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Este Día Mundial del Alzhéimer, celebrado ayer, sigue marcado por la pandemia. La vacunación ha reducido de forma drástica la crueldad con la que la covid se ensañó con las personas con alzhéimer en las primeras olas. La dosis de recuerdo ofrecerá una seguridad adicional. ... El confinamiento y la restricción del contacto social han impactado en las imprescindibles actividades de estimulación cognitiva, con el consiguiente deterioro global del curso de la enfermedad. La pandemia ha ocasionado también un retraso en el diagnóstico y en la atención médica, entendibles en un sistema sanitario volcado en la emergencia de la covid (y que también lo ha hecho). La investigación se ha resentido.
Así lo denuncia un reciente editorial de Lancet Neurology que pide no olvidar a la demencia en la lista de prioridades por sus implicaciones sanitarias, sociales y económicas. Varias entidades españolas han solicitado lo mismo en el Congreso de los Diputados hace pocos días. Según la ADI (Alzheimer Disease International) no se están cumpliendo los objetivos fijados por la OMS en el Plan Global de actuación frente a la demencia 2017-2025, en especial los Planes Nacionales contra la demencia y las campañas de sensibilización sobre los factores de riesgo y el estilo de vida. De hecho, la OMS reivindica la importancia de la prevención e insiste en que un 40% de los casos de demencia obedece a factores modificables con medidas de salud pública y de estilo de vida. Los 12 miembros sin piedad de este jurado implacable son: baja alfabetización y nivel educativo, falta de interacción social (soledad) e historial de depresión, sordera, sedentarismo, obesidad, hipertensión arterial, diabetes, consumo de alcohol y tabaco, contacto estrecho con polución ambiental y traumatismos craneales repetidos. El papel del estrés y del mal dormir no está tan claro, aunque son pilares importantes para el bienestar físico y mental. Muchos de estos factores mejoran con un estilo de vida que incluya ejercicio físico, dieta equilibrada tipo mediterránea o plato de Harvard (recuerde que los enemigos son la sal, el azúcar, las grasas trans y el alcohol), control de la audición y relaciones humanas para realizar actividades sociales y culturales.
La Organización Mundial de Ictus (WSO de sus siglas en inglés) se ha unido a esta petición de la OMS. La prevención del ictus y la demencia es el foco de la serie de Políticas Globales de la WSO. El ictus y la demencia están íntimamente relacionados y comparten muchos factores de riesgo. La WSO recomienda planificar una estrategia común de prevención primaria dirigida a amplios sectores de la población y propone que sea considerada una prioridad global de salud pública. Es la forma más sensata de detener la enorme carga personal, familiar y social que suponen ambas enfermedades.
La WSO apela a promover una aproximación holística de la prevención para toda la población con el objetivo de mantener una buena salud cerebral durante toda la vida, comenzando en edades tempranas. Gipuzkoa llevó a cabo una campaña en este medio de comunicación en el año 2017 que se siguió de la APP gratuita el Semáforo del alzhéimer. Es un buen momento para reditarla y que el mensaje de la prevención cale en la sociedad a modo de txirimiri.
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