Guillermo Marconi, uno de los más destacados impulsores de la radiotransmisión a larga distancia.
Historias de Gipuzkoa

99 años de radio en Gipuzkoa

De los receptores de galena a los dispositivos digitales, historia de un medio con gran penetración en nuestro territorio

Domingo, 14 de abril 2024, 07:18

El País Vasco figura en posiciones punteras en cuanto a consumo de radio, incluso por encima de la media europea: el más reciente estudio del Gobierno Vasco señala que el 64% de la población la escucha más de una vez a la semana y el ... 43% de forma habitual. Prueba inequívoca de que somos una comunidad muy 'radiófila'.

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La llamada inicialmente telefonía sin hilos o 'sinhilismo' llegó a Gipuzkoa relativamente pronto, en septiembre de 1925. A la primera emisora del territorio, Radio San Sebastián, se le atribuyó el indicativo de frecuencia EAJ-8, siendo Radio Barcelona, nacida a finales de 1924, la titular del código pionero EAJ-1. Viendo que el ayuntamiento de la ciudad no mostraba interés alguno por el invento de Marconi, un médico tolosarra y emprendedor, Sabino Ucelayeta, instaló por su cuenta y riesgo el equipo de la nueva emisora en el Monte Igueldo. Aún sin cumplir dos años de actividad, Ucelayeta vendió la licencia a Unión Radio, conglomerado de empresas que está en el origen de la cadena de radio privada más importante de España, la SER.

Estudio de Radio San Sebastián.

Al principio, las empresas se financiaban mediante clubes de radioyentes que abonaban una cuota fija. Esto cambiaría en la década de los treinta, cuando los receptores se abarataron y la audiencia se masificó, lo que atrajo el interés de los anunciantes.

Puñetazos, bendiciones e interferencias

Hasta la incorporación más tardíamente de los pregrabados, todas las emisiones se hacían en riguroso directo. Las retransmisiones eran acontecimientos con mucho tirón. Así se comprobó con el combate por el campeonato de Europa de los pesos pesados entre Paulino Uzcudun y Ludwig Haymann, radiado desde la Plaza de Toros del Chofre en julio de 1928 en conexión con Madrid, Barcelona y Salamanca. De género completamente distinto eran las misas, cuyo antecedente más antiguo en la radio española puede que lo tengamos en la transmisión del día de la patrona del año 1934 desde el santuario de Arantzazu, en hipótesis de Julián Beloki Guerra.

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El boxeador de Errezil Paulino Uzkudun.

Este medio se asocia comúnmente a grandes momentos de la historia, como lo fue el primer pronunciamiento de adhesión a la legalidad republicana en Gipuzkoa: corría el sábado 18 de julio de 1936 cuando ante los micrófonos de Unión Radio San Sebastián dos diputados del Partido Nacionalista Vasco, Manuel Irujo y José María Lasarte, leyeron una nota de condena a la sublevación militar en marcha. Durante la contienda, la infraestructura técnica de la antena donostiarra se puso al servicio del Gobierno Vasco que constituyó Radio Euzkadi, cuyo centro emisor iría desplazándose al compás del frente: al caserío Getari de Itziar primero, más tarde a Bilbao y finalmente a Getxo.

Natural de Ordizia, Joseba Rezola dio impulso a Radio Euzkadi – La Voz de la Resistencia Vasca, que entre 1946 y 1954 emitió en onda corta desde el País Vasco de Francia. Contra esta y las demás voces opositoras del exilio republicano (señaladamente a través de Radio España Independiente, 'La Pirenaica', en la que colaboraron los guipuzcoanos Sebastián Zapirain y Ramón Ormazabal), el Servicio de Interferencia Radiada a las órdenes de Luis Carrero Blanco tenía la misión de perturbar las señales clandestinas mediante pitidos y zumbidos. Una de sus 'ruidosas' sedes se ubicaba en el edificio de Correos y Telégrafos de la calle Andía de Donostia.

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Tras su expulsión por el Gobierno francés, Radio Euzkadi se trasladó a la selva venezolana. Desde 1982, Euskadi Irratia y Radio Euskadi dan nombre a las emisoras del ente público de la Comunidad Autónoma del País Vasco.

Radios del Movimiento, radios parroquiales

La posguerra supuso un momento de esplendor, a pesar de la mordaza a cualquier expresión que se apartara del dogma nacionalcatólico. Durante el régimen de monopolio informativo por parte del Estado, todas las emisoras estaban obligadas a conectar con Radio Nacional de España para los diarios hablados, los popularmente conocidos como 'partes'. Las parrillas se llenaron de concursos, generalmente con patrocinio comercial, radioteatros y radionovelas que promovieron la formación de magníficos cuadros de actrices y actores, galas infantiles los fines de semana, más los festivales y las actuaciones musicales en directo. Más tarde llegó la moda de los discos dedicados, que no podían ser cualesquiera ya que la Dirección General de Radiodifusión enviaba periódicamente un listado de «discos no radiables» con advertencia de castigo si se pinchaban.

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La década de los cincuenta vería florecer nuevas antenas adscritas al Movimiento o partido único franquista, como Radio Juventud de Eibar en 1953, con funciones de escuela de profesionales de la radiodifusión, y La Voz de Guipúzcoa en 1956, ambas integradas posteriormente en Radiocadena Española y donde el euskera empezó a escucharse tras el largo paréntesis de guerra y posguerra. Se recordó entonces a Ander Arzelus, 'Luzear', y a Joseba Zubimendi, fallecidos en el exilio, quienes en 1932 iniciaron el primer programa semanal en euskera desde Unión Radio San Sebastián.

Mayor presencia tendría la lengua vernácula en las denominadas 'radios parroquiales', surgidas en esos mismos años por empuje de algunos sacerdotes atentos a las posibilidades que ofrecían las ondas: Cesáreo Elgarresta creó Radio Segura en 1956, Pedro Gorostidi impulsó Radio Arrate desde el santuario homónimo en 1959, y la ya desaparecida Radio Tolosa tuvo como artífices al religioso Wenceslao Mayora y al radioaficionado Rafael Malcorra.

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Con el Plan Transitorio de Ondas Medias, dictado por el ministro Fraga Iribarne en 1964, a la Iglesia se le asignaron cincuenta emisoras, una por provincia, consecutivamente al cierre de todas las 'radios parroquiales'. Radio Segura estaría ausente del dial durante ocho años y Radio Arrate por espacio de dieciocho.

Bendición de Radio Popular de Loyola por el Obispo de San Sebastián. Al fondo se puede ver a Carmen Polo.

'La Popu'

En Gipuzkoa pervivieron dos 'postes' vinculados a la Iglesia: Radio Popular de Loiola, de la Compañía de Jesús y con sede en Azpeitia, de 1961, y Radio Popular de San Sebastián, propiedad de la diócesis, que fue absorbida por la anterior en 1972 tras diez años de vida. Desde finales del siglo XX 'la Popu' amplió su implantación en todos los territorios de la comunidad, hasta que en 2010 se une a Onda Vasca.

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La historia de Herri Irratia-Radio Popular, sobre la que escribió el jesuita Ignacio Arregui Cendoya, estuvo jalonada de dificultades. Las autoridades franquistas le acusaron de hacer «uso abusivo del vascuence», y finalmente ejecutaron su cierre arguyendo motivos técnicos. En 1966 se le autorizó a reanudar la actividad pero solo en frecuencia modulada, importante obstáculo en una época en que la mayoría de los receptores carecían de esa banda. A la campaña de adquisición de adaptadores a FM se adhirieron miles de oyentes agrupados en su Club de Amigos.

La antena guipuzcoana destacó en el tratamiento de la cultura vasca, el deporte, la música y también en la información sociopolítica en tiempos de censura y persecución de la palabra. El periodista donostiarra Mariano Ferrer, con sus penetrantes comentarios matinales en 'Radio Reloj', programa rebautizado luego como 'El kiosko de la Rosi', escribió una de las páginas más brillantes de la historia de la radiodifusión vasca.

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Mariano Ferrer, Iñai Gabilondo y Aingeru Bengoechea.

Junto con Mariano Ferrer, otros muchos nombres han dejado huella en la Gipuzkoa radiofónica; sin pretender ser exhaustivos: Ander Arzelus, Joseba Zubimendi, Basarri, Julia de Cristóbal, Aingeru Bengoechea, Jose Mari Iriondo, Iñaki Gabilondo, Karmele Aranburu, Paco Sagarzazu, Txaro Arteaga, hoy Aimar Bretos…

El tránsito de las ondas a la red digital ha revolucionado el consumo de radio. En solo 99 años hemos pasado de los aparatos de galena y de lámparas con grandes bocinas, a los dispositivos móviles, ordenadores, altavoces inteligentes… Con la posibilidad de disfrutarla cuándo y cómo más nos guste, y desde cualquier lugar del mundo. Una transformación, sin duda, vertiginosa.

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