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Las quinielas futbolísticas llevaban poco tiempo de existencia (la primera se había jugado en 1946, pero con siete partidos y la obligación de acertar los resultados con sus goles; en 1948 se había implantado la fórmula del 1-X-2 y los catorce encuentros) pero ... ya eran muy populares en 1952.
Fue entonces cuando un vecino de Soraluze (entonces Placencia de las Armas, ya saben) se hizo conocido por su habilidad para acertar las victorias locales, visitantes y empates.
Hoy en día, más que la cantidad de dinero ganada nos llama la atención que atinara con los catorce aciertos durante dos jornadas consecutivas.
En EL DIARIO VASCO contaron así el caso: «¡Buen pico de las quinielas deportivas para un guipuzcoano! Santiago Gojeascoechea, empleado del Economato de la Fábrica de Cañones de Placencia de las Armas, establece un récord, o le anda muy cerca (…)».
«Porque, después de llevarse un primer premio en la jornada anterior y otros diez segundos premios, en esta última ha conseguido completar un boleto con 14 resultados, lo que le vale nada menos que 97.017,10 pesetas, y otros catorce boletos con trece resultados, que significan cada uno 2.620 pesetas, lo que totaliza, si no nos equivocamos, sumadas las dos jornadas, la respetable suma de 193.457, 05 pesetas. Casi nada… Poco menos de los cuarenta mil durazos que, por lo visto, vienen a sumarse a otros abundantes que se ha llevado en otras hornadas de esta misma temporada».
Santiago era un as y, por ejemplo, en la jornada del 3 de febrero de 1952 había acertado tanto el 1 de la Real ante el Barcelona (4-2 en Atocha) como el 2 del Athletic de Bilbao, 0-Santander, 1 o el también 1 del Valencia con la visita del Real Madrid.
En DV no explicaban demasiado sobre el sistema que utilizaba el de Soraluze, aunque apuntaban que rellenaba muchos boletos. «Tenemos que advertir –indicaban– que Santiago Gojeascoechea no es de los pitonisos que fían su suerte a los dados o al boleto que se completa con una ruleta. Él tiene 'su' combinación, y para hacerla cada semana agota cientos de boletos que ultima meticulosa y matemáticamente. Ahora que, por las muestras, sin equivocarse».
Habría que descontar de las ganancias de Santiago los gastos de los centenares de boletos invertidos. Y el tiempo destinado, que entonces no podían marcarse dobles y triples y cada resultado sólo podía ir marcado con el 1, la equis del empate o el 2.
En el diario de hace 73 años se alegraban de la fortuna del quinielista, del que no volveríamos a tener noticias: «¡Que sea enhorabuena y a seguir con la suerte! Siempre es agradable que una provincia como ésta, tan dada a los pronósticos, encuentre la compensación sustanciosa de esta abundancia de premios».
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