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Al vaciarse el vaso del embalse vuelve a formarse el cauce del río y los sedimentos emergidos se estabilizan

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Al vaciarse el vaso del embalse vuelve a formarse el cauce del río y los sedimentos emergidos se estabilizan Arturo Elosegi

El embalse de Artikutza se vacía

El proyecto que se plantea conservaría el muro del pantano, donde se abriría una brecha para permitir el paso del curso del río

claudia urkizu

Miércoles, 6 de febrero 2019, 07:06

Hace ahora exactamente cien años que el Ayuntamiento de San Sebastián compró Artikutza. Visitar este valle es sumergirse en un paraíso de conservación, un paraje donde el ser humano tiene muy limitada su libertad de acción y donde reina la calma, con una amplia variedad de peces, mamíferos e insectos. Sin embargo, en la finca hay una presa que altera el ecosistema del valle y que urge eliminar. Un equipo de biólogos de la Universidad del País Vasco estudia ahora el positivo efecto que tendría volver a abrir la presa.

Tras varias décadas en desuso, la presa de Enobieta -construida entre 1950 y 1960- no tiene utilidad y está obsoleta, lo cual pone al Ayuntamiento de Donostia, propietario de la misma, en el dilema de actualizarla o de eliminarla. Tras varios estudios e informes de expertos en ecología fluvial, se contempla para este año la posibilidad del vaciado definitivo del embalse, de manera que las laderas antes cubiertas y el arroyo Enobieta, profundamente alterado durante décadas por el embalse, puedan tener una recuperación ecológica progresiva.

«Para ello sería necesario eliminar la presa, cuyo mantenimiento es además muy costoso», explica Ane Oyarbide, concejala delegada de Medio Ambiente del Ayuntamiento San Sebastián (PSE). «Puesto que desmantelarla por completo supone asumir un gasto muy elevado, vamos a encargar un proyecto que valore si es mejor opción abrir una brecha en la presa o hacer un agujero», aclara.

Para que la zona recobre su estado natural, explica, es necesario que el nivel del agua descienda de manera controlada antes de proceder a la obra. Durante 2018 se fue bajando el nivel de la presa muy lentamente para evitar la movilización de los sedimentos acumulados en el embalse. El pasado 9 de enero se abrió la compuerta de la presa ocho centímetros, «y en tan solo una semana el nivel del agua bajó diez metros. Esto es muy positivo porque es un buen ritmo y porque, además, permite mantener un nivel de resguardo suficiente, en previsión de las lluvias esperadas en esta época del año», apostilla Oyarbide.

La semana pasada, tras varias jornadas de lluvias persistentes, el nivel del agua volvió a subir unos metros, aunque el embalse ofrece una imagen muy diferente a la de antes, ya que está prácticamente vacío. «La compuerta se ha abierto ahora 40 centímetros, lo que nos permite volver a vaciar el embalse de manera controlada. Que el nivel del agua no vuelva a subir cada vez que llueva solo será posible una vez se lleve a cabo este proyecto y pueda abrirse la presa. Entonces comenzará la verdadera recuperación de los hábitats del valle», concluye Oyarbide.

La cifra

  • 3.645 hectáreas. La finca de Artikutza, que cuenta con 3.645 hectáreas, presenta un privilegiado paisaje vegetal, con predominio de formaciones arbóreas autóctonas como hayedos o robledales.

Recuperación del ecosistema

El vaciado del embalse es adecuado desde el punto de vista de la recuperación de los hábitats, pero también para la estabilización de los sedimentos emergidos, de manera que se evite la salida de una parte de ellos y con ello una menor afección aguas abajo de la presa.

«Cualquier construcción de una presa tiene siempre un impacto en el ecosistema y en los ríos. Sin embargo, el valle de Artikutza es el mejor conservado de todo nuestro entorno, gracias a la gestión cuidadosa del Ayuntamiento de San Sebastián que siempre ha primado la conservación», explica Arturo Elosegi, investigador principal del equipo de Ecología y Ríos de la Universidad del País Vasco, que junto con un equipo de biólogos de la UPV mide el impacto que tendrá la eliminación de la presa en el valle.

«Existen tres problemas principales ocasionados por la presa de Enobieta. En primer lugar, que donde debería haber bosque o río hay un ecosistema artificial. En segundo lugar, que sigue habiendo un nivel alto de metales en el agua, lo que tiene un gran impacto en los animales invertebrados. Y por último, la presa genera un efecto barrera entre aguas arriba y abajo, impidiendo el flujo de organismos. Esto afecta especialmente al desmán ibérico, una especie amenazada que solo vive en el norte de la Península», advierte Elosegi.

Aunque no esperan que se recuperen muchas especies, dado que le presa de Añarbe sigue haciendo de barrera (lo cual impide la subida de anguilas y salmones), Elosegi aclara que cuando la presa esté abierta y vuelva a formarse el cauce del río, habrá «unos dos kilómetros más de río, un hábitat que podrá ser colonizado por el desmán ibérico. Aguas arriba de la presa había una población de esta especie que ha desaparecido y ahora esperamos que la zona vuelva ser colonizada por individuos nuevos que vengan de río abajo».

El investigador insiste en la importancia de que el vaciado del embalse se haya realizado poco a poco y de una manera controlada y, especialmente, de que el embalse no se vuelva a llenar. «Si no se hace despacio, el agua arrastrará los sedimentos aguas abajo, donde está el embalse de Añarbe», aclara. Desde que se abrió la compuerta, el embalse se vació por completo, «aunque con las fuertes lluvias de finales de enero el nivel del agua ha vuelto a crecer. Esto se podría haber evitado abriendo totalmente la compuerta de fondo». Aun así, Elosegi se muestra optimista y asegura que cuando se proceda a la obra el ecosistema mejorará mucho.

Un siglo de conservación

Aunque este año se cumple un siglo de la compra de Artikutza, anteriormente la finca ubicada en Navarra ya había despertado el interés de Donostia por la cantidad y calidad de sus aguas, como fuente de abastecimiento de agua potable a la ciudad. Tras varios años usando el agua, pagando el correspondiente canon, fue comprada en el año 1919 tras intensas negociaciones con el anterior propietario. A partir de entonces se desarrolló una fuerte obra de ingeniería hidráulica con infinidad de tuberías, canales, pequeñas presas, bombeos y depósitos que permitían un mejor captación y transporte del agua.

La finca de Artikutza, que cuenta con 3.645 hectáreas, presenta un privilegiado paisaje vegetal, con predominio de formaciones arbóreas autóctonas -hayedos, robledales- sobre otras especies introducidas, como el pino silvestre o roble americano, que cobijan a diversas comunidades faunísticas. Su fauna también es abundante. Reptiles, corzos, ardillas y aves de diferentes características pueblan el territorio.

Con el objetivo de abastecer a Donostialdea de agua, entre 1950 y 1960 se construyó la presa de Enobieta, dentro de la finca, que por problemas geológicos no llegó a terminarse, quedando su capacidad reducida a la mitad de lo inicialmente proyectado.

«Debido a ciertos problemas de estabilidad hubo que modificar el diseño de la presa, que acabó teniendo una altura cinco metros menor de lo previsto. A esto se sumaron ciertos problemas en la calidad del agua, que tenía niveles altos de hierro y manganeso», explica Elosegi.

Los problemas de la presa de Enobieta llevaron a la construcción del embalse de Añarbe, en un tramo más bajo del mismo valle. Este comenzó a funcionar en 1975, abasteciendo a toda la comarca de Donostialdea, quedando el embalse de Enobieta sin suministro directo a la ciudad y totalmente en desuso. Actualmente el agua de Artikutza llega a Añarbe por su cauce natural habiéndose abandonado la red de canales que se diseñó anteriormente. La mayor parte del agua que almacena Añarbe procede de Artikutza.

Durante varias décadas de inactividad, la finca se fue recuperando en cuanto a vegetación y hábitats, y se mantuvo únicamente una gestión forestal acorde a la época, realizando plantaciones según los estándares del momento, en algunos casos con especies exóticas como pino, roble americano o ciprés, que se han ido también naturalizando y que en los últimos años están siendo sustituidas por especies autóctonas en la medida de lo posible.

Así, tras un siglo de recuperación, Artikutza es hoy un enclave de muy alto valor naturalístico, por lo que está declarada Zona Especial de Conservación de la Red Natura 2000.

El equipo tomando muestras de agua cerca de la presa y en el río Añarbe Arturo Elosegi

Un escenario que también triunfa en la gran pantalla

Son muchas las películas, series o rodajes publicitarios los que se han grabado en Artikutza. Algunas de las películas más conocidas son 'La fuga de Segovia', galardonada en el Festival de Cine de San Sebastián en 1981, 'Handia' ganadora de 10 premios Goya en 2018 o 'Bosque de sombras', con Gary Oldman como actor principal.

También destacan otras como 'Urteberrion amona', 'Amama', 'La pelota vasca', 'Santa Cruz, el cura guerrillero' o 'Bi anai'. Las series 'Balbemendi' y 'Mugaldekoak' de ETB también eligieron Artikutza como uno de sus escenarios, al igual que muchos anuncios de conocidas marcas de coches, telefonía o productos de higiene personal.

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