Iñigo Aguayo, en primer plano, durante sus días en Nueva Caledonia. I. A.

El donostiarra atrapado en Nueva Caledonia y su marido ya están en su casa de Frankfurt

Tras 50 horas de viaje la pareja llegó el domingo por la tarde a París, desde donde voló hasta la ciudad alemana en la que reside

Iker Marín

San Sebastián

Domingo, 26 de mayo 2024

Fin a la pesadilla. El donostiarra Iñigo Aguayo, el único ciudadano español que se ha visto afectado por el estado de emergencia decretado por Francia en Nueva Caledonia como consecuencia de las revueltas sociales registradas desde el día 13 en este archipiélago del Pacífico, y ... su marido ya están en su casa de Frankfurt. Ambos llegaron a última hora de la tarde del domingo a París, - «cansados, pero bien», tal y como señalaron sus familiares a DV-, en un avión fletado por el Gobierno francés que despegó el sábado por la mañana con destino París vía Singapur. 50 horas después del inicio del viaje, llegaron a la capital francesa, desde donde volaron en el vuelo de las 20.45 horas hasta Frankfurt, ciudad en la que residen y a la que llegaron sobre las 22.00 horas. Desde su salida el sábado en Nueva Caledonia y hasta llegar a Frankfurt, la pareja ha realizado escalas en Brisbane (Australia), Singapur y París.

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Iñigo y su marido, de origen alemán, se encontraban desde comienzos de mayo en Nueva Caledonia disfrutando de su luna de miel cuando se vieron sorprendidos por las revueltas surgidas después de que el parlamento galo diera luz verde a una nueva ley que otorgaba el derecho a voto a los ciudadanos franceses que llevasen más de diez años residiendo en el territorio de Oceanía. Este hecho enervó a buena parte de la población nativa y desató una ola de violencia que llevó al gobierno francés a establecer el estado de emergencia.

Entre otras medidas, el aeropuerto fue blindado, con lo que se suspendieron todos los vuelos que no fueran autorizados. Entre ellos, todos los turísticos, incluido el que el día 16 iba a traer de vuelta a Iñigo Aguayo y a su marido. Desde entonces ambos han estado en un lugar seguro y «fuera de peligro, a varios kilómetros del epicentro, pero queremos volver a nuestra casa», explicaban a este periódico hace unos días.

Tras ponerse en contacto con varias embajadas, lograron la respuesta de la embajada española en París, gracias a la ayuda del Cónsul Honorario en la Polinesia francesa, lo que les ha permitido subirse al avión de repatriación fletado por el Gobierno francés.

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