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No soy muy de ciencia pero leo a veces sobre asuntos científicos como lo del satélite 100% vasco que construyen en Elgoibar y que se lanzará en 2024. O me intereso por la solicitud de 'supertecleadores' del BCBL (Basque Center on Cognition Brain and Language), ... que investiga qué sucede en el cerebro cuando pasamos de hablar a teclear. O sea ciencia pero vasca.
Aplaudo al experto que decía en estas páginas que la decisión más importante de las mujeres científicas es con quién se van a casar. Si a tu futuro marido –venía a resumir– le dices que quieres tener hijos y que los dos deberíais turnaros en su cuidado y él se niega, «piénsatelo dos veces». Literal. Nunca había entendido tan bien un postulado científico como este.
La cosa es que necesitamos científicas que estudien, por ejemplo, por qué están desapareciendo las mariposas de los parques y el efecto mariposa que esto tendrá en la Tierra. O cómo combatir las más de 10.000 bacterias que habitan en nuestra ropa interior. El tema lo veo muy de mujer científica porque la foto que ilustra la información es de una braga.
Ahora, yo también me impongo tareas: lo primero, visitar el Museo de las Matemáticas que han inaugurado en París, que está en el Barrio Latino y es una zona monísima. Lo segundo, aprender bien a sumar, restar y hallar porcentajes e inculcar esto a los colegas para no tener que escuchar todos los días durante el telediario en mi casa: «No dais una, no dais una».
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