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Instrucciones para acariciar una idea. Acariciar es uno de los actos más íntimos que realizamos las personas y la manera más hermosa de desarrollar una idea. Antes de florecer, las ideas, incluso las más grandes, son espejismos frágiles y ambiguos. Necesitan ser tratadas con delicadeza ... para no malograrse. Para aprender a acariciarlas es requisito previo entender que los pensamientos son tangibles, manoseables, y que tocar las ideas con las manos provoca vínculos emocionales con ellas.
Las pruebas son palpables, los problemas y las cuestiones se zanjan, la vida nos golpea pero las ideas se acarician. Con mimo, con la suavidad con que la brisa acaricia una melena. Las manos que recorren una idea calibran con las yemas de los dedos su esencia y su potencial. Es un acto delicado al igual que lo es componer música con la ayuda de un teclado. Los dedos rozan las teclas e inician un diálogo a través del contacto mutuo. Las primeras notas parecen perdidas pero con cada nueva caricia comienza a tomar forma la melodía.
Tengo las manos entumecidas por el frío. Las acerco al fuego para acariciar con mimo una ocurrencia que acaba de despertar. Me tomo el tiempo y la distancia para reflexionar sobre ella, para reconocer su belleza. Evito caer en prejuicios y conclusiones apresuradas. Exploro con suavidad cada bifurcación mental y me adentro en sus posibilidades con la calma de quien sabe que toda idea necesita espacio para respirar y crecer.
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