Asun Casasola mira una fotografía de Nagore en la que era la habitación de su hija en su casa de IrunDe la Hera
DV Podcast | Crónica negra de Gipuzkoa
«Llevo 14 años sufriendo, pero prefiero ser la madre de Nagore que la de un asesino»
El crimen de Nagore Laffage ·
Asun Casasola, madre de la joven irundarra asesinada en los sanfermines de 2008, sigue volcada en mantener su recuerdo y «que nadie olvide lo que le pasó»
Lara Ochoa y Dani Soriazu
Sábado, 2 de julio 2022
Cuando el chupinazo prenda el miércoles la mecha de los Sanfermines para dar paso a siete días de fiesta ininterrumpida en Pamplona, a casi 100 kilómetros esa alegría se convertirá en profunda tristeza para la familia Laffage-Casasola. «Aunque desde que asesinaron a Nagore todos los días son malos, en San Fermín todavía es peor... pasamos unos días terribles, muy duros», confiesa Asun Casasola entre lágrimas. Es inevitable que el dolor con el que convive desde aquel fatídico 7 de julio de 2008 aflore a través de sus ojos vidriosos al evocar a su hija. Nagore tenía veinte años y «toda una vida por delante» cuando fue asesinada a manos de José Diego Yllanes. «¿Por qué?», sigue preguntándose esta madre coraje a la que aún le quedan fuerzas para luchar por mantener vivo el recuerdo de su hija y «que nadie olvide» el horror que le tocó vivir.
Este jueves se cumplirán 14 años del crimen que acabó con la vida de la joven irundarra. El autor confeso fue condenado a doce años y seis meses de prisión por un delito de homicidio y no de asesinato como reclamaban la familia, la fiscalía y todas las acusaciones populares, al considerar el jurado que Nagore no estuvo en una situación de indefensión. La sentencia «fue un mazazo» y el paso del tiempo no ha logrado cicatrizar lo más mínimo esa herida. «Mi gran decepción es ese jurado popular. ¿Cómo fueron capaces de decir que el crimen de Nagore había sido un homicidio y no un asesinato? ¿Que no vieron alevosía? A Nagore le pegaron una paliza, tenía roto el cráneo y golpes por todo el cuerpo. ¿Qué opciones tuvo mi niña de defenderse? No lo entendí entonces y todavía hoy lo sigo sin entender», lamenta.
«Alegre y con personalidad»
Asun le ha dado muchas vueltas a lo que ocurrió aquel día en ese piso de Pamplona, pero lo que tiene claro es que Nagore -a la que recuerda como una «niña alegre y con mucha personalidad»- nunca pensaría que decir 'no' le iba a costar la vida. «Lo de Nagore fue por una negación. Ella no fue violada, no tenía ninguna huella de él en su cuerpo. Muchas veces he pensado, con lo inteligente que era, '¿por qué no se dejó?' Por lo menos habría vivido, pero es que ella jamás pensaría que una persona conocida le podría hacer algo así», asegura.
Según se declaró probado en el juicio, aquella noche Yllanes, que era médico interno residente de la Clínica Universitaria de Navarra, y Nagore, estudiante de Enfermería en el mismo centro, coincidieron de forma casual en plenas fiestas de San Fermín. Tras mantener una conversación, subieron al piso de él. El crimen se cometió entre las 7.00 y las 8.00 de la mañana.
CRONOLOGÍA
7 de julio de 2008
José Diego Yllanes mata en Pamplona a Nagore Laffage. El cadáver de la joven es encontrado en un paraje boscoso de Orondritz. Yllanes es detenido horas después y reconoce la autoría
2 de noviembre de 2009
Comienza el juicio por el crimen
13 de noviembre de 2009
El jurado popular emite su veredicto. Considera a Yllanes culpable de homicidio -no de asesinato- con cuatro atenuantes. Una semana después el juez rectifica la decisión y desecha dos de los atenuantes. Condena a Yllanes a 12 años y 6 meses de cárcel
16 marzo de 2010
El Tribunal Superior de Justicia de Navarra rechaza los recursos de la acusación particular y las acusaciones populares.
27 diciembre de 2010
El Supremo rechaza los recursos, también el de la defensa, y ratifica la condena por homicidio. Se cierra la batalla judicial.
7 de marzo de 2018
José Diego Yllanes accede a la libertad condicional
El jurado concluyó que José Diego Yllanes pensó «erróneamente» que Nagore Laffage quería mantener una relación y respondió de forma brusca. El jurado estimó que Nagore también interpretó «erróneamente la actuación violenta del acusado como un intento de agresión sexual y como reacción amenazó al acusado con destruir su carrera y denunciarle».
Esas amenazas provocaron la reacción violenta de Yllanes, quien propinó una fuerte paliza a la joven a la que terminó por estrangular. Posteriormente, pretendió descuartizar el cuerpo y llegó a cortarle el dedo índice con un machete. Finalmente lo llevó hasta un paraje boscoso del Valle de Erro en Navarra, a 25 kilómetros de Pamplona, donde lo abandonó. Pocas horas después, el cuerpo sin vida de Nagore fue hallado por una vecina. Fue el comienzo de la pesadilla para Asun y su familia. «He tardado mucho tiempo en reconocer lo que le pasó. Mi mente no lo quería creer. Soñaba que Nagore estaba en América y que venía, y que había una persona en la cárcel, pero que la víctima no era ella», cuenta rota de dolor.
En su primera entrevista con este periódico días después del crimen y con el autor confeso en prisión preventiva, Asun pedía dos cosas: «que el autor de esta horrenda muerte sea condenado a muchos años de cárcel y que jamás ejerza de psiquiatra». Pero ni una cosa ni la otra. La justicia, en la que la familia confiaba hallar consuelo, no alivió su calvario. Más bien al contrario. «Fue una decepción tras otra», insiste Asun.
Varapalo judicial
Tras el veredicto del jurado comenzó una agónica batalla judicial a la que el Supremo puso fin en diciembre de 2010 ratificando la sentencia de doce años y seis meses de cárcel por homicidio. «Fue muy duro. El caso de Nagore es uno de los que más se nombra por lo injusto que fue», asegura con lágrimas en los ojos.
En marzo de 2018, a pocos meses de que se cumpliera el décimo aniversario del crimen, José Diego Yllanes obtuvo la libertad condicional. «No llegó a estar ni nueve años en la cárcel y me enteré de que había salido por los medios. No puede ser que la justicia no piense nunca en las víctimas», lamenta. Pero irremediablemente ese día tenía que llegar. «Te vas mentalizando y haciendo fuerte... Lo que no quiero es crearme una enfermedad y morirme, como le ocurrió a mi marido, Txomin. Él no supo gestionar todo lo que ocurrió, no pudo soportarlo», cuenta.
Ella y su hijo Javier siguen «sobreviviendo», pero no encuentran alivio para tanto dolor. «Llevo 14 años sufriendo, pero prefiero ser la mamá de Nagore que la de un asesino. Aunque hubo un momento en el que me planteé qué mamá quería ser, porque imagino que la mamá de él tendrá otro vida, incluso igual hasta tiene nietos de ese hijo que mató a Nagore y yo...», explica con voz temblorosa. Pero Asun vuelve a sacar fuerzas, toma aire, se recompone y prosigue: «Sigo pensando que quiero ser la mamá de Nagore porque ser la de un asesino tiene que ser horrible».
«Me gustaría que me pidiera perdón para ver cómo me hace sentir»
Asun Casasola y su familia llevan 14 años esperando un perdón sincero «que nunca ha llegado» y que ve «cada vez más difícil». «Con todo el tiempo que ha pasado, creo que ese perdón ya nunca llegará. No quiero verle, ni reunirme con él, pero sí me gustaría que me mandase una carta o un telegrama en el que me dijera: 'siento lo que le hice a tu hija' y poder ver qué me hacen sentir esas palabras. No sé si aceptaría su perdón, pero al menos podría decir al mundo si me ha servido de algo o no», explica.
Aunque José Diego Yllanes sí llegó a verbalizar la palabra perdón en el juicio, « lo hizo mirando al jurado y porque su abogado se lo dijo. Eso a mí no me vale», afirma con rotundidad. Ese momento está recogido en el documental 'Nagore', dirigido por Helena Taberna y que se proyecta cada curso en diferentes centros escolares de Navarra. «Los chavales se emocionan mucho al verlo, no entienden cómo pueden pasar esas cosas», indica Asun.
Ella acude siempre que se lo piden a los colegios a contar su historia en primera persona y aportar su granito de arena en la lucha contra la violencia de género. «Pienso que es importante que ese documental se vea y, aunque a mí cada día me cuesta más, no lo quiero dejar porque si sirve para que alguien aprenda y que la sociedad vaya cambiando poco a poco me doy por satisfecha». En este sentido, Asun reconoce que ha habido avances, como la aprobación el pasado mayo en el Congreso de la 'ley del solo sí es sí', que consagra el consentimiento como clave de la libertad sexual. «La gente está cada vez más concienciada con los casos de violencia sobre las mujeres. Esta ley ha sido posible porque el pueblo cada vez se moviliza más. Ahí está el poder. Poco a poco vamos avanzando».
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