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De las dos grandes revoluciones que conoció el siglo XX, la rusa de 1917 y la mexicana, la segunda de ambas ha sido, quizás, la menos influyente en términos políticos. La serie de acontecimientos que se desencadenan en México, en 1910, ante una situación de explotación insostenible en esa antigua posesión española (una de las más ricas) no dieron lugar, como en Rusia, a una larga guerra civil en la que se involucrarán grandes potencias europeas como Francia y Gran Bretaña tras el fin de la Primera Guerra Mundial. Tampoco se convertirá en un gran desafío y en una amenaza mundial para el llamado 'Mundo libre' que llevará a una larga guerra fría (o por persona interpuesta) entre superpotencias como Rusia y Estados Unidos de 1945 a 1989.
Sin embargo, pese a eso, la revolución mexicana impresionó mucho. Fue noticia. Y espectáculo. Algo de lo que dan buena fe muchos metros de película en los que (principalmente gracias a Estados Unidos y su industria del Cine) esa revolución mexicana, iniciada en 1910, se hizo famosa y conocida en todo el mundo.
¿Lo era ya antes de que en 1934 se estrenase, por ejemplo, '¡Viva Villa!'? Si buscamos una respuesta a esa pregunta en la Prensa donostiarra, a partir de 1910, veremos que, en efecto, el acontecimiento no pasa desapercibido en una ciudad donde se pasea una triunfante burguesía a la que, por tanto, las revoluciones le resultan ya superfluas (una vez logrados sus objetivos). O, cuando menos, sospechosas, inquietantes…
La fecha oficial de inicio de aquella revolución (menos influyente que la rusa pero quizás más célebre) es el 20 de noviembre de 1910. Parece, sin embargo, que la burguesía donostiarra más proclive a simpatizar con esos hechos, no es informada -por la vía de urgencia- por sus periódicos de referencia, pese a la rapidez con la que se difunden las noticias ya en esa época gracias al telégrafo y el teléfono. Es fácil comprobarlo si sondeamos la Hemeroteca Municipal donostiarra. En el principal periódico republicano de San Sebastián, «La Voz de Guipúzcoa», su edición de 20 de noviembre de 1910 no parece pensar, ni por asomo, que sea necesario dar una primera plana bien destacada a esa revolución. En efecto, sólo en la segunda página de la tirada de ese periódico para ese día clave (el 20 de noviembre de 1910), se informaba, por telégrafo y redactadas por R. Blasco, de diversas noticias llegadas desde Turquía, Estados Unidos, Francia (el Sena seguía subiendo de caudal)… y, entre ellas, sin mayor relieve, también se informaba de lo ocurrido en Puebla, en Méjico, dando cuenta, prácticamente en tiempo real, del inicio de la revolución. Aunque esa redacción republicana donostiarra no parece aún muy segura de lo que significa esa noticia. Así describía esos hechos señalando que unos «manifestantes» que protestaban por la elección del general Porfirio Díaz, se habían enfrentado a las tropas que los dispersaban y a la Policía, lanzando finalmente contra esa fuerza una bomba que había matado a un centenar de agentes. Incluido su jefe superior.
Algo cambia en la segunda página de la edición de 22 de noviembre, donde R. Blasco, nuevamente, redacta una miscelánea de noticias llegadas (por telégrafo) desde Turquía, Rusia, Inglaterra… y también México. De allí se informa que en 'Secatecas' había habido una «sangrienta colisión». Ahora ya no se trata de «manifestantes», se dice, por el contrario, que el choque armado ha sido entre «las tropas y los revolucionarios». El saldo era de un centenar de muertos…
En la edición de 23 de noviembre de 1910 la noticia, por telégrafo y a cuenta de R. Blasco otra vez, es más extensa. El lenguaje, sin embargo, es un tanto ambiguo para un medio que, en principio, por su sesgo político, debería haber sido más favorable a la revolución que contrario a ella. Así se alude a combates en Durango, Torreón… y del paso de tropas gubernamentales al bando revolucionario. Sin embargo los sucesos en Veracruz son calificados como rebelión de obreros contra los que se ha enviado al Ejército… ¿Cambia en algo su actitud, en los años siguientes, 'La Voz de Guipúzcoa' (diario que se califica de 'republicano'), mientras se desarrolla esa revolución mexicana que finalmente triunfa?
El punto culminante de la revolución mexicana es, sin duda, la entrada de Emiliano Zapata y Pancho Villa, el ya general Villa (perfectamente uniformado además), en Ciudad de México el 6 de diciembre de 1914. Independientemente de que, después de eso, el proceso revolucionario tomará derroteros menos populares, más moderados, más burgueses sí se quiere. Unas circunstancias que, se puede ver así, llegarían a su término con la eliminación física de todo un símbolo de ese poder popular -como Pancho Villa- un 20 de julio de 1923. ¿Cuál fue el impacto de esa evolución de la revolución entre donostiarras supuestamente de ideas políticas avanzadas como los lectores de «La Voz de Guipúzcoa»?
Al parecer fue bastante suave, poco alarmante. Así, la edición del 6 de diciembre de 1914 dedicaba su primera plana sólo a los acontecimientos de la «Gran Guerra». Los sucesos de México quedaban reducidos a un pequeño recuadro en la segunda página, redactado en términos asépticos aunque bastante favorables a la revolución, constatando que el general Villa (sic) entraba victorioso en México D. F., estaba respaldado por 30.000 hombres y apoyaba la formación de un nuevo gobierno bajo presidencia del general Gutiérrez.
Sería trabajoso seguir las numerosas desavenencias con Villa que concluirían para 1920 con un nuevo convenio entre él y el gobierno revolucionario. Mucho más sencillo resulta constatar la reacción de diarios como «La Voz de Guipúzcoa» cuando llega la noticia de la muerte del conflictivo líder revolucionario, aparentemente apaciguado y bien asentado en una gran hacienda donada como pago de sus servicios a la causa. Para el diario republicano donostiarra eso ocurrió el 21 de julio de 1923. En su página 13 dedicaba un recuadro bastante condescendiente al que calificaba de asesinato de Villa. Suceso propio, según el titular, de «La revolucionaria Méjico». Sorprendentemente ahí mismo se calificaba de «revolucionarios» a los asesinos de Villa… contra los que cargaron de inmediato sus «partidarios» para vengar su muerte. Esa redacción donostiarra indicaba, por otra parte, que no tenía más noticias de esa «nueva revuelta mejicana».
Poco más parecía importar a la Prensa republicana donostiarra la muerte del Centauro del Norte, del hombre que desde 1914 se había convertido en la imagen tópica de la revolución mexicana.
Actitud de escaso reconocimiento, de desapego, curiosamente no muy distinta a la de sus rivales políticos, los integristas de «La Constancia», para quienes ese acto final de esa revolución pasará prácticamente desapercibido, como ya se ha constatado en otras publicaciones dedicadas a este centenario de la muerte del general Villa. Una que, parece ser, como vemos, fue recibida entre esa indiferencia y cierto alivio, algo socarrón, por algunos de los principales diarios guipuzcoanos. Coincidiendo ahí, casi unánimes, esas tendencias políticas opuestas…
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Ángel López | San Sebastián e Izania Ollo | San Sebastián
Fermín Apezteguia y Josemi Benítez
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