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El donostiarra Iñigo Aguayo, el único ciudadano español que se ha visto afectado por el estado de emergencia decretado por Francia en Nueva Caledonia como consecuencia de las revueltas sociales registradas desde el día 13 en este archipiélago del Pacífico, y su marido vuelan ya de vuelta a casa. Ambos viajan en un avión fletado por el Gobierno francés que despegó el sábado por la mañana con destino París vía Singapur, según han informado a este periódico sus familiares. Pasadas las dos horas y media de vuelo, la aeronave ha tenido que parar en la ciudad australiana de Brisbane porque en Nueva Caledonia «no había combustible». El vuelo ha aterrizado de madrugada en el país asiático y por este domingo por la mañana la pareja ha puesto rumbo a París, donde está previsto que aterricen esta noche, para poner fin a la pesadilla que han vivido en los últimos días.
Iñigo y su marido, de origen alemán, se encontraban desde comienzos de mayo en Nueva Caledonia disfrutando de su luna de miel cuando se vieron sorprendidos por las revueltas surgidas después de que el parlamento galo diera luz verde a una nueva ley que otorgaba el derecho a voto a los ciudadanos franceses que llevasen más de diez años residiendo en el territorio de Oceanía. Este hecho enervó a buena parte de la población nativa y desató una ola de violencia que llevó al gobierno francés a establecer el estado de emergencia. Entre otras medidas, el aeropuerto fue blindado, con lo que se suspendieron todos los vuelos que no fueran autorizados. Entre ellos, todos los turísticos, incluido el que el día 16 iba a traer de vuelta a Iñigo Aguayo y a su marido. Desde entonces ambos han estado en un lugar seguro y «fuera de peligro, a varios kilómetros del epicentro, pero queremos volver a nuestra casa», explicaban a este periódico hace unos días.
Tras ponerse en contacto con varias embajadas, lograron la respuesta de la embajada española en París, gracias a la ayuda del Cónsul Honorario en la Polinesia francesa, lo que les ha permitido subirse al avión de repatriación fletado por el Gobierno francés. Durante la mañana de este sábado, la pareja ha sido trasladada del aeropuerto de vuelos nacionales de Nueva Caledonia (Magenta) al aeropuerto internacional de La Tontouta para coger allí el vuelo de vuelta a casa. Tras casi dos semanas de bloqueo, el tráfico aéreo ha vuelto a restablecerse en las últimas horas después de que el jueves el presidente francés Emmanuel Macron, en una visita relámpago a Nueva Caledonia, decidiera dar marcha atrás y suspender la ley que motivó la sublevación independentista, que de momento ha dejado siete víctimas mortales y centenares de heridos.
Aunque Macron no ha enterrado la reforma para ampliar el número de votantes en los comicios provinciales, sí ha decidido suspenderla con el objetivo de apaciguar los disturbios y a la espera de que independentistas y unionistas lleguen a un acuerdo global. «En estos momentos, puede ser sometida al Congreso a un voto por mayoría de tres quintas partes o sometida a un referéndum de los ciudadanos», explicó mientras se comprometía a no imponer «por la fuerza» el cambio electoral.
El censo se encuentra congelado en Nueva Caledonia desde 1998, limitado a las personas con derecho a voto en ese momento y sus descendientes. Los independentistas se oponen a ampliarlo porque ven en ello una estratagema de París para «reducir aún más» la influencia del pueblo canaco nativo y evitar así que Kanaky (Nueva Caledonia) se independice algún día.
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