«La escuela y la familia no están resolviendo la educación sexual»

– Incluye la palabra pornosocialización en el título de su charla. ¿A qué se refiere?

– Tiene que ver con el contexto en el que educamos a niños y niñas desde la más tierna infancia, normalizando que ellas vean la sexualidad como algo a explotar y ellos como algo que tienen que demostrar. Una socialización desigual que fija unos roles muy marcados, en la que la sexualidad entra de lleno.

– ¿Es el porno hoy en día la formación sexual de nuestros adolescentes?

– Claro. La pornificación y la hipersexualización están a la orden del día. Lo primero está en un espacio muy explícito, pero la hipersexualización la vemos en los medios, en anuncios, en la calle, en comentarios... Y como la escuela y la familia no están resolviendo la educación sexual, la pornografía se convierte en un instrumento de socialización desde edades muy tempranas. Y el peligro es que muchas veces no se identifica como violencia.

– O sea que en este aspecto las familias y la escuela no están cumpliendo su papel educador.

– De manera general no. No podemos decir que de manera generalizada las familias de nuestro país eduquen en sexualidad ni que la escuela incorpore la educación sexual como eje educativo y transversal del sistema.

– ¿Cuáles son los peligros de esto?

– Las niñas adquieren la idea de convertirse en objetos para el agrado, sentir que son válidas en la medida en que responden a los estereotipos que marcan la pornografía y la hipersexualización. Los chicos, por su parte, asumen que tienen que llevar la voz cantante en la sexualidad y esto es muy peligroso porque en la pornografía no existe el consentimiento.

– ¿De qué edades estamos hablando cuando hablamos de acceso a la pornografía?

– El inicio del consumo se está moviendo en una horquilla entre los 8 y los 12 años. En las chicas es más tardío, pero en los chicos se da antes en los grupos de iguales, en los videojuegos y en los grupos de WhatsApp, en esos espacios empiezan a compartirse material pornográfico.

– ¿8 años?

– Es que nos tenemos que fijar en qué edad están accediendo a los móviles. Según datos del Ministerio del Interior, la mayoría de ciberagresiones sexuales (un 84%) se producen en menores de edad. Y esto tiene que ver con el primer acceso a las tecnologías y con no abordar los riesgos.

– ¿Es partidaria de prohibir el porno?

– Sí. Pero la prohibición no puede ser la única medida, tiene que ir de la mano de educación sexual en la escuela y en casa.

– A pesar de todos los esfuerzos, ¿tienen problemas los adolescentes actualmente para detectar qué es violencia machista?

– Claro. En los medios aparecen casos paradigmáticos como el de Pelicot o el de la Manada, pero no sale el acoso, la presión, el chantaje, la manipulación para mantener relaciones sexuales... y todo eso también es violencia sexual. Siguen siendo formas de acoso muy normalizadas que te toquen el culo o que te manden fotos explícitas sin tú pedirlas.

– ¿Qué hacemos ante esto?

– La respuesta siempre es la misma; educación. Educar en igualdad y en sexualidad desde edades muy tempranas, no preocuparnos por estos temas a partir de los 14 años porque el consumo es anterior.

– En redes sociales estamos siendo testigos del auge de perfiles de 'tradwifes' (esposas tradicionales) y de 'mujeres de alto valor'. ¿Estamos volviendo décadas atrás?

– En la medida en la que las mujeres avanzamos y adquirimos conciencia de cuáles son nuestros derechos, el sistema patriarcal tiende a rearmarse. Ahora está colocando a las chicas en patrones de género que hace décadas que no veíamos. Ahora el valor está en ser virgen y en agradar a tu pareja en todos los ámbitos, en el estético, en el doméstico... en ser serviciales. Un modelo de mujer que parecía que ya se había quedado obsoleto y que en la actualidad se está romantizando.