a esto se añade que coincide justo con la plantación». A Santi le parece que son demasiadas casualidades. «A mí me cuesta venir hasta este terreno con mi coche por el estado de la pista. Me arreglo porque conozco el camino, pero cualquiera no puede venir hasta aquí con cualquier vehículo y sin conocer el lugar», insistía.
Las dudas asaltan a Etxezarreta, que sin embargo tiene sus sospechas de quién ha podido ser. «Pero no puedes decir nada. Puse la denuncia y hablé con los ertzainas. Me preguntaron si tenía algún problema con algún vecino, pero no los tengo. No creo que sea ese el caso; pienso que el que ha venido hasta aquí sabía qué se iban a encontrar» y no le queda ninguna duda de que «lo van a reutilizar en otro sitio, porque si no, no se llevan todas las plantas».
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Etxezarreta supone que «no ha sido nadie que ha pasado por aquí de manera casual. Me cuesta creer que haya sido alguien que iba a dar una vuelta al monte y se ha llevado casi doscientas plantas, ni tampoco los que se acercan con motos a la zona se han puesto a arrancar los árboles. Creo que quien viene hasta aquí a llevarse tantas plantas de árbol, viene preparado para llevárselas. Y tampoco ha sido uno solo, porque a mí plantar la mitad me está llevando hoy la mañana entera. Arrancarlos es fácil, pero hay que saber cómo hacerlo si luego quieres replantarlos. Si no los quisieran plantar en ningún otro sitio, si solo querían arrancarlos, los hubieran tirado por aquí y no hay rastro de ninguno de los robles que planté en enero», asegura Etxezarreta.
Prueba de ello, según añade el antzuolarra, es que «entre las plantas del roble autóctono fui colocando de manera intercalada plantas de otras especie, y de esas han sacado una docena solamente. En cuanto se dieron cuenta de que no eran robles, las han dejado tiradas aquí mismo, se pueden ver cerca de los agujeros donde las había colocado».
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Etxezarreta había programado «plantar ahora otros 900 árboles, entre hayas y castaños», y de hecho lo había organizado todo «para hacerlo con mi hermano y un grupo de amigos que me iban a ayudar. Traje todas las plantas en el todoterreno hasta la zona en la que íbamos a colocarlos, con la intención de dejarlos en el mismo terreno para el día siguiente, pero cuando vi lo que habían hecho con las plantas de roble no me atreví. Me los llevé de vuelta a casa, porque el valor de estos árboles es mayor y no quiero que se los lleven también».
Santi Etxezarreta asegura que «no había escuchado nunca que en Antzuola o los alrededores haya pasado nunca nada así, aunque después de que me pasara a mí lo he comentado con algunos vecinos y me he ido enterando de que sí que han robado a otros baserritarras por la zona. La verdad, que no acabo de creérmelo pero ha pasado y nadie me asegura que no pueda volver a pasar. Ni a mí, ni a cualquier otro».
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Ahora solo queda esperar porque, como apunta el antzuolarra, «si han venido hasta aquí, un terreno que se ve desde el camino, pero que tienes que controlar para saber que ha sido plantado, tienes que tener como objetivo llevarte las plantas ya que te tienes que tomar el trabajo de sacarlos y llevártelos y para eso tienes que estar preparado, pues no sé qué más no va a pasar. No estamos en este sector para muchas bromas, pero bueno, seguiremos haciendo nuestro trabajo».
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