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Eneritz y Asier apenas se habían planteado la posibilidad de convertirse en una de las familias guipuzcoanas que tienen en acogida a un menor bajo ... la supervisión de la Diputación Foral de Gipuzkoa. Era un tema del que habían oído hablar, pero nunca habían decidido afrontarlo de manera tajante. «Yo siempre le había comentado a mi marido que aun teniendo un hijo biológico me gustaría poder ayudar a algún niño con este tipo de necesidades. Siempre lo habíamos hablado, pero no pasábamos de ahí», confiesa ella. Todo cambió una mañana cuando su marido, como todos los días, abrió las páginas de este periódico y leyó que Gipuzkoa necesitaba familias para acoger en sus hogares a más niños. Fue la génesis, el primer paso, para que Ana –nombre ficticio– recalase hace casi 12 años en casa de este matrimonio de Zumarraga en una experiencia vital que ambos califican de «muy positiva». «Nuestra familia no tendría sentido ahora mismo sin ese miembro», reconocen agradecidos.
Esa mañana se decidieron por fin a descolgar el teléfono y desde entonces esta pareja es una de las más de 300 familias de acogida que hay en Gipuzkoa. «Ahí dimos el paso, llamamos y nos explicaron cómo iba el programa, los recursos que había, qué tipos de ayuda había... Justo aquel día, además, había una charla para informar del acogimiento», rememora él. Los dos «lo vimos como algo viable» y comenzaron con los trámites para convertirse en familia de acogida.
En el territorio existen tres tipos de acogimiento: el de urgencia, con una duración máxima de seis meses para situaciones de evaluación inmediata; el temporal, de hasta dos años para menores cuya familia de origen tiene posibilidades de recuperación; y el permanente, cuando no hay previsión de retorno en un plazo corto. Además, al alcanzar la mayoría de edad, la convivencia puede continuar si ambas partes lo desean, con apoyo a la transición adulta.
El caso de esta pareja zumarragarra fue el primero de Gipuzkoa en el que la niña no pasó por un piso tutelado previamente. Por ello, fue un acogimiento de urgencia, aunque la pretensión de ambos es que fuese de largo plazo. Lo habitual es que desde el ente foral se busque una familia intermedia antes de que se encuentre una definitiva para tener un periodo de adaptación. «La cogimos con apenas cinco días en el HospitalDonostia y la experiencia ha sido muy buena en todos los sentidos.Nosotros le ofrecemos a ella una familia y una estabilidad, pero ella también te ofrece una recompensa que no está pagada», celebra Eneritz.
Eneritz
Madre de acogida
Su marido coincide y asiente inclinando la cabeza de arriba a abajo. «Es una experiencia muy bonita, enriquecedora y una oportunidad para que los niños que están en desamparo tengan una vida normal, como otro niño cualquiera. Hay menores que si no tienen una familia pueden tener una vida más complicada.La base es darles esa estabilidad emocional que necesitan», alerta.
Ana, que está a punto de cumplir 12 años, cayó de pie en el hogar de esta pareja guipuzcoana y enseguida hizo migas con su hermano. «Es como un hijo más, uno biológico, con todas las responsabilidades que eso conlleva. Ya sabes que tienes que estar ahí las 24 horas del día los 7 días de la semana. En el día a día son las mismas peleas que puedas tener con tu hijo: que si dúchate, que si ve aquí, haz esto...», ejemplifican.
Tanto Eneritz y Asier como la pequeña han mantenido también relación con la familia biológica de la menor, un gesto que siempre han valorado por ambas partes. «Ha sido siempre un contacto positivo, de respeto, cariño y agradecimiento. Su madre desafortunadamente murió hace unos años y ahora estamos en otro proceso con una hermana», manifiestan. Las visitas con una responsable del caso se mantienen durante todo el periodo de acogida. Una persona de referencia que se encarga de hacer un seguimiento. La frecuencia de las citas depende de la propia necesidad de las familias y el menor.
Asier
Padre de acogida
La Diputación Foral de Gipuzkoa ha vuelto a apelar a la solidaridad de la ciudadanía. Bajo la premisa de que «ningún niño crezca solo», el Gobierno foral hizo ayer un llamamiento para buscar nuevas familias de acogida en el territorio para 75 menores. 7 de ellos necesitan un hogar de manera urgente. Para ello, ha puesto a disposición el teléfono 682 55 44 33. Un número simbólico que busca romper con los estereotipos sobre el acogimiento y lanzar el mensaje de que cualquier familia, independientemente de su tamaño o estructura, puede optar a ofrecer este tipo de ayudas a los menores.
«A la gente que se le haya pasado alguna vez por la cabeza le animo por lo menos a llamar, porque igual se llevan una sorpresa. Que el miedo no sea una traba para dar el paso», alenta Eneritz, que recuerda que cualquier persona que cumpla con los requisitos de estabilidad, salud, entorno favorable, empatía y compromiso puede solicitar ser familia de acogida. «Que llamen para informarse y, sobre todo, que dejen atrás los miedos y prejuicios que puedan tener de antemano», agrega Asier.
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