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La tauromaquia es el espectáculo más democrático de la historia de la civilización, dijo Eneko Andueza, secretario general del Partido Socialista de Euskadi. Repasé el vídeo de la charla ('Los toros desde la izquierda') y no escuché ningún argumento que sostuviera semejante superlativo. Ni siquiera ... entendí cómo se podría establecer una clasificación de espectáculos democráticos, ese adjetivo comodín. También dijo que la tauromaquia es consustancial a la izquierda, porque contribuye al empleo, a la lucha contra el cambio climático y a la lucha feminista.
Me dirán todo eso y que la tauromaquia es una ceremonia trenzada con fases, ritmos y movimientos; que compone escenas de gran atractivo plástico; que alcanza momentos de tensión vertiginosa; que requiere habilidad, talento, fuerza, valor; que constituye una tradición muy rica; me contarán metáforas sobre la vida y la muerte, el hombre y la naturaleza, y no sé qué más cosas. Alegarán que otros animales viven en condiciones peores, apretujados en granjas y maltratados, o empujados a la extinción. Y que hay injusticias, maldades y crímenes muy graves en este mundo. Pero el hecho central de las corridas de toros -torturar un animal y matarlo atravesándolo con un estoque- constituye una brutalidad demasiado espantosa como para que cualquiera de esas razones consiga maquillármela. Se lo claven desde la izquierda, desde la derecha o desde el rastafarismo, es un acto atroz. Y convertirlo en fiesta es cruel.
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