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El Grinch: la estupidez en Navidad
El árbol de la ciencia

El Grinch: la estupidez en Navidad

Carlo Cipolla clasificó a las personas en incautas, inteligentes, malvadas y estúpidas

Domingo, 15 de diciembre 2024, 07:26

El Grinch es una metáfora de todo lo negativo que puede asociarse a la Navidad y de los esfuerzos que algunos hacen para arruinarla. Este cascarrabias, mezcla de maldad y estupidez, es finalmente derrotado por el jovial espíritu navideño. El ensayo 'Leyes fundamentales de la ... estupidez humana' del historiador Carlo Cipolla, un libro satírico de tamaño pequeño y contenido grandioso, ayuda a comprender la personalidad del Grinch. Cipolla catalogó a las personas en cuatro tipos: incautos, inteligentes, malvados y estúpidos. El incauto es alguien capaz de beneficiar a los demás aun perjudicándose a sí mismo. Un héroe o un desgraciado, según la circunstancia. El inteligente decide lo más conveniente para él y para los demás. Todos ganan. El malvado actúa movido solo por el beneficio propio, sin importarle perjudicar a otros. El estúpido perjudica a todos sin beneficiarse él; incluso podría resultar damnificado. A juicio del autor, este es el más dañino de todos. Le preocupa tanto que describe las leyes que rigen la estupidez humana y alerta sobre sus consecuencias, «tan peligrosas como la mafia», en sus propias palabras. Destaca que se subestima el número de individuos estúpidos en circulación y su potencial lesivo. La probabilidad de que un sujeto sea estúpido es independiente de la edad, los estudios, la riqueza o las creencias; solo la inteligencia diferencia al estúpido del que no lo es. Cipolla distingue entre inteligencia y sagacidad. La inteligencia implica capacidad para comprender, analizar, tener una visión estratégica global, reflexionar y tomar decisiones. Por su parte, alguien sagaz es listo, hábil y capaz de resolver problemas inmediatos, pero le cuesta ver más allá. Hay personas listas que se comportan de forma estúpida mientras que un tipo inteligente podrá ser malvado o incauto, pero rara vez comete una estupidez. Cipolla afirma que todos podemos creernos inteligentes, incautos o malvados, pero es difícil que nos consideremos estúpidos. Y, sin embargo, nada nos libra de la sospecha.

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