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El guipuzcoano que casi descubrió la Isla de Pascua
Historias de Gipuzkoa

El guipuzcoano que casi descubrió la Isla de Pascua

Domingo de Bonechea, un getariarra en la Marina del Siglo de las Luces español que consiguió que se proclamara a Carlos III de España como rey de Tahití

Martes, 2 de abril 2024, 06:52

Domingo de Bonechea y Andonaegui, nacido en la villa natal de Juan Sebastián Elcano en el año de 1713, no fue nunca una excepción. Lo cual no quiere decir que no tuviera una vida que hoy puede resultar excepcional. Es fácil que así sea pues ese getariarra se dedicó, siguiendo los pasos de Elcano, a la carrera del mar. Si bien no parece que le atrajese dedicarse al comercio, como hizo aquel otro marino célebre por ser el primero en mandar, como comandante, la primera expedición que culminó una vuelta al Mundo. Así Domingo de Bonechea, venido al mundo al final de la Guerra de Sucesión española, siempre prestó servicio en la Armada como oficial de Mar y Guerra si bien, como nos dice la entrada que le dedica el Diccionario Biográfico Español de la RAH, sus superiores, pese a considerarlo un buen marino y fogueado en combate, no lo veían muy inclinado a ejercer como mando de las tropas y tripulación a bordo.

Tres años después de que acabe la Guerra de los Siete Años, en 1766, tenía ya rango de capitán de fragata

Quizás eso es lo que llevó a Domingo de Bonechea a recomendar a su primo Manuel de Agote y Bonechea que se dedicase a la navegación... pero como marino mercante. Algo que condujo a éste, como va siendo cada vez mejor sabido, a una interesante labor -iniciada en 1779 y culminada en 1797- como navegante y como sagaz observador del declinante imperio chino mientras ejercía como agente de la Real Compañía de Filipinas en Cantón y Macao.

Esa falta de inclinación en Domingo de Bonechea a ejercer como oficial con clara voz de mando, fue tal vez también la que hizo que lo destinasen finalmente a expediciones de carácter científico, tan propias de la Europa de la Ilustración.

Acabó así tras una carrera iniciada como piloto en el año 1732, hasta que es ascendido a rango de alférez de fragata en 1740. En 1749 será ya alférez de navío tras estar envuelto en la Guerra de Sucesión austríaca, en la que tanto destacarán otros oficiales guipuzcoanos como Blas de Lezo o el menos conocido -por ahora- Gabriel José de Zuloaga.

Tras esto Domingo de Bonechea, despuntando en campañas de corso y otras expediciones bélicas por mar, seguirá ascendiendo en esa Europa ilustrada pero también sumamente belicosa. Así, tres años después de que acabe la Guerra de los Siete Años, en 1766, tenía ya rango de capitán de fragata.

La expedición para explorar la Isla de Pascua

Manuel de Amat y Junyent, por Pedro José Díaz (1773). Museu Nacional d´Art de Catalunya

A partir de ese año se abrió un período de relativa paz para la España de la Ilustración que se aprovecharía para dar un notable desarrollo a otra de las vertientes de la Armada de aquella época. Es decir: las expediciones científicas y de exploración.

Es así como el año 1772 descubre al capitán Bonechea a bordo de la fragata Santa María Magdalena conocida también como el Águila. Eso ocurrirá en el puerto del Callao. En esas fechas el virrey del Perú, Manuel de Amat y Junyent, de acuerdo con sus obligaciones, estaba muy interesado en que se aprovechase ese período de relativa calma en explorar ese que se ha llamado 'lago español'. Es decir: el océano Pacífico en el que, pese a ese nombre algo hiperbólico, los británicos merodeaban sin pudor. Especialmente en las paradisíacas islas del Pacífico y, en concreto, en las más paradisíacas: las de Tahití.

Así, cuatro años antes de que Amat decidiera enviar a Domingo de Bonechea a explorar esas aguas, el célebre James Cook había arribado ya a ese archipiélago.

Retrato oficial de James Cook por sir Nathaniel Dance-Holland (c. 1775). National Maritime Museum, Greenwich

Pese a que la paz estaba firmada desde 1763, los recelos españoles tenían por lo tanto un lógico fundamento. A los británicos, en teoría, no se les había perdido nada en aquel vasto mar, pues no tenían ni una sola posesión frente a esas islas, siendo la tierra más cercana bajo pabellón británico los territorios ya conquistados en la India.

Por lo tanto era preciso marcar la soberanía española sobre esas islas, antes que permitir a los británicos tener allí bases que, en un futuro, pudieran amenazar a las vastas posesiones españolas en la costa del Pacífico.

Así fue como el virrey Amat organizó dos expediciones en las que el getariarra Domingo de Bonechea debía jugar el mismo papel que James Cook. La primera salió del Callao el 26 de septiembre de 1772 y llegó a Tahití el 12 de noviembre de 1772. En ese viaje la primera expedición Bonechea avistó y señaló varias islas de ese archipiélago a las que bautizó con nombres cristianos: San Simón y San Judas (Tauere), San Quintín (Haraiki), Todos los Santos (Anaa), San Cristóbal (Mehetia), Amat (Tahití) y Santo Domingo (Moorea).

Como este encuentro había sido cordial, de vuelta a las costas bajo control español, Bonechea trajo consigo a varios polinesios. Algunos de ellos con nombres de curiosas resonancias vascas: Henao y Tipitipia. Los otros dos visitantes fueron Pautu y Tetuanui.

Amat, no contento con este primer éxito envió a Domingo de Bonechea a indagar qué ocurría en una isla -ya reconocida por otra expedición española en 1770- frente a la costa chilena. Se trataba de la, desde entonces, llamada Isla de San Carlos que, en realidad, era la que el navegante holandés Jacob Roggeveen bautizó, en buena lógica, como 'Isla de Pascua' al descubrirla un 5 de abril de 1722, en plena Pascua de Resurrección, como se llamaba entonces a esa semana… Justo cuando Domingo de Bonechea era un niño de nueve años pensando en hacer la misma carrera de hombre de mar que su padre y otros eminentes ancestros.

Grabado que supuestamente nuestra al almirante holandés Jacob Roggeveen midiendo un moái (c. 1722)

Esta vez el getariarra no tuvo tanta suerte, debiendo regresar al puerto del Callao cuando se abrió una gran vía de agua en la fragata Águila a 190 leguas de esa isla que el holandés había bautizado como 'de Pascua'.

El virrey Amat dejó, pues, ir la cuestión de la Isla de Pascua y empleó a Domingo de Bonechea en una nueva expedición a Tahití. Esta tenía como objetivo establecer una presencia española permanente en la zona y se culminaría con bastante éxito, pese a despertar la ira de James Cook, que, ya en 1774, había tenido que borrar una inscripción en la que se decía que esas tierras pertenecían al rey de España Carlos III y enmendarla señalando que los marinos del rey Jorge de Inglaterra habían estado antes allí…

Vano esfuerzo pues el 8 de noviembre de ese mismo año Domingo de Bonechea llegaría de nuevo a Tahití a bordo de su fragata Águila. Ya con rango de capitán de navío y acompañado del paquebote Júpiter, bajo mando de otro capitán vasco. En este caso el vizcaíno (de Portugalete) José de Andía y Varela, que dejaría escrita una curiosa 'Relación' de ese viaje a las Islas de Amat o de 'Otahiti'.

Bonechea moriría poco después, el 26 de enero de 1775, pero no sin antes conseguir que los tahitianos aceptasen de buen grado la Convención de Tautira, firmada por los jefes Tu y Vehiatua, que proclamaba a Carlos III de España rey de Tahití...

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