Si desde hace unos meses es de los que tiene probemas para conciliar el sueño, se le repiten las mismas imágenes una y otra vez en la cabeza, no puede parar de darle vueltas a un tema o tiene problemas de concentración en el trabajo, entonces es probable que su cerebro se haya quedado en un estado de activación permanente. Busque ayuda y no se quede con la angustia en el cuerpo porque luego llegan las consecuencias.
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El porqué de estas consecuencias tiene su origen, según recuerdan los psicólogos, en las situaciones estresantes. El coronavirus ha podido ser una de ellas o simplemente haber reavivado un sentimiento que ya estaba presente. «Al vivir situaciones estresantes nuestro cerebro puede verse sobrepasado y no ser capaz de procesar lo que estamos viviendo y se puede bloquear el sistema nervioso. Esto quiere decir que, aunque la persona tenga un funcionamiento sano y buenos recursos de afrontamiento, su sistema nervioso puede bloquearse ante circunstancias que generan una alta activación emocional, que ocurren repetidamente y durante periodos prolongados. Este estrés diario, continuado e intenso que estamos viviendo, puede hacer aumentar el riesgo de que las emociones se desborden y de que sus efectos sean acumulativos», explica Elixabete Eizaguirre, coordinadora de la zona 2, que incluye a Gipuzkoa, del Programa de Intervención en Estrés Agudo de la asociación EMDR.
Aparición de imágenes/pensamientos intrusivos imágenes recurrentes de la escena y pensamientos perturbadores conectados con el evento, salen a la luz contra la voluntad del sujeto.
Sensaciones de ansiedad/miedo excesivo mayor sentido de agitación, aparición de miedos no presentes previamente
Tendencia a la evitación atrasar el funcionamiento, falta de ganas de volver al escenario, pensamientos sobre el abandono del uniforme que se viste, etc.
Reacciones excesivas al estrés ordinario: incapacidad de regular las reacciones a las peticiones externas, se pierde más fácilmente la calma
Mayor irritabilidad: aparición de rabia o ira sin motivos
Sensación de aislamiento: sensación de abandono y soledad, ganas de aislarse y no hablar con nadie, sensación de «ser diferentes» a los demás.
Confusión mental: facilidad de distracción, dificultad de concentración y/o incapacidad de tomar decisiones, alteración de la normal capacidad de juicio.
Problemas relacionales: dificultades en las relaciones con los colegas, con familiares y amigos.
Dificultad en el sueño y/o en la alimentación: dificultad para quedarse dormido, despertarse durante la noche, pesadillas frecuentes o dormir muchas más horas de lo normal.
Esta asociación, que colabora con voluntarios psicólogos, psiquiatras y médicos especializados en el tratamiento de trauma con terapia EMDR, una de las terapias de elección recomendada por la OMS, muy utilizada en poblaciones que han sufrido desastres naturales en todo el mundo, busca con este programa prevenir el desarrollo del trastorno por estrés postraumático derivado del coronavirus.
Eizaguirre sabe de lo que habla ya que su amplia experiencia en el ámbito le avala. Además, lleva desde que el programa se puso en marcha supervisando a los diferentes consultores que de forma voluntaria intervienen en Euskadi, Navarra y La Rioja. Sin una intención más allá de ayudar a quienes lo necesitan, desde la asociación recalcan que «es una intervención basada en la terapia EMDR y la ofrecemos gratuitamente desde un compromiso solidario para los y las profesionales de primera línea así como para otros afectados directos con situaciones graves por la COVID-19».
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