Un tren se acerca a la estación. Los usuarios se quejan de que solo hay uno cada horap . IÑIGO ROYO

Más de dos horas de Irun a Brinkola

Viaje. Las obras en las vías han aumentado la duración de los viajes en Cercanías de Renfe. Cruzamos Gipuzkoa para comprobarlo, hay tiempo de sobra

Domingo, 12 de mayo 2024, 07:12

Entre tanta obra, tanto tercer hilo, tanto TAV y tanta vía única, los pasajeros de la línea de Cercanías de Renfe andan un tanto desorientados. Saben, o al menos lo suponen, que el tren que esperan llegará, pero lo que desconocen es cuándo. Puede aparecer ... en punto o quizás llegue con una hora de retraso, nadie lo sabría decir. Como dice Maika, una usuaria de este transporte, «viajar en tren es una aventura».

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Y si a todo esto se le añaden unas grietas en el túnel de Gaintxurizketa, que el pasado lunes obligaron a cortar la circulación de trenes entre Irun y Errenteria por un periodo de unos quince días, el desconcierto no hace sino aumentar. Tanto es así que el viernes algunos pasajeros habituales mostraron su sorpresa por un acontecimiento no demasiado habitual últimamente. El tren llegó con puntualidad. Al menos dos de ellos.

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Entre una y otra circunstancia, la duración de los trayectos en la línea de cercanías Irun-Brinkola ha ido aumentando con el paso del tiempo. Antes de 2017, para ir desde el barrio legazpiarra, la última estación de la línea C-1, hasta la localidad fronteriza, había que emplear una hora y 32 minutos. A partir de ese año y hasta 2022, se tardaba cinco minutos más. Desde finales de 2022 hasta el 29 de abril el trayecto duraba una hora y 44 minutos. A partir de esa fecha, ambas estaciones están separadas temporalmente por una hora y 56 minutos. Y si el trayecto es el inverso, de Irun a Brinkola, el tiempo que se tarda oficialmente es de dos horas y cinco minutos, aunque esto último no es del todo exacto, al menos desde lo de Gaintxurizketa.

Los problemas en el túnel han dejado sin Cercanías a los vecinos de Irun que quieren desplazarse hasta Errenteria o más allá. Para llegar hasta esta localidad y mientras duren los inconvenientes, se van a ver obligados a coger el autobús o, mucho más fácil, el Topo, que es lo que hemos hecho nosotros al emprender un viaje desde Irun hasta Brinkola, singladura temeraria que pocos habrán realizado, si es que alguna vez lo ha hecho alguien.

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La excursión comienza el viernes a las 8,07 horas en la estación del Topo de Irun, en el paseo de Colón. En el tren se juntan los usuarios habituales de Euskotren y los de Renfe, por lo que los vagones están más llenos de lo habitual. «Desde el jueves se nota que viaja más gente de lo habitual, normalmente no se queda nadie de pie», dice Manuel José Ventoso mientras mira a los viajeros que se tambalean a su alrededor. Como Álvaro Behobide, que viaja apoyado en la zona divisoria entre vagones.

Él coge todos los viernes el Topo y esta vez también lo ha notado cambiado, no es el mismo de hace una semana. «Me he quedado sorprendido. Subo en Belasko Enea y siempre encuentro sitio, pero hoy muchos estamos de pie. Al principio he pensado que había exámenes en la Universidad, pero luego ya me han dicho que era por lo del túnel de Gaintxurizketa», dice.

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«Antes tardaba veinte minutos en llegar y ahora 40. Es mejor el Topo»

Maiane

Estudiante

A las 8.21 el Topo se detiene en Fanderia y entra más gente. Poco después, en Galtzaraborda, el tren se acaba de llenar. Muchos viajeros descenderán en Lezo-Errenteria, otros proseguirán hasta San Sebastián y otros se apearán en Pasaia para trasladarse caminando hasta Renfe. Si no se han bajado en Errenteria es porque hay más distancia entre las dos estaciones. Es lo que ha hecho Maiane, que estudia peluquería en Gros y el apeadero le queda mucho más cerca. Pero a cambio está perdiendo tiempo. «Antes tardaba veinte minutos en llegar y ahora 40. Es mejor el Topo, casi nunca hay fallos», afirma. Y es también lo que ha hecho Koldo, que viaja con su cuadrilla a Madrid para pasar el fin de semana. «Trabajo en la construcción y estoy todo el día cogiendo trenes para ir a la obra, pero Renfe va bastante mal», se queja. «El jueves tuve que ir a autobús de Irun a Rentería, de allí en tren a Beasain y allí me fueron a buscar en coche para llevarme al trabajo», dice.

«El jueves fui en bus de Irun a Renteria y de allí en tren a Beasain, donde me fueron a buscar»

Koldo

Irun

El cercanías hace acto de presencia a las 8.38. Viene de Errenteria y está casi vacío, parece que el grueso de los viajeros ha optado por Euskotren. Ocho minutos después, el tren arranca. Empieza el viaje a Brinkola. Dos minutos más tarde se detiene. Falsa alarma. Se pone en movimiento en 60 segundos.

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A las 8,51, en Herrera, suben al vagón dos personas, en Intxaurrondo una mujer y cuatro en Gros, no parece que sea una jornada muy animada. O quizá sea la hora, pero el Topo iba lleno. En la estación provisional de San Sebastián, a las 9.06 de la mañana, con un retraso de seis minutos, baja más gente de la que sube y el tren se encamina medio vacío hacia su destino

Se escucha una voz. 'Vaya mate', exclama alguien entusiasmado. Es el comentarista del partido que está viendo un hombre en su móvil. A su lado, un niño juega a algo con su máquina. El tren circula despacio, las obras son visibles desde la ventanilla. Comienza un tramo de vía única entre el túnel de Loiola y Hernani. Hay que entretenerse con algo.

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«Una hora»

Las estaciones se suceden y la gente sube con cuentagotas. «Con lo de las obras han reducido tanto el número de trenes que he vuelto a coger el coche», afirma Beatriz Medrano, una profesora que viaja todos los días de Urnieta a Beasain. «Hay muchos retrasos, ha habido veces que he tenido que volver a casa a coger el coche porque el tren no venía. Algunos días ha llegado a tardar una hora», explica.

«Con las obras se ha reducido tanto el número de trenes que he vuelto a coger el coche»

Beatriz Medrano

Profesora

«Aquí se cae un árbol y se ha hundido el mundo para tres días», interviene Maika, que se dirige al centro de Proyecto Hombre de Bergara. «La odisea es de impresión. Hace poco el tren tardó una ahora en llegar y luego nos dejaron tirados en Beasain sin dar ninguna explicación», señala.

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Son las 10.14 y el tren se detiene en Zumarraga con solo un minuto de retraso. En el andén opuesto, dos jóvenes discuten con cuatro ertzainas. Más tarde, alguien contará que no se querían bajar y el tren ha estado detenido casi un cuarto de hora. Cuatro minutos después, una voz metálica anuncia la llegada a Legazpi, donde se apea Mikele. «Siempre llega tarde, es una sorpresa que hoy no lo haya hecho», dice. Y a las 10.23, justo a la hora prevista, el tren llega a su destino final con un único pasajero a bordo (tres, contando con los dos periodistas). «Soy de Urretxu, he venido en el cercanías porque tengo el coche en la carrocería», se justifica. Entre la partida de Irun y la llegada a Brinkola han pasado dos horas y 16 minutos.

«Antes había un tren cada veinte minutos. Ahora, uno cada hora»

Es la hora del regreso, esta vez a San Sebastián. En la vetusta estación de Brinkola aguarda el momento de la salida el mismo tren de antes. A las 11.13, con puntualidad británica, comienza el viaje de retorno con dos trabajadores de Renfe y dos periodistas como únicos pasajeros, pero eso no durará mucho.

A las 11.22, en Zumarraga, entra mucha gente y el vagón se llena de idiomas diferentes. Joseba, un joven que ha subido en Beasain a las 11.36, no tiene ninguna queja del servicio de Cercanías. Es la primera persona a la que le ocurre esto, pero hay una explicación. «Es que yo suelo coger el de media distancia para ir de Beasain a Vitoria, donde estudio. Los viernes siempre llega tarde, a veces he tenido que esperar una hora», dice.

A la altura de Legorreta nos cruzamos con un tren de doble composición. Con el paso de las estaciones el nuestro va cada vez más lleno, aunque aún quedan asientos libres. Es en Tolosa donde empiezan a verse pasajeros de pie. Son las 11.56. El retraso es solo de dos minutos. Sube Manoli, una vecina de Villabona que usa todos los días el tren. «Últimamente llega más puntual», explica. «Hay demasiada gente. Cuando es de doble composición se puede aguantar, pero cuando es solo uno, el viaje es pésimo», se queja. La culpa, recalca, es de la reducción de las frecuencias. «Antes había un tren cada veinte minutos y ahora han puesto uno cada hora. En ese tren se meten todos los que antes viajaban en tres. Hay gente que tiene ir una hora antes al trabajo porque no le coinciden los nuevos horarios».

Son las 12.07. En Andoain sube una mujer que prefiere no decir su nombre. «Llámame anónima», ríe. «Antes funcionaba bastante bien, pero ahora hay bastantes menos trenes y llegan con retraso». Y si a eso se le añaden imprevistos, la situación empeora. «El jueves nos tuvieron detenidos en Hernani porque a unos chavales que estaban jugando un partido en la calle les desaparecieron los móviles y al parecer el ladrón subió al tren. La Ertzaintza estuvo registrando los vagones pero no encontraron nada. Estuvimos parados mucho tiempo».

El cercanías se aproxima a Donostia y la conversación con la señora anónima y con otra mujer que se ha sentado enfrente deriva hacia la seguridad. «En Hernani a un señor mayor le arrancaron la cadena de oro. De noche da miedo viajar», dice la mujer. Son las 12.33. El tren llega a la estación de San Sebastián un minuto antes de lo previsto. Una hora y 21 minutos después de su salida de Brinkola.

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