Los hechos que desencadenaron en el asesinato de Aintzane Pujana

Pujana, una donostiarra de 32 años, convivía en un agroturismo de Aizarnazabal con los dos condenados. Ella ejercía la prostitución y él gestionaba sus servicios como proxeneta. Ese día, sobre las 23.00, él recibió una solicitud de los servicios de Pujana en Azpeitia que ella se negó a completar. En respuesta a eso, el procesado metió al perro de Pujana en el maletero del coche «dejándola entender tácitamente que podía causarle algún daño», amenaza que surtió efecto. Una vez en Azpeitia, Pujana volvió a negarse, «motivo por el que el acusado le quitó los dos teléfonos móviles que esta tenía y la dejó encerrada en el vehículo con la otra acusada».

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De regreso a su coche, el varón condujo a una pista forestal y «pidió a la acusada que la golpease en la cara». La volvieron a meter en el coche y, en el agroturismo de Aizarnazabal, «con la finalidad de evitar que pudiera denunciarles, la acusada colocó una brida en el cuello de Pujana y le ataron las manos con otras. Incapaces de comprobar si habían conseguido su objetivo de matarla, el acusado ordenó a la acusada que cogiera un cuchillo y le asestara varias puñaladas -nueve- en el cuerpo, sin que pudiera defenderse». Fueron las que produjeron la muerte de Aintzane. Posteriormente, se deshicieron de su cuerpo en Aizarnazabal.