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Detalle de la estatua de Felipe Dugiols. Tolosaldeko ataria
Los Dugiols de Tolosa. De afrancesados a héroes españoles
Historias de Gipuzkoa

Los Dugiols de Tolosa. De afrancesados a héroes españoles

Historia de la estatua que se alza ante el Archivo General guipuzcoano de la villa papelera

Martes, 17 de septiembre 2024, 06:29

En Tolosa, ante el Archivo General guipuzcoano, se alza, discreta, una pequeña estatua que representa a un hombre vestido con el uniforme de campaña del Ejército español para latitudes coloniales. Es decir: la estatua luce un sombrero de estilo jipijapa y luce guerrera y pantalones que evocan ese tejido de algodón resistente y ligero al que dieron el nombre «de rayadillo».

Lo más llamativo de esta discreta estatua en el Paseo de San Francisco de Tolosa es, sin embargo, el nombre y la biografía sucinta que explica en el pedestal quién fue ese hombre vestido con el uniforme de las tropas coloniales españolas del año 1898.

Se trata de Felipe Dugiols y Balanzategui. La principal enciclopedia vasca, la Auñamendi, dice que nació en Tolosa hacia 1840 y que falleció en 1900. Justo al año siguiente, en 1901, se le erigió una estatua en su Tolosa natal obra del escultor alavés Lorenzo Fernández de Viana. Ese monumento cayó, como tantas otras cosas, víctima de la Guerra Civil de 1936-1939. Así, una vez que las tropas sublevadas ocupan Tolosa, esa primera estatua dedicada a Felipe Dugiols será derribada. La enciclopedia Auñamendi no da detalles al respecto, pero quizás ese vandalismo estuvo motivado por la militancia política, y militar, de Felipe Dugiols a favor del Liberalismo. O acaso estuvo justificada por la inquina de los falangistas de primera hora contra todo lo que recordase la derrota española en la Guerra hispano-estadounidense del año 1898.

Ciertamente Felipe Dugiols era homenajeado por esa razón. Por su participación honrosa, a pesar de la derrota, en esa guerra. Así lo recuerda la estatua actual que fue erigida en el año 1976 como desagravio por lo ocurrido en 1937.

Estatua de Felipe Dugiols

En cualquier caso esos avatares de las estatuas dedicadas a Felipe Dugiols son toda una lección, y gratuita, de Historia de los nacionalismos para cualquiera que pasee por ese paseo tolosarra y se detenga un instante para contemplar la estatua que, al menos de momento, se alza todavía allí…

La saga de los Dugiols

Felipe Dugiols, que defendió hasta el último momento la bandera rojigualda española en la guerra de 1898, descendía directamente de Juan Dugiols, un calderero francés que había venido a España a prosperar, como tantos otros de sus compatriotas, y como ellos fue igualmente despreciado. Buena prueba de ello es que Juan Dugiols aparece en los archivos de los que hoy extraemos la Historia por esa causa. Así un documento del Archivo General guipuzcoano, fechado en 1749, indicaba que Juan Dugiols era tan sólo residente -no vecino de pleno derecho- de Tolosa y comparecía ante los tribunales porque una guipuzcoana nativa, Rosa de Garmendia, lo había llamado puerco y gascón en público sin que él -eso declaraba al menos- la hubiese provocado en modo alguno.

Tolosa a principios del siglo XIX.

Ella, Rosa de Garmendia, a su vez, se quejaba de él y cuestionaba su buena conducta como hombre digno de tal apelativo según los valores de aquella época. Algo que aclara otro proceso posterior que muestra que, pese a esa conducta sombreada de sospechas, Juan Dugiols, calderero procedente de la Auvernia francesa, había conseguido asentarse en Tolosa. Ese nuevo proceso databa de 1754 y esta vez se incoaba contra él por haber incumplido una promesa de matrimonio y haber engendrado un hijo ilegítimo en una presunta doncella que, como solía ser habitual, recurrirá a los tribunales para pedir Justicia por ese engaño.

A partir de ahí consta que la saga de los Dugiols siguió asentada en Tolosa gracias a su casi constante comparecencia ante diversos tribunales por diversas razones.

Así, un descendiente de Juan Dugiols, Juan Antonio Dugiols, tendrá que hacerlo en 1796, en plenas guerras revolucionarias y con Luis XVI ya guillotinado. En esa fecha los Dugiols son ya vecinos de pleno derecho de Tolosa pero parece que sus lealtades están aún más del lado Norte de la frontera que del lado Sur. Es lo que parece decir esa denuncia contra Juan Antonio puesta por dos vecinos suyos, Joaquín Francisco y Miguel Ignacio de Arrivillaga, padre e hijo, que le acusan de no pagar el arrendamiento de la casa llamada «Quisuaga». Un emplazamiento ideal para ejercer las labores de fabricación de metales a las que se dedicaba Juan Antonio Dugiols.

Tal y como indicaban los perjudicados Arrivillaga, Dugiols había intentado pagarles con «assignats». Los billetes expedidos por la república francesa que, como protestaban los atribulados Arrivillaga, carecían de verdadero valor pero que Dugiols les había obligado a aceptar recurriendo a la fuerza del Ejército francés que, en 1794, ocupaba Tolosa a resultas de la llamada Guerra de la Convención…

Juan Antonio Dugiols negará esto, si bien es cierto que recurriendo a otros vecinos de origen francés asentados en Tolosa y colaboracionistas notorios con el Ejército de ocupación dos años antes de que se iniciase ese proceso de reclamación en 1796.

Por otra parte Juan Antonio Dugiols, durante la más cruda y larga ocupación napoleónica, se destacará por su aquiescencia con el Ejército de Bonaparte. Algo que en 1813 algunos no dudan en identificar como afrancesamiento y acabará dando con Juan Antonio Dugiols en la cárcel y ante un tribunal cuando, a partir de ese año 1813, el Ejército español, junto con su aliados, retome el control de Tolosa y comiencen las purgas contra afrancesados, juramentados y otros colaboracionistas con la invasión y ocupación francesa.

A Juan Antonio Dugiols, que es identificado en ese nuevo proceso como fabricante de cobre en la villa de Ibarra, se le reprochaba, por ejemplo, comprar tierras que municipios como el de Tolosa se veían obligados a vender para sufragar los gastos de la ocupación y el mantenimiento de la «Grande Armée» napoleónica que tenía a esa villa como uno de sus principales lugares de paso entre Francia y la España ocupada.

Juan Antonio Dugiols fue juzgado esta vez un tanto benévolamente, siendo defendido por un eminente jurista guipuzcoano como José Vicente de Egaña que, apelando al artículo 296 de la recién proclamada Constitución de 1812, pedía su absolución y puesta en Libertad puesto que no se podía aplicar pena corporal en su caso.

Tal vez pesó también en esa ocasión la influencia que pudiera ejercer en ese momento uno de los socios de Dugiols durante la ocupación: el capitán Pedro Manuel de Ugartemendia, hombre de total confianza de las autoridades antinapoleónicas recién restauradas hasta el punto de, pese a su aparente y culpable inacción contra el invasor durante la ocupación (especialmente grave en oficiales militares como él), encargarle la apertura de la ruta logística que desde Pasajes debía llevar al Ejército aliado al corazón de la Francia napoleónica.

En cualquier caso, desde esa fecha, los Dugiols se convirtieron en ejemplares ciudadanos españoles. Tanto que el descendiente de Juan Antonio Dugiols estuvo dispuesto a dar su vida hasta en dos guerras distintas por esa nación que ya era plenamente la suya. Pese a las resonancias evidentemente francesas de su primer apellido y a un pasado familiar y personal bastante distante de un modélico ciudadano español tal y como lo definía el recién inaugurado Nacionalismo de ese país...

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