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Georges Watin (1923-1994), en quien se inspiró Frederick Forsyth para su novela 'Chacal'.
'Chacal' estuvo aquí
Historias de Gipuzkoa

'Chacal' estuvo aquí

A comienzos de los años 60, Gipuzkoa sirvió como 'santuario' a los golpistas franco-argelinos de la OAS que intentaban asesinar a De Gaulle

Jueves, 14 de noviembre 2024, 06:38

A partir de 1954, Francia se vio envuelta en la mayor crisis política desde el final de la II Guerra Mundial con epicentro en Argelia, donde las fuerzas independentistas tuvieron en jaque al Ejército de la metrópoli. El español fue el único Estado del bloque occidental en pronunciarse inicialmente a favor de los rebeldes argelinos, aunque lo haría con calculada ambigüedad a fin de atraer la simpatía del mundo árabe y al mismo tiempo presionar a Francia sin poner en riesgo sus relaciones diplomáticas en un momento en que se debatía la admisión de España en el concierto de las naciones.

La intransigente oposición a la descolonización de los sucesivos gobiernos franceses cambió a partir del regreso al poder del general Charles De Gaulle, antiguo líder de la Francia Libre contra la invasión nazi. Con los plenos poderes que le otorgó la nueva Constitución de la V República, desde 1958 De Gaulle fue preparando a la opinión pública a lo que parecía inevitable: el final por vías pacíficas a dos siglos de colonialismo francés en África. Esto le enfrentaría con una parte importante de las fuerzas armadas que juzgaba como una rendición innoble la renuncia a la solución militar.

Raoul Salan (1899-1984)

En cabeza de ese movimiento aparecía el general Raoul Salan, el oficial más condecorado del Ejército francés con excepcional hoja de servicios en las dos contiendas mundiales y en la de Indochina, y que desde 1956 había dirigido con mano de hierro la represión de los independentistas argelinos. Una serie de declaraciones públicas contra la política gubernamental motivaron su separación del servicio en 1960. Amenazado de arresto, Salan se refugió en España, siendo seguido por decenas de fieles.

A partir de ese momento Gipuzkoa se convertirá en teatro de conspiraciones políticas con vistas a la ejecución de un golpe de Estado contra la República y a la liquidación, incluso física, del presidente De Gaulle.

Fundación de la OAS

En San Sebastián, Salan tomó contacto con la colonia francesa de exiliados, básicamente compuesta de ultranacionalistas, integristas católicos y antigaullistas, a la vez que gozó de la protección de carlistas y falangistas con quienes compartía la férrea defensa de la cristiandad frente al comunismo y el islam. De hecho, el general francés sería nombrado Requeté de Honor en 1963 por el propio pretendiente carlista Francisco Javier Borbón-Parma.

Apoyado en documentos de los servicios secretos galos recientemente desclasificados, el periodista vitoriano Óscar Beltrán de Otalora ha probado que algunas de las operaciones para imponer por la fuerza un gobierno procolonial en París se fraguaron en nuestro territorio. Pues fue en Gipuzkoa donde se encontraron Raoul Salan, el general Paul Gardy, héroe de la II Guerra Mundial, y otro laureado paracaidista, el coronel Dufour, quien había pasado a la clandestinidad tras su destitución y destierro por defender en público la «Argelia francesa». Su plan pasaba por un alzamiento armado en África que sería replicado en los cuarteles de la metrópoli. En Madrid, los conspiradores visitaron a Ramón Serrano Suñer, cuñado de Franco y destacado paladín del sector falangista, quien les prometió cobertura desde España. Como así fue: gracias al exministro de Asuntos Exteriores, Salan pudo burlar la vigilancia de los servicios de seguridad para llegar a Argelia y ponerse al frente del llamado «golpe de los generales».

Charles De Gaulle (1890-1970).

El insuficiente apoyo en los medios castrenses y la firmeza que demostró De Gaulle llevaron al fracaso del 'putsch'. Vencidos y frustrados, algunos partidarios de la Argelia francesa optaron por la vía del terrorismo a través de la Organización del Ejército Secreto, la OAS por sus siglas francesas, creada en Madrid el último día de 1960 y que tendría en Gipuzkoa una importante base de entrenamiento. Hasta su detención, Raoul Salan actuará como cabecilla, siendo después sustituido por el general Paul Gardy.

En los siguientes tres años, los comandos de la OAS asesinaron alrededor de 2.700 personas en Argelia y en Francia. E intentaron en repetidas ocasiones atentar mortalmente contra De Gaulle.

Centro de operaciones en Zarautz, cuartel en Azkoitia

El régimen de Franco se mostró tolerante con las actividades de Salan y de la OAS a pesar de las presiones francesas. Si bien era evidente que sectores relevantes del aparato franquista apostaban por la desestabilización del país vecino, el Gobierno español no quería llegar tan lejos. Pero, arteramente, utilizó la presencia en su suelo de los sublevados como moneda de cambio a fin de que Francia, en correspondencia, intensificase el control y represión de los exiliados políticos españoles.

Así se explica que los miembros de la OAS —muchos de ellos procedentes de las unidades de élite del Ejército curtidas en conflictos bélicos— disfrutaran en Gipuzkoa de un 'santuario' en cercanía con la frontera, la cual salvaban a través de los caminos de contrabando, igual que hacían por esas mismas fechas los militantes antifranquistas. De acuerdo con los informes de la inteligencia francesa, su centro de operaciones estaba ubicado en una villa de Zarautz («Villa Montechio», según la grafía de los documentos, que, a juicio de Beltrán de Otalora, podría tratarse de alguno de los chalés levantados en su Monte Txio). También disponían de un piso en Las Arenas y tenían alquilado el antiguo balneario de San Juan de Azkoitia, ya entonces abandonado, que sirvió de cuartel y campo de entrenamiento para más de una veintena de desertores de la Legión Extranjera.

En los alrededores de Donostia, así como en Arenys de Mar (Barcelona), Reus, Vallfogona de Riucorb y San Vicente de Calders (Tarragona), la OAS dispuso de otras bases para el adiestramiento de sus comandos.

Georges Watin en Donostia

Ante el grave riesgo que ello representaba para la seguridad interior de Francia, el Quai d'Orsay desplegó todos sus instrumentos diplomáticos hasta conseguir que el Gobierno de Franco actuara contra la guerrilla golpista. Como resultado, se desmantelaron todas sus infraestructuras y sus integrantes fueron disgregados por Levante y Andalucía.

Sin embargo, el servicio de información francés detectó que en San Sebastián permanecía una célula encargada de auxiliar a los militantes que cruzaban la frontera. A su frente se hallaba un personaje de la máxima relevancia en toda esta historia: el franco-argelino Georges Watin, quien participaría en el acribillamiento del coche en el que viajaba De Gaulle en agosto de 1962, y que seis meses después intentó alcanzarle mortalmente con un fusil de mira telescópica. La presión policial forzaría la huida de Watin a Suiza, país que rechazó su extradición. Condenado a muerte en rebeldía, emigró a Paraguay donde falleció en 1994. Este responsable de la red donostiarra de acogida de miembros de la OAS inspiró el bestseller 'Chacal', del británico Frederick Forsyth, adaptada también con éxito al cine.

A la ola represiva que se abatió sobre los militares insurgentes, con fusilamientos y penas de prisión a perpetuidad, siguió una serie de medidas de gracia de las que se irían beneficiando los supervivientes, entre ellos el propio Raoul Salan (quien, paradójicamente, acabaría pidiendo el voto a favor del socialista Mitterrand).

Los últimos residuos de la OAS, ya 'hamponizados', aparecerán a comienzos de la década de los ochenta implicados en la 'guerra sucia' del Estado español contra ETA.

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