Antonio Aretxabala, geólogo e investigador.

Donostia no es zona con sismicidad propia, pero sí «una esponja» de las de alrededor

La estructura geológica no sería propicia para que genere terremotos pero sí para amplificar y rebotar aquellos originados en puntos cercanos

Oskar Ortiz de Guinea

San Sebastián

Viernes, 2 de octubre 2020, 06:22

El hecho de que el enjambre sísmico con origen en Lizoain fuera manifiesto en tantos puntos de Gipuzkoa no sorprendió a la comunidad geológica. Al menos no a Antonio Aretxabala, que a raíz de un trabajo que se le encargó en Txomin Enea en ... 2008 se interesó por la sismicidad guipuzcoana. Concluyó que aunque no presenta una actividad significativa, sí destaca por su gran efecto como foco repetidor y amplificador de las ondas que genera un terremoto.

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«La gente –recuerda el geólogo– me aseguraba que había habido terremotos fortísimos, pero sin embargo solo se había registrado uno en Zestoa, en los años 80 y que rondó el 4. ¿Cómo era posible? Porque todos se habían originado fuera de Gipuzkoa».

Sucede, en su opinión, que «Donostia no tiene una sismicidad propia, es una especie de esponja de las sismicidades de alrededor, amplifica las ondas sísmicas que vienen de fuera».

El dato

  • 1903: Aquel gran terremoto originado en Pamplona se sintió con claridad en San Sebastián.

Para los profanos, Aretxabala recurre a una metáfora: «Vivís encima de un flan; si en una mesa pones una caja de cerillas a modo de casa sobre de un flan y al lado otra caja sobre un ladrillo, y pegas un golpecito sobre la mesa, la caja encima del flan se pone a oscilar y la otra no se entera. Eso es San Sebastián».

La explicación geológica de ese efecto amplificador es más compleja. Lo atribuye a tres teorías. «Una macroestructura geológica que funciona como un 'frontón sísmico', por lo que cuando llega, la onda rebota; también como una 'caja de resonancia' que amplifica la onda sísmica; y por último, un efecto estimulante para fallas cercanas inactivas».

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Terremotos en el interior

Aretxabala destaca que «hace unos meses hubo una serie de terremotos en la zona de Beasain, Zumarraga, a más de 30 kilómetros de profundidad, algo que yo no había visto nunca».

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