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Se acaban de cumplir 45 años y, sin embargo, nadie parece haber recordado un suceso que entonces se vivió en Tolosa con mucha preocupación pero acaso ha quedado perdido en la memoria entre tantos otros sobresaltos y tragedias que vivimos en los años 70.
«Ácido mortal sobre Tolosa», resaltaba DV con tinta roja en su primera página el 29 de marzo de 1978. En páginas interiores, un antetítulo resultaba aún más dramático: «Tolosa escapó a la muerte». Como informaba una de las clásicas reporteras del periódico, Ana Urroz, «sobre la una y media de la madrugada de ayer, entre el apeadero y la estación de la RENFE en Tolosa, descarriló el tren mercancías número 6.012 que portaba tres vagones cargados con piezas de automóviles (…) y una cisterna que contenía 55 toneladas de ácido cianhídrico destinadas a la factoría SODETI de Burgos».
El tren, que formaba parte de un servicio de transporte internacional desde Lyon, «parece que circulaba a unos ochenta kilómetros por hora» cuando «se salió en la curva que existe a la entrada de la estación. Por el momento nos podido ser determinadas las causas del siniestro».
Desde luego, las imágenes de Juanjo Aygüés que aparecían en el diario daban miedo. Más aún al saber que la cisterna volcada llevaba un peligroso material, el ácido cianhídrico. Según informaban entonces. «es un líquido incoloro que hierve a temperatura ambiente, es decir, al contacto con el aire se hace gas. Es muy tóxico y venenoso pues paraliza por oxidación las células de los seres vivos. Es más pesado que el aire, y su olor es de almendras amargas. El cianhídrico es el gas tóxico que usan las cámaras de gas».
Nada más escucharse el estruendo del descarrilamiento en la noche del 27 al 28, las instituciones y servicios de Tolosa se movilizaron. «Tras avisar a la Guardia Civil, que se personó inmediatamente, el jefe de estación dio la alarma al alcalde». Este, que se trataba de Iñaki Linazasoro, «dio aviso a los bomberos municipales, que se acercaron al lugar del suceso». Ellos, a su vez, «por si se producía alguna fuga avisaron al jefe Lumbreras del Cuerpo de Bomberos de San Sebastián, para que aportase el equipo autónomo de oxígeno por si era necesaria una intervención rápida».
También acudieron ambulancias de DYA, miembros de Cruz Roja y, especialmente, técnicos de Renfe, quienes afortunadamente comprobaron «que la cisterna no presentaba ninguna grieta por la que pudiese darse la fuga del gas tóxico». Como escribió Ana Urroz, «ha sido un verdadero milagro que la cisterna no haya sufrido roturas que produzcan escapes tras el accidente. Si el ácido hubiese escapado, hubiesen peligrado miles de vidas humanas en la noche de ayer».
La tragedia no se había producido, pero ni Iñaki Linazasoro ni nadie estaba tranquilo teniendo tirado en mitad de la vía un vagón-cisterna lleno de material tan peligroso. De hecho, se improvisó un plan de evacuación de la zona, que no hizo falta activar, y que hubiese transportado a los vecinos en autobuses de Tolosa y camiones del Ejército, ofrecidos por el gobernador militar.
Durante el día posterior al descarrilamiento, «una treintena de hombres» trabajó en la vía, viendo cómo retirar el tren y reponiendo la electricidad, dado que el tren había derribado cinco postes del tendido eléctrico. También acercaron por los raíles a la cisterna volcada otra similar y planificaron el trasvase del contenido de una a otra. Esta operación clave se iniciaría ya al día siguiente, el 29 de marzo de 1978.
El trasvase se realizó muy lentamente y con algún momento de nerviosismo. Conforme el ácido iba pasando del tanque caído al nuevo vagón-cisterna, disminuía el riesgo y los tolosarras empezaban a respirar.
EL DIARIO VASCO informó el 30-III-1978 que «durante todo el día de ayer en la estación de Tolosa continuaron los trabajos encaminados a transvasar las cincuenta y cinco toneladas de ácido cianhídrico en solución acuosa al 20 por 100 en la nueva cuba. Altas medidas de seguridad han sido tomadas por los técnicos que manipulan la mercancía y un bombero sufrió una leve intoxicación cuando auxiliaba en los trabajos. En el día de hoy continuará el bombeo del ácido y se procederá a levantar la cisterna una vez vaciada del 70 por 100 de su contenido. El riesgo para la población se va aminorando paulatinamente mientras las vías van siendo liberadas desde el apeadero en trabajo simultáneo para restablecer el tráfico lo antes posible».
Al día siguiente, el viernes 31 de marzo, DV tranquilizaba a los lectores en su portada: «El peligro ha pasado».
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José Mari López e Ion M. Taus | San Sebastián
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