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Vídeo: La celebración y las palabras de agradecimiento de Purificación, junto a su hija, Marisa. Vídeo: Ainhoa Múgica / Foto: Arizmendi

Cumplir cien años merece un aplauso

Felicitación. Dotaciones de la DYA hacen sonar las sirenas frente a la casa de Purificación Llorente, que el viernes se convirtió en centenaria

Domingo, 12 de abril 2020, 07:49

Cien años no se cumplen todos los días y tampoco acuden dos dotaciones de la Asociación de Ayuda en Carretera (DYA) hasta la puerta de tu casa a felicitarte. Unas ambulancias con las luces y las sirenas encendidas se detuvieron ayer en el número 12 de la calle Isabel II para dar una sorpresa y felicitar a Purificación Llorente Gómez. La ocasión no era para menos, ya que esta vecina del barrio donostiarra de Amara pertenece desde el viernes a esa pequeña minoría de elegidos que logran superar la barrera centenaria.

Emocionada, Purificación agradeció el gesto de los integrantes de la DYA y de sus vecinos, que asomados a su balcones, aplaudían. Acompañada por su hija, Marisa, y su nieto, Julio, de siete años, no perdió detalle de la sorpresa que le habían preparado sus familiares y amigos. «¿Cómo viene este gente a felicitarme con la cantidad de cosas que tendrán que hacer?», se preguntaba con un punto de timidez.

Apagadas las sirenas, un saxo interpretó 'Tatuaje', de Concha Piquer, una de las canciones favoritas de Purificación: «Él vino en un barco, de nombre extranjero...».

Pese a las limitaciones impuestas por el coronavirus, Purificación celebró su cumpleaños con sus seres queridos. Degustó un menú regado con «un poquito» de vino y de postre una tarta sin azúcar, que es diabética. Marisa planeaba regalarle a Purificación alguna prenda de ropa, «porque a su edad sigue siendo una mujer muy coqueta que le gusta arreglarse», pero lo aparca hasta que las cosas mejoren y los comercios puedan abrir sus puertas. El presente que sí recibió fue el de su nieto, –un dibujo– al que considera el «motor» de su vida estos últimos años. Cuando tenía 97, le sometieron a una operación «a vida o muerte», que superó «por la ilusión de verle crecer». «Ahora, solo pide tener fuerzas para estar en la comunión de Julio», señala Marisa.

A esta bilbaína de nacimiento, la menor de seis hermanos, que se trasladó a Donostia durante la Guerra Civil, el confinamiento le ha trastocado su día a día. Por pertenecer a la población de riesgo, «asustada», no sale desde que se decretó el estado de alarma, y lo que más echa de menos es «ir a la calle a tomar un café, acercarse al centro y que le dé el sol». «Aunque tiene problemas de movilidad –explica su hija–, para bajar a la calle se maneja y con total libertad en su coche eléctrico que ella misma maneja».

Purificación es una mujer «vegetariana, ecologista y gran nadadora, que iba desde La Concha hasta la isla y vuelta», y no le faltan planes para el futuro. Fiel a su personalidad «muy inquieta» y a que está «muy bien de la cabeza», quiere seguir inculcando la pasión por aprender a su nieto, al que ya imparte clases de lectura y matemáticas. También planea el próximo viaje con su familia –los últimos fueron a las islas griegas y a Canarias– y ha marcado en rojo una cita a la que acude todos los años y nunca puede faltar: el cotillón que se celebra en el Hotel Amara Plaza en Nochevieja. «Es una mujer a la que le gusta la vida, vivir», finaliza Marisa. De eso, no hay duda.

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