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José Ignacio Munilla, durante su despedida

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José Ignacio Munilla, durante su despedida Michelena
Despedida de José Ignacio Munilla

«Me llevo a Alicante la 'ama' de Arantzazu»

El Buen Pastor se ha quedado pequeño para despedir al obispo José Ignacio Munilla

Aingeru Munguía

San Sebastián

Domingo, 6 de febrero 2022

La catedral del Buen Pastor de Donostia se quedó pequeña este domingo para despedir al obispo José Ignacio Munilla, que en una semana tomará posesión de su nuevo cargo en la diócesis de Orihuela-Alicante. Los católicos donostiarras llenaron el aforo permitido, un centenar siguió la eucaristía desde el exterior, y le dispensaron un largo aplauso al finalizar una misa que se prolongó durante casi dos horas. El Obispado de San Sebastián entregó al prelado saliente una imagen de la virgen de Arantzazu «la 'ama' a la que me habéis encomendado y que me llevo conmigo».

No fue un domingo cualquiera, desde luego, en la catedral del Buen Pastor. La eucaristía de despedida estaba programada a las 18 horas, pero ya había muchas filas cogidas desde una hora antes, sobre todo por religiosas de diferentes congregaciones. La catedral tiene un aforo que supera el millar de personas, pero con la normativa Covid queda reducido a un 60%. Personal con un contador manual en la puerta de la catedral controlaba la afluencia en todo momento. Diez minutos antes de la misa se alcanzó el aforo y la seguridad dispuso una cinta para evitar que más fieles entrasen al templo. Eso sí, se mantuvieron las puertas abiertas para que al menos desde la distancia los fieles pudieran seguir la misa.

Dos carteles colocados en la verja de la entrada ofrecían un código QR mediante el que los fieles pudieron seguir el evento con sus teléfonos móviles por el canal de Youtube del Obispado de San Sebasitán.

A las 18 horas en punto José Ignacio Munilla subía al altar precedido de 62 sacerdotes para iniciar la última misa en San Sebastián. Una decena de feministas esbozaba en el exterior una especie de 'performance' crítica con el obispo dejando carteles en el suelo con acusaciones como «misógino», «especulador» o lemas como «Kontuz Munilla el demonio es de nuestra cuadrilla». Los fieles que seguían la misa desde el exterior se enfrentaron a las activistas y recogieron todos los carteles del suelo. Minutos después aparecieron tres vehículos de la Ertzaintza con una decena de agentes cuando los enfrentamientos habían terminado.

En el interior de la catedral, el obispo decía en su homilía que «se abre una etapa de crecimiento para todos, para mí y para vosotros. No lo dudéis, nada de mirar para atrás con melancolía».

Munilla expresó un decálogo de convicciones que ha intentado transmitir en sus doce años como obispo, entre las que destacó la «comunión eclesial inequívoca»: «Acoged al que sea mi sucesor con los brazos abiertos», dijo, «antes incluso de saber su nombre, orad por él y ofreceros en su momento a una colaboración leal y humilde». Y no se olvidó del sentido del humor, «que no es otra cosa que el sentido común bailando. Se trata de una gran ayuda para relativizar en esta vida todo lo que no sea Dios mismo». Recordó que en la eucaristía de su toma de posesión en 2010 se acordó del borriquillo que Jesús montaba aquel Domingo de Ramos y «mira tú por dónde que doce años después me toca subirme encima del borrico», en alusión a la tradición que cumplen todos los prelados de su nueva diócesis. «Le pido a Dios, eso sí, que al montar encima de la mula, no deje de ser consciente de que sigo llamado a ser como el borrico que lleva el peso de la cruz de Cristo sobre sus lomos». «Con vosotros he sido cristiano, para vosotros he sido obispo. ¡Os llevaré siempre en mi corazón!», finalizó Munilla con una ovación de minuto y medio.

El vicario general Juan María Olaetxea ensalzó el trabajo de José Ignacio Munilla, su «cercanía», su «accesibilidad», su apuesta por una iglesia más acogedora» y advirtió: «O estamos unidos o no tenemos nada que hacer». «Que la virgen de Arantzazu le acompañe y le proteja», finalizó. Una imagen de la patrona de Gipuzkoa le fue entregada a Munilla en el adiós. El prelado pidió perdón por «mis pecados y limitaciones» y aseguró que ha sido «un honor» servir a la Iglesia de Gipuzkoa. «No os podéis imaginar hasta qué punto el obispo se siente acompañado». En la despedida «habéis hecho como Jesús: aquí tienes a tu madre. Me voy a Alicante con 'ama' Arantzazu».

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