Los controles policiales de la Gendarmería francesa en la frontera con Irun llevan ya semanas instalados, dentro del despliegue de seguridad para combatir el yihadismo, con el país vecino en alerta ante la posibilidad de que se puedan cometer atentados. Pero desde anoche, a esa ... labor de vigilancia también se le ha sumado un mayor control de las medidas de seguridad sanitarias. La principal: la exigencia de acreditar una PCR negativa para todo aquel que entre al país vecino, una medida de la que están exentos los trabajadores transfronterizos y también los transportistas, si bien pueden verse afectados de manera directa si el cumplimiento de la normativa obliga a ralentizar el tráfico de paso.
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En el puente de Santiago, la Gendarmería tiene instalada una carpa que hace de puesto fronterizo. Según la policía gala, los controles son «aleatorios» y a ellos se sumarán ahora también la vigilancia extrema para tratar de contener la escalada del virus. El viernes, el primer ministro galo, Jean Castex, anunció que Francia cierra sus fronteras casi totalmente con los países exteriores a la Unión Europea, ya que solo se podrá viajar en uno u otro sentido por «motivo imperioso». Esas personas habrán de presentar un test PCR realizado menos de 72 horas antes de su vuelo y se comprometerán a aislarse durante siete días al llegar a Francia y luego a someterse a un segundo test.
Este requisito no se aplica a los menores de 11 años, tampoco a los trabajadores transfronterizos, ni a los transportistas ni a los vecinos que vivan en un radio de 30 kilómetros siempre y cuando el desplazamiento no se prolongue más de 24 horas.
Las nuevas medidas han generado dudas y preguntas, tanto entre los vecinos guipuzcoanos que viven al otro lado de la frontera como entre los ciudadanos franceses que acostumbran a realizar compras en zona guipuzcoana. El confinamiento perimetral de Gipuzkoa no ha afectado al paso de la frontera, puesto que Euskadi no tiene competencias como para cerrar el paso con otro país. Así, y como también ocurrió con el anterior cierre de la segunda ola en octubre, los ciudadanos franceses han podido cruzar a este lado de la frontera, lo que ha aliviado en parte las dificultades de los comercios, especialmente los de la zona de Irun y también de Donostia, donde los precios de determinados productos -especialmente tabaco y alcohol- son más baratos que en suelo francés. Los establecimientos afectados se preguntan cómo influirá esta vez la nueva medida del cierre fronterizo y temen que repercuta de nuevo en las ventas.
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