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Crónica negra de Gipuzkoa

Diez años del asesinato de Rogelia Chivite

Lo que iba a ser un robo sencillo acabó convirtiéndose en uno de los crímenes más brutales cometidos en San Sebastián

Domingo, 9 de octubre 2022, 07:13

Iba a ser un robo sencillo. Llevaban días planeándolo. Tenían copia de las llaves de la casa de la víctima porque la madre de uno de ellos era su cuidadora. Por eso, sabían también que entre las dos y las ocho de la tarde Rogelia Chivite se encontraba sola en el piso y que a sus 93 años era una persona indefensa. Sin embargo, el plan comenzó a torcerse cuando en el descansillo de la vivienda 'Colocho' mostró a sus otros dos compinches un cuchillo que llevaba oculto bajo la ropa. Era el arma con la que minutos más tarde asesinaría a Rogelia en uno de los crímenes más brutales cometidos en San Sebastián.

El día del crimen

15.00 horas. José Alexander Ávila, alias 'Colocho', Jorvic Fernando Floirán y un menor -hijo de la cuidadora de Rogelia Chivite- quedan en las inmediaciones del Palacio de Justicia de Atotxa provistos de, entre otros efectos, viseras, gafas, guantes, pañuelos y mochilas. Desde allí caminan juntos hasta la casa de Rogelia, sita en la calle San Martín número 36. Acceden al portal con la copia de las llaves de la vivienda que habían hecho días atrás. En uno de los descansillos, antes de llegar al piso de Rogelia (quinta planta, mano izquierda) los tres jóvenes, de nacionalidad hondureña, ocultan sus rostros con los diferentes elementos que portaban. También se colocan unos guantes para no dejar huellas y evitar su identificación. En ese momento, uno de ellos exhibe un cuchillo, un elemento que todos ven.

Una vez dentro del piso de Rogelia, realizan un registro inicial de las habitaciones hasta que llegan a la de la víctima. Cuando perciben que la propietaria de la casa se encuentra en el cuarto, los tres jóvenes mantienen una breve discusión. Jorvic expresa su intención de marcharse, si bien 'Colocho' le dice que esté tranquilo pues «no iba a pasar nada». Él y el menor acceden a la habitación donde Rogelia descansa sobre la cama. Jorvic se queda en el pasillo.

Rogelia se da cuenta de la presencia de ambos, pero no tiene tiempo para mucho más. 'Colocho' se abalanza sobre ella y le asesta una puñalada en el lado derecho del cuello que le provoca una intensa hemorragia. Seguidamente, le propina «un golpe brutal» en la región facial que le causa diversas fracturas además de otra hemorragia con inmediata pérdida de consciencia y «entrada en una fase agónica». Con Rogelia desvalida, 'Colocho' le propina tres nuevas puñaladas. Los forenses concluyeron que el conjunto de las lesiones provocaron en la víctima un shock hipovolémico que le causó la muerte. Mientras la anciana es apuñalada, Jorvic permanece impasible en el pasillo. Tras asesinar a Rogelia, los tres jóvenes roban varias joyas antes de abandonar la vivienda. «Nos fuimos por La Concha y luego por la desembocadura del río por donde el menor se deshizo de las llaves y del cuchillo», testificaría Jorvic posteriormente en el juicio.

Buzos de la Ertzaintza buscan en el río Urumea las llaves y el cuchillo utilizado en el crimen. MICHELENA

20.15 horas. Como cada día, Ruth Ramírez, la cuidadora de Rogelia, regresa a casa de la víctima para atenderla. Al entrar todo el piso está oscuro. «Me fui a la habitación, me cambié de ropa. Como la señora me había dicho que si no estaba ella no entrara ni en el salón ni en su cuarto me fui a la cocina. Había dos maletas, una estaba rajada pero pensé que me las había dejado para que las tirara», recordó en el juicio. Ruth también explica que piensa que Rogelia ha salido con su hijo a dar un paseo y sigue con sus tareas domésticas.

22.00 horas. Viendo que pasan las horas y que no sabe nada de Rogelia, Ruth decide asomarse a su habitación. En ese momento halla a Rogelia muerta en su cama con heridas de arma blanca. «Corrí y pulse el botón de la telealarma», testificó.

22.15 horas. Ruth llama a Francisco Javier García Chivite, hijo de la víctima que reside en Hendaia y trabajaba de médico en Irun. Le dice que había problemas con su madre y que acudiera cuanto antes. Meses después, Francisco Javier declaró en el juicio que «por la manera en la que me lo dijo pensé que mi madre había sufrido un infarto o algo parecido. Ante la situación telefoneé a mi pareja que estaba en San Sebastián y que también es médico. Le dije si podía acercarse a casa». Tras colgar, Francisco Javier coge el coche y pone rumbo a Donostia. «Al llegar al portal me extrañó la cantidad de coches que había. Cuando subía las escaleras me crucé con los sanitarios de la DYA, les pregunté por mi madre y me dijeron que había fallecido. Segundos después supe que la muerte había sido violenta».

La policía constata desde el primer momento que el asalto lo ha podido cometer alguien conocido porque la puerta de la vivienda de Rogelia no había sido forzada. Cabe recordar que los tres jóvenes habían accedido al piso de la víctima con una copia de las llaves. Los investigadores encuentran también varias estancias de la vivienda revueltas así como varias maletas rajadas

En los días posteriores al crimen, 'Colocho', Jorvic y el menor proceden a vender parte de las joyas robadas a Rogelia en establecimientos de compraventa de oro. El resto lo mantienen oculto en una zona ajardinada de Egia.

'Colocho', junto a la Ertzaintza y su abogado. MICHELENA

La confesión

Casi un mes después del crimen, Ruth logra que su hijo, confiese su implicación después de que un familiar le llamase desde su país de origen, Honduras. Según explicó en el juicio: «Una prima me dijo que había tenido un sueño, que había visto mi casa rodeada de policías y que se llevaban a mi hijo. Entonces le pregunté a mi hijo si había tenido algo que ver en la muerte de la señora y me dijo que sí pero que todo había sido planeado por José Alexander ('Colocho')». Tras esta confesión, Ruth pone los hechos en conocimiento de su pastor evangélico y éste le insta a acudir a la policía. El menor, acompañado de su madre, se persona en la comisaría de la Ertzaintza donde confiesa su implicación en el crimen.


Primeras detenciones

Al día siguiente, la policía detiene en la calle Virgen del Carmen del barrio donostiarra de Egia a dos jóvenes por su implicación en el crimen de Rogelia Chivite. Uno de los arrestados es el menor de edad, hijo de la cuidadora de Rogelia, que pasa a disposición del Juzgado de Menores. Ambos estaban siendo investigados porque vendían objetos robados en domicilios.

Tercer arresto

La Ertzaintza detiene a otro joven de 18 años por su implicación en el asesinato de Rogelia Chivite. Con esta tercera detención, el departamento vasco de Interior da por concluido el arresto de implicados en el crimen y se afana en buscar el arma homicida en el río Urumea, lugar donde los jóvenes confiesan haber arrojado el cuchillo con el que mataron a la anciana.

A prisión provisional

Los dos jóvenes mayores de edad detenidos por su implicación en el asesinato de Rogelia Chivite ingresan en la prisión de Martutene. El menor de 16 años es internado en el centro de Ibaiondo de Zumarraga. Los tres quedan a la espera de juicio.

Juicio al menor de edad

Año y medio después del terrible crimen comienza en el Juzgado de Menores el juicio contra uno de los detenidos. En su declaración, el menor e hijo de la cuidadora de la víctima niega su implicación directa en el crimen e imputa la autoría material del asesinato a 'Colocho', al igual que hizo Jorvic en su declaración en la fase de instrucción. El 3 de mayo de 2013 es condenado a siete años y seis meses de internamiento en régimen cerrado y tres más de libertad vigilada como autor de un delito de asesinato en «comisión por omisión», así como de robo en casa habitada cometido con violencia. La jueza de menores aplica al acusado la agravante de empleo de disfraz y la atenuante de confesión.

Segundo proceso judicial

La Audencia de Gipuzkoa acoge el juicio contra 'Colocho' y Jorvic, los otros dos implicados en el crimen de Rogelia. En sus declaraciones ambos se imputan mutuamente de la autoría del delito. Tras escuchar durante tres días el testimonio de los acusados, de la asistenta de Rogelia (Ruth Ramírez), de los hijos de la víctima, y con las pruebas periciales y los informes policiales, el tribunal condena a los acusados a 23 y 22 años de prisión en una sentencia fechada el 7 de enero de 2015. En noviembre de 2015 el Tribunal Supremo confirma las penas al rechazar los argumentos de las defensas en sus respectivos recursos.

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