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Dijo John Lennon que la vida es todo eso que ocurre mientras hacemos planes. Si es cierto hoy no tendríamos vida ya que la mayoría de nuestro ocio está organizado, reservado y pagado con antelación. Un ejemplo, estos días actúa en el Kursaal el popular ... cómico Juan Dávila y hace meses que se agotaron todas sus entradas hasta 2025.
Será efecto de un desajuste intergeneracional pero soy incapaz de prever con antelación las ganas de salir a cenar o la excitación de asistir a un concierto. Vengo de una época en la que entendíamos, como Lennon, que el tiempo libre no se puede planificar en la agenda como un deber. El ideal de vida era estar abierto a cualquier imprevisto, dejarte llevar por las circunstancias y disfrutar de las sorpresas que te regala el aquí y el ahora.
Internet nos permite estar al tanto de todo lo que va a ocurrir y la industria del ocio lo utiliza con habilidad para forzar la sensación de que, si no te anticipas, te quedas sin plan. Hoy, lo que no aparece en el calendario del smartphone no existe. Agendamos incluso los cumpleaños de amigos, las comidas familiares o las salidas de nuestros hijos con horas de inicio y fin, como si fueran reuniones de trabajo.
Estamos dejando de ser espontáneos pero no es porque nos disguste improvisar. La razón de tanta planificación es que tenemos un margen de tolerancia muy bajo a que las cosas no sucedan como las habíamos imaginado. Con lo excitante que es vivir este minuto sin saber qué viene después...
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