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Las inquietudes astronómicas de los duques de Mandas
Historias de Gipuzkoa

Las inquietudes astronómicas de los duques de Mandas

Fermín Lasala y Collado y Cristina Brunetti solían mantener discusiones epistolares sobre actualidad científica

Martes, 21 de febrero 2023, 07:02

Anunciaba ayer en el correo de la Historia que inauguraba hoy esta colaboración quincenal con el canal 'Historias de Gipuzkoa' y, en efecto, aquí estoy, con la regularidad de un cometa Halley.

Decía en ese correo de la Historia, que hoy, aquí, hablaría de algunos misterios de la Historia de la Astronomía, pero relacionados, claro está, con esa Historia guipuzcoana. Empecemos, pues, con una pequeña gran pregunta. O varias. Por ejemplo, ¿qué pensaban los guipuzcoanos de la época victoriana de perturbadores descubrimientos astronómicos como el 'Bamboleo de Chandler'? O concretando más, ¿qué pensaban de esas novedades astronómicas, en 1893, el duque de Mandas y su muy inteligente y culta esposa Cristina Brunetti que, entre otras cosas, dio nombre al magnífico parque donostiarra de Cristina Enea?

Pero antes de responder preguntas así, quizás deberíamos aclarar qué es eso del 'Bamboleo de Chandler'. Sinceramente, y sin mirar de reojo en Internet, ¿cuántos de ustedes han oído hablar de él? Muy pocos, ¿verdad? Y no, no tiene nada que ver ese asunto con alguna hazaña del neurótico, patoso y divertido protagonista de esa serie de televisión, 'Friends', que está siendo emitida desde hace años.

Los duques de Mandas, Fermín Lasala y Collado y Cristina Brunetti, mantenían en sus cartas discusiones científicas

En efecto, el Chandler que da nombre a ese 'bamboleo' fue un astrónomo norteamericano (como ya dejaba yo entrever ayer en el correo de la Historia) que respondía al nombre de Seth Carlo Chandler jr. Nacido en 1846, morirá en 1913 y eso lo convirtió en contemporáneo de esos dos eminentes donostiarras: el duque de Mandas, Fermín Lasala y Collado, y su mujer. La aristócrata de origen italiano Cristina Brunetti y Gayoso de los Cobos que, entre otras muchas cosas, aportará a la pareja ese título de duques de Mandas por el que hoy son recordados.

No es un secreto, para quienes leen el correo de la Historia, que estoy terminando de escribir ahora mismo una biografía de ella, de Cristina Brunetti, que haría el número cuatro de una serie que empezó con la vida del ingeniero Pedro Manuel de Ugartemendia, el reconstructor de San Sebastián tras su indiscriminada quema en el año 1813.

Retrato de Fermín Lasala y Collado, duque de Mandas, cortesía del Museo San Telmo.

Ese libro, esa vida de Cristina Brunetti, duquesa de Mandas, se basa en un conjunto de un par de miles de cartas conservadas en el Museo San Telmo y con las que comencé a trabajar en 2021 bajo los auspicios de la Fundación Cristina Enea.

Bien, de ahí han salido decenas de curiosas cuestiones históricas. Y, entre otras, una carta de 12 de abril de 1893 en la que la duquesa y el duque -que en muchos aspectos eran una pareja muy moderna y nada victoriana- discuten de ciertos últimos hallazgos científicos.

En ésta en concreto todo apunta a que lo hacían sobre ese 'Bamboleo de Chandler'. Sigamos, pues, a los duques de Mandas y a su discusión epistolar y averigüemos ya en qué consiste ese movimiento de la Tierra del que nada se sabía, ni se sospechaba, hasta el año 1891 en el que, como veremos, cayó a algunos tan mal como la noticia sobre la detención del núcleo de la Tierra tan gozosamente aprovechada por la prensa sensacionalista en este último mes.

Seth Carlo Chandler Jr. descubrió que la Tierra no sólo giraba sobre su eje, sino que oscilaba sobre él

Seth Carlo Chandler Jr., que acabaría, tras estudiar en Harvard, trabajando para el servicio de observación costera de Estados Unidos primero y para el sector de seguros después, había hecho importantes estudios de Astronomía y prácticas en el observatorio de esa universidad. Sabía bien, pues, cuáles eran los movimientos del planeta. Es decir, por ejemplo, los bien conocidos de rotación (las 24 horas de giro alrededor del sol), traslación (el movimiento anual), precesión de los equinoccios (descubierto por Hiparco en el siglo II antes de Cristo y que implica la oscilación de la Tierra en un largo período de cerca de 26.000 años) o la Nutación (descrita por James Bradley en 1748 como una ligera oscilación del eje terrestre cada 18 años aproximadamente).

Chandler, como nos cuentan sus más conspicuos (y amenos) biógrafos, como el especialista en Física óptica Gregory J. Gbur, descubrió, sin embargo, lo que luego se llamaría 'Bamboleo de Chandler'. Lo hizo mientras trataba de ajustar el telescopio que utilizaba en Harvard por medio de un sistema de su invención que llamaría 'Almucantar'. El ingenioso mecanismo le demostró que el telescopio variaba de posición en el tiempo y nunca quedaba fijo. Evidentemente, pues, la Tierra se movía con otro movimiento que sólo era perceptible para tan fino ingenio.

Seth Carlo Chandler Jr. descubrió la oscilación en los movimientos de la Tierra.

De ahí parece que vino todo lo demás, y así, para la primavera de 1893, la duquesa de Mandas comentaba a su marido, plácidamente instalado en su mansión donostiarra de 'Cristinaenea' (como ellos la llamaban), novedades maravillosas de la Astrofísica más vanguardista sobre el desplazamiento del eje terrestre en esos tiempos en que la egregia reina Victoria -bien conocida ya por el duque y la duquesa por sus visitas a San Sebastián- gobernaba medio planeta desde Londres.

Carta del Duque de Mandas dirigida a su esposa el 12 de abril de 1893 MUSEO SAN TELMO

Fermín Lasala y Collado respondió con tono algo profético a su entusiasta mujer que, como vemos, no ocupaba precisamente el entonces habitual rol de mujer-florero (con tendencia a no saber de nada, salvo de banalidades, y al desmayo), sino que leía, pensaba y discutía, de tú a tú, con su marido que, por otra parte, la incitaba constantemente a estos torneos intelectuales.

El tiempo ha dado la razón a Cristina Brunetti, desde luego, el bamboleo de Chandler, se admite como otro de los movimientos de la Tierra junto a rotación, traslación…

En efecto, Fermín Lasala y Collado decía a Cristina Brunetti que la explicación que le daba sobre ese perturbador descubrimiento (que la Tierra no sólo giraba sobre su eje, sino que oscilaba sobre él) era muy científica y hacía honor a los elogios que Emilia Pardo Bazán le había hecho a Cristina en su artículo 'La mujer española' por su capacidad intelectual -rara entre las demás de su rango y nacionalidad- pero que se necesitarían más explicaciones y lecturas que las que ella había realizado para convencerle de esas oscilaciones que, parece evidente, para nuestro duque, rompían la plácida idea de que el mundo giraba 24 horas al día -y 365 días al año- en torno al sol y con eso ya era bastante.

El tiempo ha dado la razón a Cristina Brunetti, desde luego, el bamboleo de Chandler, se admite como otro de los movimientos de la Tierra junto a rotación, traslación… Sin embargo la cautela del duque tampoco andaba muy desencaminada: todavía hoy no se sabe con certeza qué es lo que causa ese curioso bamboleo de Chandler del que esta pareja de eminentes donostiarras victorianos parecían discutir en la primavera de 1893. Seguramente ajenos a un futuro algo demenciado en el que la comunicación de descubrimientos astronómicos se iba a convertir en pura charlatanería alarmista. Muy lejos de las científicas, cuidadosas y decimonónicas indagaciones de Cristina Brunetti sobre ese ya errante e irregular desplazamiento del eje de la Tierra…

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